A mí me han querido muchos, pero nadie me ha amado. Me han querido de muchas formas, me han querido poseer, dominar, me han querido engañar y me han querido por interés.
Paradójicamente a la vez que lamentable las personas que por naturaleza han debido amarme aunque sea por un momento han sido interrumpidas por alguna desavenencia o contrariedad de la vida, no soy de creer en el destino pero es que si la vida fuese un videojuego resulta que a mí me la han puesto directamente en modo “Very Hard” he visto como las circunstancias me han arrebatado a mi madre (por lo menos desde una perspectiva normal) mi padre que se iba ante la enfermedad de mi madre y nos dejaba a nuestra suerte, mi hija que en medio de la enfermedad que padezco ha de sentir que no la amo, puesto no tengo para contribuir con ella. La mujer que pensé amar y con la cual me case termino por irse con un hombre que tenía más dinero (no la culpo) quizás a mi lado hoy estaría sufriendo mucho. La verdad es que como un demonio al acecho y en mis espaldas la soledad parece ser mi acérrima, fiel y celosa compañera. Incluso mi mejor amigo y compañero de infancia se fue en un accidente en una motocicleta.
Nunca tuve nada, y hoy doy gracias a mi soberbia infantil que me hizo pensar que tuve todo, cuando en realidad siempre estuve solo.
La soledad es una diosa, una diosa celosa que mantiene y resguarda a sus elegidos dentro de lo que representan sus ideales.
Hoy camino alrededor de muchos pero siento que voy haciendo un camino sin ningún compañero. A ustedes puede parecer triste pero para mí es la cotidianidad.
Y les juro he intentado amar porque como humano también he querido, he querido tanto y de formas tan singulares que sería imposible enumerarlas todas, eso sí casi todas esas querencias han resultado materiales o egoístas aun cuando movieron mis pasiones, las pasiones de un egoísta materialista que no podía ver más allá de sus posibilidades.