se bebe disfrutando no para cogerse una cogorza enseguida,
Ya, pero todo forma parte de mi forma de ver la vida. Le explico:
-A los 6 años, mis padres me compraron la primera videoconsola, una Nintendo falsa tuneada con 350 juegos. Me pasé jugando 15 horas seguidas, se me pusieron los ojos rojísimos y al día siguiente me llevaron al oculista a ver qué me pasaba. Era una mera irritación por vista cansada, pero descubrieron que tenía astigmatismo y la broma le costó a mi viejo 40.000 pelas de gafas.
-A los 10 años mi padre me dio 500 pesetas y me los gasté en tres bolsas de kinder chocobons en el quiosco, que me comí en un banco de mi barrio feliz, al no tener otra cosa que hacer un sábado por la tarde. Terminé en urgencias con un empacho y un cólico de gases. Estuve con cagalera semana y media, y me prohibieron comer más dulce durante unos meses. Niño infeliz inside.
-A los 11 años, jugué un partido de baloncesto y me metí una canasta en propia. Tras él, al ser el día de Todos los Santos, mi madre compró buñuelos y me comí una caja entera. Mi padre se picó y me tuvo una semana a puré de verduras y sesiones de 15 minutos de carrera continua cuatro veces al día.
-A los 14 años, cuando salí por primera vez, probé el calimocho con mora. Me gustó tanto (angelote por aquella época) que me bebí dos litros y medio. Me perdí de mis amigos, que me encontraron hora y media después semi-inconsciente, en un banco, custodiado por una pareja que me había recogido del suelo tras caerme.
-A los 16 años probé por primera vez la ginebra tras asaltar el mueblebar de un amigo. Entre él y yo nos bebimos una de Bombay y media de licor de café. Su madre tuvo que ir a las 4 de la mañana a una farmacia a comprar algo para los vómitos, porque me veían morir, y estábamos en un pueblo de la playa a tomar por el culo de cualquier centro médico.
-El año pasado, durante un viaje a Amsterdam, mis amigos y yo nos comimos unas setas cuando estábamos mamaos, y mientras pasaba la hora en la que nos estaban subiendo, nos fumamos un peta de White Widow y otro de costo afgano. Estuve cinco horas en un parque viendo el cielo color mermelada de arándanos, tirado en el suelo en posición fetal y riéndome de lo feliz que era, ante el entusiasmo de los niggas que estaban igual que yo por allí, a los que me abracé hasta correr riesgo de uveyhacheizarme.
Así es mi vida y tengo muchas anécdotas más. Pero todo se resume en que todo lo hago de forma COMPULSIVA, y moriré por uno de mis desvaríos obsesivos. Lo tengo asumido y soy un ser humano la mar de feliz y contento.
P.D.: Hediondo, yo también te hamo, pero te hamaría analmente si volvieses a abrir uno de los hilos que acostumbrabas y con los que no paraba de hacer la croqueta por mi habitación.