Recuerdo que hace quince años, en el pueblo de mi madre, la hija de mi primo, que ahora tiene 30 años -ella, él muchos más, es mucho mayor que yo- hablando con mi hermana, que es de su edad, le soltó la siguiente pregunta. Al loro
:
Hija de mi primo: Oye, ¿y tú en Madrid vas a clases de corte?
Mi hermana: ¿Qué?
Hija de mi primo: Que si das clase de corte.
Mi hermana: ¿Pero qué corte?
Hija de mi primo: Corte y confección, qué corte va a ser, que si vas a que te enseñen a coser y llevar una casa.
Mi hermana:
No. Yo voy a clases de inglés e informática.
Hija de mi primo: ¿Y entonces el día de mañana cómo vas a saber llevar una casa?
Mi hermana:
Hija de mi primo: Pues no sé de qué te ríes, esas cosas vienen bien y aquí en el pueblo todas vamos a que nos enseñen a hacerlas.
Huelga decir que la hija de mi primo a día de hoy está casada, tiene una niña muy mona y es una excelentísima ama de casa, que cocina estupendamente bien, cose y lleva todo eso con gran talento.
Francamente, no es deseable que ese sea el rol destinado a la mujer, yo no estoy a favor de eso -las acusaciones de machista las podéis dejar para otro-, pero desde luego es mucho mejor una persona, independientemente de que sea hombre y mujer, que sepa hacer todas esas cosas que no una persona que no sólo no sepa, sino que encima le parezca un desdoro saber y que encima no quiera oír ni hablar de aprender, cosa que es de lo más común entre las mujeres de hoy día. En ese sentido, el perfil de la chica de pueblo gana a la de ciudad. En otros muchos, desde luego la de ciudad gana a la de pueblo.
Todo esto lo digo a cuento del perfil que dice guevara, de cómo es la chica de allí. Bueno, y porque me hace LOL cada vez que lo recuerdo. En esto gana. Lamentablemente, sólo en esto, porque en lo demás pierde. Bueno, y quizá sea mejor también en que -y esto es impresión mía, que puede que me equivoque- son muchísimo menos lorealistas. Aunque igual esto último ya no es tan así entre las más jóvenes.