Los nacionalismos decimonónicos viven en perfecta armonía con el delirio. Hay que estar muy enajenado, muy contaminado por los miasmas de la endogamia y el ombliguismo para recurrir a la euforia cuando, con inmigrantes y menores con punta de lanza, las cifras de participación rondan el 20%. No sé que matemáticas maneja celebruil, las mías son categóricas y los resultados concluyentes: un fracaso más del proceso que se inició hace ¿dos años?. Da igual. La gente pasa, tal vez no de independencia, pero si del referendum. Un fracaso sin remedio ni excusas. Lo mismo que sería un fracaso similar porcentaje de participación si le preguntaran a los portugueses o gibraltareños si quieren unirse a España.
A mi me disgusta más que a muchos de vosotros esta falta de coraje, de coger el bous por los cuernos y decir, bien claro, sin ambages, por las bravas y como pueblo orgulloso y legítimo, ¡si, queremos! y demostrarlo, pero en las urnas de verdad, en las que valen, cuando uno puede elegir entre los pichasfrias de CIU y los patriotas de Laporta o ERC. Ahí quiero ver yo a los valientes, definiéndose a pecho descubierto, dejando claro, de una vez por todas y para todos, que el pueblo catalán quiere levantarse de la mesa y pagarse su comida, elegir sus platos y la compañía.
Decía Re1984 que estos impresentables han hecho más daño a Cataluña en 25 años de chupiprogresismo que Franco y los Borbones en 25 años. Y yo que no vivo allí no lo puedo asegurar, pero las sensaciones que me llegan son terribles. Crecí teniendo a Cataluña como referencia de la excelencia, de la europeidad, de la vanguardia, de las cosas bien hechas, de una región que iba un paso por delante. Hoy es un lastre, es una cosa laxa, descafeinada, una mezcolanza intragable de paroxismo nacionalista, canis de polígono, multiculturalismo suicida, moros catalanistas, charnegos, chupis y matrimonios gays. Es el paradigma de la decadencia.
La culpa la tendrá Madrid y su avaricia fiscal, seguro que si, pero lo importante es arreglarlo como sea, volver a lo que fue en los 80, y no lo que es hoy, que no deja de darnos disgustos con estas operetas de titiriteros en pleno globo lisérgico. Hay otras regiones que están peor, lo sé, pero eso ya es costumbre, son de la familia, se las quiere con sus taras y su encanto rural. Pero Cataluña no puede vulgarizarse de esta manera, no puede hacer ESTAS COSAS, de verdad, este no es el camino, esto es otro punto menos de crédito. Independizaros o volveros más españolistas que la Legión, pero no hagáis estas piruetas en una cuerda floja que está a un centímetro del suelo.
Y esto no lo escribo para los españoles, no lo escribo para la chanza o el escarnio, lo escribo para vosotros, amics catalans, lo escribo desde el amor, porque me duele ver en lo que se ha convertido un país que fue referencia y hoy defiende su identidad nacional animando a votar con carteles en árabe.