Juvenal
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- 23 Ago 2004
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Ya había pasado cierto tiempo, no era una aventura pasajera. Así que decidí que mis padres conocieran a la rubia con la que estaba saliendo.
Nada más verla, mi madre frunció el ceño y una vez a solas me dijo:
-Juvenal, esa es una fresca.
"Bah, bah", pensé, "siempre tan desconfiada". Verdaderamente no quería parecer un madrero calzonazos, así que hice caso omiso a la advertencia materna.
Varios meses después, la princesa se había convertido en rana y tentado estuve de adquirir un cuchillo jamonero con inconfesables propósitos.
Regresé a casa de mis padres y volví a escuchar las palabras de mi madre:
-Ves, te lo dije. Esa lo único que hizo fue abrirse de piernas y ya perdiste el seso.
Desde entonces tengo la impresión de que la prueba de fuego para una novia es el escrutinio y atento examen que haga la madre del chico. Y hasta que no da el nihil obstat, su aquiescencia y su visto bueno no hay garantía de que la relación que emprende su vástago vaya a llegar a buen puerto.
Al fin y al cabo, nuestra madre, además de querernos y lavarnos los calzoncillos sin poner pega alguna, es una mujer y por tanto conoce al enemigo mejor que nosotros.
¿Son imaginaciones mías o por el contrario es una regla universal? ¿Realmente las madres nunca se equivocan? ¿Cómo lo hacen?
Al socaire de estas reflexiones me ha venido a la mente una última incógnita. ¿Es fiable también aquello que se dice de "conoce a la madre y sabrás como es la hija dentro de veinte años"?
Nada más verla, mi madre frunció el ceño y una vez a solas me dijo:
-Juvenal, esa es una fresca.
"Bah, bah", pensé, "siempre tan desconfiada". Verdaderamente no quería parecer un madrero calzonazos, así que hice caso omiso a la advertencia materna.
Varios meses después, la princesa se había convertido en rana y tentado estuve de adquirir un cuchillo jamonero con inconfesables propósitos.
Regresé a casa de mis padres y volví a escuchar las palabras de mi madre:
-Ves, te lo dije. Esa lo único que hizo fue abrirse de piernas y ya perdiste el seso.
Desde entonces tengo la impresión de que la prueba de fuego para una novia es el escrutinio y atento examen que haga la madre del chico. Y hasta que no da el nihil obstat, su aquiescencia y su visto bueno no hay garantía de que la relación que emprende su vástago vaya a llegar a buen puerto.
Al fin y al cabo, nuestra madre, además de querernos y lavarnos los calzoncillos sin poner pega alguna, es una mujer y por tanto conoce al enemigo mejor que nosotros.
¿Son imaginaciones mías o por el contrario es una regla universal? ¿Realmente las madres nunca se equivocan? ¿Cómo lo hacen?
Al socaire de estas reflexiones me ha venido a la mente una última incógnita. ¿Es fiable también aquello que se dice de "conoce a la madre y sabrás como es la hija dentro de veinte años"?