OJO... faltan muchas torturas, pero aquí hay un puñado de ellas:
LAS JAULAS COLGANTES
Las Jaulas Colgantes. Hasta finales del siglo XVIII, en los paisajes urbanos de Europa no era extraño encontrar abundantes jaulas de hierro y madera adosadas al exterior de los edificios municipales, palacios ducales o de justicia, catedrales, murallas de las ciudades o en altos postes cerca de los cruces de caminos. Es algo que habrás visto en las películas y en lo que quizá no has reparado, pero que fue existió. Gran cantidad de ejemplos perduran hoy en día, como en el palacio de Mantúa o en el ábside de la catedral de Münster (Suiza). En Venecia, lugar de origen de la jaula celular, las jaulas se colgaban en el Puente de los Suspiros, y más a menudo en los muros del Arsenal. Una tradición familiar cuenta que dicha jaula se descolgó en 1750-52, años en que el segundo gran duque lorenés de Toscana, Prieto Leopoldo, destruyó todos los elementos de tortura y ejecución, y desde entonces se ha conservado en el palacio familiar. Las víctimas, desnudas o semidesnudas, eran encerradas en las jaulas y colgadas. Morían de hambre y sed; por el mal tiempo y el frío en invierno; y por el calor y las quemaduras solares en verano. A menudo, anteriormente habían sido torturadas y mutiladas para mayor escarmiento. Normalmente los cadáveres se dejaban en descomposición hasta el desprendimiento de los huesos, aunque a veces se cubrían herméticamente con resina de pino, con el fin de retrasar los efectos de la descomposición, y se rodeaban con correas para impedir el desprendimiento de los miembros. De ésta manera, se utilizaban como escarmiento moral. Evidentemente, las víctimas, una vez muertas, eran pasto de todo tipo de animales.
LA SIERRA
Observando el dibujo, éste instrumento de tortura no necesita muchas explicaciones. Sus mártires son abundantes. Debido a la posición invertida del reo, se asegura suficiente oxigenación al cerebro y se impide la pérdida general de sangre, con lo que la víctima no pierde el conocimiento hasta que la sierra alcanza el ombligo, e incluso el pecho, según relatos del siglo XIX. La Biblia dice (II Samuel 12:31) que David, rey hebreo y santo cristiano, exterminó a los habitantes de Rabbah y todas las ciudades armonitas por el método de poner hombres, mujeres y niños bajo sierras y rastrillos y hachas de hierro y hornos de ladrillo. Ésta especie de aprobación, poco menos que divina, contribuyo a la aceptación de la sierra, el hacha y la hoguera. La sierra se aplicaba a menudo a homosexuales (gays y lesbianas), aunque principalmente a hombres. En España la sierra era un medio de ejecución militar hasta el siglo XVIII según referencias contemporáneas, las cuales, sin embargo, no citan ningún hecho concreto. En Cataluña, durante la Guerra de la Independencia (1808-14), los guerrilleros catalanes sometieron a decenas de oficiales enemigos a la sierra. En la Alemania luterana la sierra esperaba a los cabecillas campesinos rebeldes, y en Francia a las brujas preñadas por Satanás. La ilustración nos muestra la muerte agónica a la que son sometidos tres homosexuales
LA CIGÜEÑA
La cigüeña. Éste es otro de los instrumentos de tortura que a primera vista no da fe de los sufrimientos que es capaz de crear, porque su misión no es únicamente la de inmovilizar a la víctima. A los pocos minutos de su utilización sobre la persona, ésta sufre fuertísimos calambres, primero de los músculos abdominales y rectales, luego de los pectorales, cervicales y de las extremidades. Con el paso de las horas, estos calambres conducen a un continuo e insufrible dolor en abdomen y recto. En tal situación, la víctima solía ser golpeada, pateada, quemada y mutilada a placer.
EL APLASTAPULGARES
El aplastapulgares. Simple y muy eficaz, el aplastamiento de los nudillos, falanges y uñas es una de las torturas más antiguas. Los resultados, en términos de dolor infringido con relación al esfuerzo realizado y al tiempo consumido, son altamente "satisfactorios". Éste era uno de los muchos instrumentos utilizados en lo que se conoce como "las preguntas dolorosas", que consistían en la extracción de confesiones por medio de torturas descritas e ilustradas con precisión científica, hasta los mínimos detalles: el grosor de cuerdas, el número de eslabones de las cadenas, la longitud de clavos y tornillos, los grados de mutilación permanentes permitidos para diferentes grados de acusaciones, etc
ESTIRAMIENTO DE MIEMBROS
Una tortura fundamental, que a veces constituía únicamente una preparación de la víctima para posteriores tormentos, era la dislocación de los hombros mediante la rotación violenta de los brazos hacia atrás y arriba. El suplicio del péndulo es (como tantas otras torturas) barato y eficiente. No necesita equipos complicados. Las muñecas de la víctima se ataban por detrás de la espalda, y en esa ligadura se añade una cuerda y se iza. Inmediatamente, los húmeros se desarticulan junto con la escápula y la clavícula. Tal dislocación producía horribles deformaciones, a menudo permanentes. La agonía se podía estimular mediante pesas agregadas progresivamente a los pies, hasta que al fin el esqueleto se desmembraba. Al final, la víctima, paralizada, moría.