Una pequeña meditación sobre el amor

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Max_Demian rebuznó:
Sí, claro, la vida tiene el sentido que cada uno quiera darle. Ajá, muy interesante...

NO.

Home, si para tí todo es una puta mierda con la bandera de no sé, Rusia, pinchada, pues, qué quieres que te diga.
Un pájaro bebiendo de una fuente. Una fragancia de un rosal. Una mujer cantando, a lo lejos. Y todo tiene sentido. Puedes simplificar o enmarañar todo lo que quieras. Pero vamos, que estas respuestas me hacen llorar. Espero que al menos te gustara The Fountain.
 
Weiz rebuznó:
Precisamente creo que sólo siendo libre puedes enamorarte. Si tú eres libre, desearás que la otra persona también lo sea.

Me emocionan estas conversaciones. Vamos a quedar todos en 5 minutos en el bar de abajo, coño :lol:

Para enamorse no hace falta ser libre, esto se demuestra por el hecho de que cualquiera puede enamorarse. Pero si eres libre y te enamoras, ya tendras que pensar en esa persona, ocupar tu tiempo con ella, te estaras forzando subjetivamente a hacer algo bajo algo que se llama amor. Da igual como se llame, en el momento que pierdes capacidad para elegir y te influyen sentimientos, opiniones, instintintos, etc se deja de ser totalmente libre.
 
Así en la vida como en el amor, es la muerte precisamente lo que hace que nos aferremos a ello con mas intensidad, un final anunciado es lo que nos hace exprimir su jugo hasta el final.
Coincido con Weiz en todo menos cuando habla de la posteridad, que es y debería ser la mayor de las glorias para un hombre.
 
Para enamorse no hace falta ser libre, esto se demuestra por el hecho de que cualquiera puede enamorarse. Pero si eres libre y te enamoras, ya tendras que pensar en esa persona, ocupar tu tiempo con ella, te estaras forzando subjetivamente a hacer algo bajo algo que se llama amor. Da igual como se llame, en el momento que pierdes capacidad para elegir y te influyen sentimientos, opiniones, instintintos, etc se deja de ser totalmente libre.

Ah, yo hablaba del Amor, no del encoñamiento/necesidad. Ser libre no es ser egoísta. Y no sé, es que es demasiado óbvio todo y me siento subnormal explicándolo.
 
Para enamorse no hace falta ser libre, esto se demuestra por el hecho de que cualquiera puede enamorarse. Pero si eres libre y te enamoras, ya tendras que pensar en esa persona, ocupar tu tiempo con ella, te estaras forzando subjetivamente a hacer algo bajo algo que se llama amor. Da igual como se llame, en el momento que pierdes capacidad para elegir y te influyen sentimientos, opiniones, instintintos, etc se deja de ser totalmente libre.
Eso es cierto, en el 99% de los casos.
Pero creo que existe un amor puro, inmaterial, en el que no hace falta nada mas que el propio amor. No os hagáis ilusiones con encontrarlo.
 
gdx54 rebuznó:
Así en la vida como en el amor, es la muerte precisamente lo que hace que nos aferremos a ello con mas intensidad, un final anunciado es lo que nos hace exprimir su jugo hasta el final.
Coincido con Weiz en todo menos cuando habla de la posteridad, que es y debería ser la mayor de las glorias para un hombre.

La gloria es lo que tienes y retienes y mereces y valoras y amas entre las manos. Entre tus manos. Lo que venga después de tu muerte serán leyendas, pura palabrería, halagos, sin más. Halagos a un muerto, flipa.
 
No tengo tiempo de discutir sobre temas que no soportan una discusión, y no es porque no tenga ganas, que conste.





Pequeñas alegrías, de Hesse.

En nuestro tiempo una gran parte del pueblo vive en estado de insensibilidad y apatía. Los espíritus delicados sienten dolorosamente el impacto de nuestras formas de vida y se inhiben frente a la actualidad. En arte y en poesía, tras un breve período de realismo, se advierte por todas partes un clima de insatisfacción, cuyos síntomas más claros son la nostalgia del Renacimiento y el neorromanticismo. "Os falta la fe", clama la Iglesia; "Os falta el arte", clama Avenarius. Es posible. Pero entiendo que nos falta ante todo alegría. El anhelo de una vida superior, la visión de la vida como algo jovial, como una fiesta, es lo que, en el fondo, tanto nos seduce en el Renacimiento. La sobreestimación aritmética del tiempo, la prisa como principio y fundamento de nuestro estilo de vida, es el más peligroso enemigo de la alegría. Con sonrisa nostálgica leemos los idilios y los viajes sentimentales de épocas pasadas. ¿Para qué anhelaban tener tiempo nuestros abuelos? Cuando yo leí la égloga de Friedrich Schlegel a la
ociosidad no pude sustraerme a este pensamiento: ¡cómo te habrías lamentado si hubieras tenido que trabajar como nosotros! Este carácter vertiginoso de la vida actual ha ejercido sobre nosotros su nefasta nfluencia ya desde la primera educación; es triste, pero es inevitable. Lo peor es que la prisa de la vida moderna se ha apoderado ya de nuestras escasas partidas de ocio; nuestra forma de gozar y divertirnos apenas es menos nerviosa y azacanada que la barahúnda de nuestro trabajo. "La mayor cantidad posible y la mayor celeridad posible", es la consigna.

La consecuencia de ello es el aumento constante del placer y la disminución progresiva de la alegría. El que ha asistido a una gran fiesta en ciudades o incluso en capitales, o ha observado los tipos de diversión en la urbe moderna, no puede menos de evocar con dolor y
repugnancia los rostros enfebrecidos y los ojos vidriosos de la gente. Y este estilo de diversión patológica, aguijoneado por una perpetua insatisfacción y al mismo tiempo aquejado de un perpetuo hastío, se ha implantado también en los teatros, en la ópera, en las salas de concierto y en las galerías de arte. La visita a una exposición moderna
rara vez suele resultar un auténtico placer. El rico tampoco se ve libre de estos males. Podría escapar a ellos en teoría, pero en realidad no puede. Hay que participar, hay que estar al corriente, es necesario no perder altura. Yo no dispongo de una receta universal, como no dispone nadie, contra esta situación deplorable. Pero quiero traer a la memoria una consigna nada moderna, muy vieja: el disfrute moderado es doble disfrute. Y: no desatendáis las pequeñas alegrías. Moderación, por tanto. En determinados círculos se necesita tener valor para dejar de asistir
a un estreno. En otros círculos hace falta valor para confesar que no se conoce una novedad literaria a las pocas semanas de su aparición. En muchos ambientes uno queda en ridículo si no ha leído el periódico del día. Pero yo sé de algunas personas que no se arrepienten de haber tenido este valor. El que dispone de una plaza de abono en el teatro, no piense que va a perder algo por hacer uso de ella sólo cada dos semanas. Se lo garantizo: saldrá ganando. El que está habituado a ver cuadros en serie, haga la prueba, si todavía es capaz, de permanecer una hora o más delante de una obra maestra y darse por satisfecho para aquel día. Saldrá ganando. Pruebas similares podrían hacer el lector empedernido, etcétera. El lector se sentirá molesto, alguna vez, al no poder comentar alguna novedad. Alguna vez provocará sonrisas. Pero pronto será él quien sonreirá y sabrá a qué atenerse. Y el que no pueda fijarse limitaciones en otros terrenos, pruebe la costumbre de acostarse a las diez, al menos una vez por semana. Quedará maravillado de la espléndida compensación que recibe por esta pequeña tregua en tiempo y en placer. Con el hábito de la moderación se encuentra estrechamente vinculada la capacidad de goce para las "pequeñas alegrías". Pues esta capacidad, que originalmente es innata en toda persona, presupone ciertas cosas que en la vida moderna están atrofiadas y se han volatilizado, a saber, un cierto acopio de serenidad, de amor y de poesía. Estas pequeñas alegrías, que le son regaladas al pobre de un modo particular, son de tan poca apariencia y se
hallan tan desparramadas en la vida cotidiana, que los sentidos embotados de innumerables trabajadores apenas llegan a percibirlas. No llaman la atención, no son apreciadas, no cuestan dinero (paradójicamente, ni los pobres saben que las más bellas alegrías son siempre las que no cuestan dinero). Entre estas alegrías están en primer lugar las provenientes de nuestro contacto diario con la naturaleza. Especialmente nuestros ojos, estos ojos tan maltratados, tan sobrecargados, del hombre moderno pueden ser, si queremos, fuente inexhausta de delicias. Cuando yo salgo por la mañana a mi trabajo, diariamente caminan junto a mí o me salen al paso muchos otros trabajadores que acaban de saltar de la cama y marchan rápidos y ateridos por la calle. La mayoría caminan con prisa y tienen los ojos fijos en su itinerario o, a lo sumo, observan el vestir y la cara de los transeúntes. ¡Alzad la cabeza, amigos! Haced un esfuerzo para mirar...un árbol o al menos un trocito de cielo. No será un cielo límpido y azul, pero de alguna manera se puede siempre percibir la luz
del sol. Acostumbraos a mirar al cielo cada mañana, por un momento, y sentiréis de pronto el aire en torno vuestro, el fresco matinal que se os regala en ese intervalo entre el sueño y el trabajo. Encontraréis que cada día posee su luz y cada alero de tejado su encanto especial. Demoraos un poquito en la contemplación, y proveeréis para todo el día de un mínimo de
bienestar y de comunión con la naturaleza. Paulatinamente se va educando el ojo, sin esfuerzo, para servir como mediador de muchas pequeñas sensaciones, para la contemplación de la naturaleza, de las calles, para captar la gracia innumerable del diario acontecer. De ahí hasta la visión educada para el sentido artístico resta sólo el trecho más corto del camino; lo principal es el comienzo, el abrir los ojos.

Un trozo de cielo, una tapia de jardín desbordada de verde ramaje, un brioso caballo, un hermoso perro, un grupo de niños, un rostro de mujer...son espectáculos que no debemos dejar escapar. El que se ha iniciado en este ejercicio es capaz de descubrir en la ruta diaria cosas preciosas, sin necesidad de perder un minuto de tiempo. Este ejercicio no
fatiga nuestros ojos, sino que los fortalece y los renueva, y no sólo ellos salen ganando. Todas las cosas poseen una faceta bella, aún las cosas feas o desprovistas de interés; sólo hace falta saber mirar.

Vivir cada día el máximo posible de pequeñas alegrías y reservar los goces mayores y más fatigosos para los días solemnes y los buenos momentos, es lo que yo aconsejaría a todo el que padece de desazón y falta de tiempo. Son las pequeñas alegrías, y no las grandes, las que nos sirven parael descanso, la liberación y el relajamiento de cada día.


 
Weiz rebuznó:
Ah, yo hablaba del Amor, no del encoñamiento/necesidad. Ser libre no es ser egoísta. Y no sé, es que es demasiado óbvio todo y me siento subnormal explicándolo.

Da igual como se llame, cualquier sentimiento te quita libertad. Para mi la libertad es poder decidir sin que nada influya.
 
Weiz rebuznó:
La gloria es lo que tienes y retienes y mereces y valoras y amas entre las manos. Entre tus manos. Lo que venga después de tu muerte serán leyendas, pura palabrería, halagos, sin más. Halagos a un muerto, flipa.
Cuando hablo de posteridad pienso en Miguel Ángel, Nietzsche, Beethoven, Jesucristo etc; no hablo de el cariño que mi madre sienta por mi bisabuela.
Al igual que tu escribes en éste foro y esperas provocar algo en quién te lea, posiblemente sin llegarlo a saber, imagínate la certeza de saber que con tu legado vas a conmover a millones de personas a lo largo de la historia.
 
dsoper85 rebuznó:
Da igual como se llame, cualquier sentimiento te quita libertad. Para mi la libertad es poder decidir sin que nada influya.

Bueno, si prefieres placeres pasajeros para vivir cómodamente, pues me parece bien. Cada uno elige su forma de vida y tal.
Dime, ¿qué sientes cuando escuchas cualquier pieza del Requiem de Mozart? ¿o cuando te asomas al balcón en una noche cerrada y calurosa y una brisa te empuja? ¿o cuando ves, por ejemplo, Noche estrellada de Van Gogh? ¿O tampoco?
O vamos, sustituye Mozart por, yo qué sé, alguna canción buena, y a Van Gogh por el gol que dé la Liga a tu equipo.
 
Cuando hablo de posteridad pienso en Miguel Ángel, Nietzsche, Beethoven, Jesucristo etc; no hablo de el cariño que mi madre sienta por mi bisabuela.
Al igual que tu escribes en éste foro y esperas provocar algo en quién te lea, posiblemente sin llegarlo a saber, imagínate la certeza de saber que con tu legado vas a conmover a millones de personas a lo largo de la historia.

Tal vez la superioridad de las personas que han marcado un pensamiento global se daba a que mientras hacían lo que hacían, estaban dentro de ello, no proyectados a la posteridad. Pero vamos, sí.
 
Bueno, si prefieres placeres pasajeros para vivir cómodamente, pues me parece bien. Cada uno elige su forma de vida y tal.
Dime, ¿qué sientes cuando escuchas cualquier pieza del Requiem de Mozart? ¿o cuando te asomas al balcón en una noche cerrada y calurosa y una brisa te empuja? ¿o cuando ves, por ejemplo, Noche estrellada de Van Gogh? ¿O tampoco?
O vamos, sustituye Mozart por, yo qué sé, alguna canción buena, y a Van Gogh por el gol que dé la Liga a tu equipo.

No estoy hablando de mi, estoy poniendome en la situacion de alguien que fuera totalmente libre. No hablo de placeres pasajeros ni de mi forma de vida. Lo que pretendo decir es que no estoy de acuerdo con el ultimo punto del primer post, y que solo alguien sin sentimientos y con una personalidad extremadamente fuerte podria llegar a ese nivel. Entiendo lo que dices, hablando de un "amor", yo lo llamaria admiracion, no hacia una persona si no hacia algo intangible.

Tampoco voy a desvelar lo que siento con placeres pasajeros como puede ser cualquiera de los que has dicho.

PD: tengo la sensacion de que no rebates mis ideas, si no que dices ideas nuevas.
Ej:
tu: Precisamente creo que sólo siendo libre puedes enamorarte. Si tú eres libre, desearás que la otra persona también lo sea.
yo: Para enamorse no hace falta ser libre, esto se demuestra por el hecho de que cualquiera puede enamorarse.
tu:?
 
¿Por qué tengo la sensación de que últimamente discuto con toda la gente como si fueran mis novios? Ya van dos veces hoy en este foro, y unas cuantas más con colegas.

Entonces, es que diferimos en lo que término de libertad se refiere.
Cualquier tonto puede enamorarse. Sólo unos pocos pueden amar. O algo, no sé.
Os doy a todos la razón, ya me he aburrido.
 
¿Por qué tengo la sensación de que últimamente discuto con toda la gente como si fueran mis novios? Ya van dos veces hoy en este foro, y unas cuantas más con colegas.

Entonces, es que diferimos en lo que término de libertad se refiere.
Cualquier tonto puede enamorarse. Sólo unos pocos pueden amar. O algo, no sé.
Os doy a todos la razón, ya me he aburrido.

En el fondo todo el mundo se parece, hay unos pocos estereotipos generales practicamente iguales, sin apenas diferencias entre uno y otro. Alguna vez tambien he oido comentar que de un novio a otro suelen ser parecidos (tiene logica). Eso es algo que ayuda a la teoria de que hay unos pocos tipos de personas, siendo unos tipos mas raros que otros.

Ya dije lo que es libertad para mi, tener capacidad para elegir sin influencias.

En lo de enamorarse y amar te doy la razon.

PD: Sigues desviando el forochateo por donde te apetece.
 
Habrá estereotipos, todos los que quieras, pero cada persona emana una fuerza única e inexpugnable. Pero a lo que me refería es que el tono de las conversaciones me recuerdan más a discusiones que se suelen tener entre pareja que a discusiones propiamente dichas. Será que estoy ñoña.

Sí, llevo la conversación hacia donde quiero, pero porque soy libre :lol:
 
Una caída de tarde de mayo, en una playa del norte y sin más compañía que el silencio de una mujer hermosa, vino tinto suave y quince minutos con Lichtenberg. Concédaseme eso. Solamente eso…
 
Weiz rebuznó:
Habrá estereotipos, todos los que quieras, pero cada persona emana una fuerza única e inexpugnable. Pero a lo que me refería es que el tono de las conversaciones me recuerdan más a discusiones que se suelen tener entre pareja que a discusiones propiamente dichas. Será que estoy ñoña.

Sí, llevo la conversación hacia donde quiero, pero porque soy libre :lol:

Entonces no hay mas que decir.
 
Weiz rebuznó:
Sí, llevo la conversación hacia donde quiero, pero porque soy libre :lol:
:137
Weiz rebuznó:
Habrá estereotipos, todos los que quieras, pero cada persona emana una fuerza única e inexpugnable.
Es ahí donde se diferencian los grandes de los mediocres, en su individualidad.
 
Bueno, pues entonces hoy duermo en el sofá :lol: Joder, es que estoy poniendo hasta las caras de niña pequeña subnormal cuando escribo ésto :lol: Estoy ñoña echando de menos a alguien, sí. Porque no sé vosotros, pero estas discusiones con la pareja molan requetemil. Estoy hasta por llamarle y debatir sobre ésto y todo. Nah, es tarde y ni me lo pillará.

Pues eso, que buena noches, que una se va a dormir.
 
Yo solamente sé que cuando una persona se pega esas ralladas mentales (no digo que esté equivocado) es debido a que a día de hoy se encuentra desdichado sentimentalmente y piensa demasiado sacando esas conclusiones.

No, si es que Lisa Simpson tiene toda la razón del mundo aunque eso lo sé yo desde los 8 años (anda, igual que Lisa).

Happiness-intelligence-lisasimpson.jpg
 
Para enamorse no hace falta ser libre, esto se demuestra por el hecho de que cualquiera puede enamorarse. Pero si eres libre y te enamoras, ya tendras que pensar en esa persona, ocupar tu tiempo con ella, te estaras forzando subjetivamente a hacer algo bajo algo que se llama amor. Da igual como se llame, en el momento que pierdes capacidad para elegir y te influyen sentimientos, opiniones, instintintos, etc se deja de ser totalmente libre.

El ejercicio de la libertad tiene una motivación siempre. Da igual que tu motivación sea una u otra. El caso es que cuando uno hace las cosas porque quiere, no pierde libertad. Por lo tanto, si quieres a alguien no pierdes libertad porque te comportas así porque quieres, tienes una motivación voluntaria, que sale de ti.

Sobre el amor, hay una cita de alguien que dice: "Pueden enamorarse los necios y los locos, pero no los hombres ocupados".

Aparte de esto, la Iglesia dice que cuando uno se muere puede ir al cielo o al infierno. Pero la realidad es que el infierno es la Tierra, es la vida. Para vivir, hay que comer, que es lo mismo que matar (a no ser que algún día se invente introducir energía y proteínas en el cuerpo de manera artificial). Cada día y todos los días, hay que comer/matar plantas y/o animales, a los que no les gusta ser matados para que otro se los coma. Cada día, un holocausto de animales en las granjas, o en las sabanas y selvas, y océanos del planeta de unos contra otros. Matar, matar, y nacer, nacer, incesantemente, sin parar. ¿No es esto el infierno?.
 
(...)A menudo me pregunto por la finalidad de los instintos, del deseo de comer, beber, realizar el acto sexual, etc., y la única respuesta que hallo es el evitar la muerte. Deseamos comer para no morir de inanición, beber para no morir de deshidratación, satisfacer el instinto sexual para perpetuarnos más allá de la muerte, quimera que la propia naturaleza nos hace creer como posible, cuando lo cierto es que después del último sueño se extingue nuestro ser.
Mediante los instintos la naturaleza prevalece sobre la muerte, de ahí que sean tan irresistibles. El más violento e inquebrantable es el instinto contra la propia destrucción del ser, esto es, el del miedo a morir y le sigue el deseo de trascender la propia vida, dejando huella de nuestra existencia en la de otro ser.

¿Cómo afirmar que después del último sueño se extingue nuestro Ser? ¿La naturaleza del Ser no es superior a lo físico? Sin querer meterme en camisas de once varas...¿acaso no somos energía, creada por otra energía, que sencillamente se transformará?.
Sólo sabemos que no sabemos nada sobre ello; el término de este infierno, como dice qbit, puede ser efectivamente el fin de los fines o el comienzo de lo que, sencillamente, ignoramos.
Ése temor es el que nos atenaza y nos confunde, haciendo tan penoso este camino hacia ése destino desconocido. ¿Por qué no dar una vuelta de tuerca? ¿Acaso ha habido un Ser sobre la Tierra capaz de afirmar con rotundidad que no hay nada más?.

Para mí, los instintos son meros engaños de la vida, por deseo de vivir, y tal vez superándolos sea la única manera de superarse a uno mismo y encontrar aquello que llaman felicidad, porque no es posible ser feliz viviendo en una mentira.

Totalmente de acuerdo. Dejemos a un lado los instintos...Son como las piezas básicas de una maquinaria -imprescindibles, por supuesto- pero controlables, ya que dejarnos llevar por su funcionamiento provocan ceguera al raciocinio. Tarea difícil que cuesta toda una vida... En mi opinión, trato de observar mis instintos, localizar mis emociones, darles nombre y mediar con ellas (que no subyugarlas). No es tan sencillo, pero muchos de los grandes errores de mi vida han venido por dejarme llevar por ésos instintos, ésas emociones.

En el ser humano hay muchos tipos de amor. El amor romántico, tiene componentes instintivos en su comienzo, a veces parece que más para el hombre que para la mujer, capaz de seleccionar entre diversos individuos. No es así en todos los casos, ni mucho menos. La respuesta, a mi juicio, viene dada por la capacidad de ir más allá de esos instintos o intereses, dando prioridad a los valores, a la inteligencia, a la razón. Los buenos sentimientos, la educación, los valores humanos, elevan al Ser por encima de todo lo que lo conforma, lo que subyace al Ser.

Cuando alguien tiene una visión del ser tan especial, es difícil que se sienta atraído por otra persona, puesto que siempre concebirá la relación como un engaño, y el amor del otro como una mentira. Y tal vez sólo la mirada de unos ojos nobles de verdad, puedan hacerle creer que el equivocado es él y trasmutar en su interior lo que siente como una verdad trágica.


Educa tu alma. Ensancha tu corazón y tu Ser. Ten paciencia, no dejes que las nubes te hagan olvidar lo que hay detrás. Todo llega.

Hum So - So Hum Lo que fuí, Seré. Soy lo que fuí.

P.D.: No afirmo nada, sólo trato de encontrar ideas que me permitan seguir navegando...
 
Max_Demian rebuznó:
Sobre lo único que puedes tener una certeza absoluta, es sobre que te vas a morir ... la muerte le quita sentido a todas tus acciones.

Weiz rebuznó:
ays, qué bonita la película de The Fountain.

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The Fountain es todo un placer para la vista y para el espíritu. Viendo esa pelicula se tiene la sensación trascendente de un espectáculo de fuegos de artificio, fugaces y luminosos, pólvora invertida en belleza, arquitecturas de estrellas resplandecientes, nostalgia del paraíso, su fascinación es el reverso luminoso del encanto sublunar de los fondos marinos, acostados en la tiniebla esmeralda de luces y reflejos, concha nacarada y delicuescente que se deshace en fugaces resplandores irisados. Ambos, para mí, atrayentes porque delimitan las bandas invisibles de nuestro espectro de anhelos e ilusiones, ambos representan, en el límite solar y tenebroso, ígneo y lunar, lo que somos y lo que quisiéramos ser: efímeros y delicuescentes, luminosos, iridiscentes; misterioso camaleón el hombre, que se aferra a lo duradero pero sabe, en lo más hondo, que sólo lo fugaz permanece y dura.

Gran película sin duda.

PD: gdx52, igualmente.
 
Yo tengo otra perspectiva del tema: siempre he pensado que la mentira no es la vida como tal o los instintos primarios y habilidades adquiridas tras el aprendizaje (a veces doloroso, pero eficaz)... no, lo que nos da por culo constantemente... es el INTELECTO! Pienso en ello como una tara que nos inclina al borde del abismo a la autodestrucción, a lo antinatural... creo que la vida tal y como ha sido concebida por la naturaleza, no contemplaba algo así.

Es posible que el proceso vital sí tenga una lógica y un fin que escapa a nuestra inteligencia. Porque si la inteligencia no es más que una tara o una mutación del ser humano que nos perturba constantemente, seguramente ésa sea la única pieza del rompecabezas que no encaja aquí: eso mismo... ¡nuestra cabeza!

Abogo por una manera más conveniente de vivir: hagamos caso a nuestro cerebro, ya que algo de provecho hemos de sacar de nuestro defecto (si naciéramos con 3 brazos o 3 ojos, ¿pues qué íbamos a hacer? ¡usar el de regalo aunque a veces moleste o nos distraiga!)... pero tampoco le hagamos demasiado caso en algunas ocasiones. Para mí esa es la única forma "inteligente" de usar nuestra inteligencia.
 
Las personas amamos aquello que nos falta. Somos seres incompletos buscando quien nos complete las carencias y somos egoístas hasta el punto de que, aún habiendo terminado todo, seguimos empeñados en que nos recuerden para nuestra subsistencia.
 
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