Esto es como todo, siempre queremos lo que no tenemos. Leí hace tiempo que el marido de Mónica Belucci, se la estaba pegando con la niñera, una chaparrita gordita y con los pelos de las cejas unidos al flequillo. ¿Qué quiero decir con esta mierda de símil?
Pues eso, qué en el fondo todo es una mierda. No hay un término medio. La ciudad tiene todas las comodidades, incluso las que no necesitamos, incluso las que no usamos pero que si no estuvieran ahí, a nuestro alcance, echaríamos de menos. El campo es todo lo contrario, pero tienes esa paz que los que estamos hasta los cojones de todo necesitamos a veces. El silencio, el poder respirar y conectar. ¿Pero cuánto tiempo aguantaríamos esa mierda silvestre?
Yo he pasado algunos veranos y fines de semana con la caravana en campings, en casas rurales apartadas de todo, en refugios en la puta montaña... y más de cinco días me resulta un calvario. El aire que me faltaba, al final me acaba sobrando. La paz que necesitaba al final se convierte en una guerra interna. El conectar con unos mismo hace que me desvincule y me convierta en un ser taciturno.
Quizás la culpa sea el sacarme de mi zona de confort. El caso es que intento llevar en la ciudad la vida que podría llevar en el campo, y más ahora con la pandemia, que para los asociales hijos de puta ha sido una bendición (si no fuera por los muertos y esas cosas). Intento salir lo menos posible, relacionarme poco con la gente (el wassap es ideal para mantener cierto contacto con la gente que te interesa, así nunca desconectas del todo con esos amigos imaginarios), me gusta encerrarme, escuchar música mientras fuera de mi habitación la vida sigue. Por suerte mi entorno lo entiende y me dejan tranquilo, aunque bien es sabido que alguna concesión hay que hacer: en las fiestas de guardar, entierros y alguna fiesta ocasional familiar (de la parte contratante, de la mía paso completamente).
Parasito como un ermitaño, mientras vivo con las comodidades de un urbanita, supongo que así he encontrado un equilibrio que me permite seguir.
También es cierto que tenemos demasiadas comodidades, que antes no había tantas y con una pelota pasábamos la tarde. Ahora no es suficiente, a parte de una pelota, un libro, un disco, una serie, una sesión de pajas o un foro soliviantan un poco la necesidad de ganar el tiempo que se pierde.