Sir Ano de Bergerac
La becaria de Aramís Fuster.
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Sí, en este foro ya sabemos que el feminismo es una mierda, pero lo que no se ha discutido tanto es acerca de la idea de masculinidad, que es uno de los temas interesantes que abre el debate feminista. La tecnología dialéctica nos dice que ante una mierda de ideología se le opone otra mierda no menos grande, de tal modo existe un concepto de masculinidad que se define frente a los márgenes de las charos que es una de las mejores formas de joderte la vida como tío viviendo tu universo desde un prisma embrutecido, capado y ciego (esperaba que alguno se había dado cuenta a estas alturas de que tengo el TOC de, cada vez que abro una enumeración, ésta tiene que ser de tres).
Según la universidad de mis cojones morenos, el arquetipo masculino moderno se forja a partir de la revolución industrial cuando se requieren trabajadores que sean auténticas mulas de carga: insensibles y resistentes. Este animal necesita una figura en su casa que se ocupe de los pormenores de la vida ordinaria, darle de comer y gestionar la crianza de la prole. Como sobrellevar una vida así requiere altas dosis de descarga, haremos a este hombre alcohólico y putero. Irse de putas es una de las mejores maneras de destruir la masculinidad, aniquilando toda la energía creativa del romance para convertirla en una transacción monetaria; no te lo tienes que currar: pagas y follas, y la correspondencia del flirteo es meramente una escenificación pactada.
Como el hombre se hizo insensible, este le cedió toda su sensibilidad a las mujeres, convirtiéndola en sensiblería porque ellas en realidad no saben de sensibilidad. Hemos permitido que si vemos por la calle un letrero que marca “estética”, sabemos que éste es un lugar de reunión de mujeres, que si una película o una novela trabajan las emociones está dirigida a un público femenino, que quien escribe poemas es mujer o maricón. Y yo os digo que no hay nada más maricón que reprimir toda la sensibilidad sublime que posee el hombre.
¡GILIPOLLAS!
Habéis tergiversado todo haciendo un esperpento de la masculinidad, creyéndoos hombretones muy machos por no haber llorado nunca, por ser vestidos por vuestras madres, por no saber mostrarle vuestra sensibilidad a una mujer o a un amigo. Sois realmente subnormales. Habéis cedido precisamente lo mejor que teníais a cambio de nada.
Sería demasiado largo de desarrollar, pero el verdadero arquetipo masculino no es el materialista o el sensato ¡es justamente al revés!; el hombre es el soñador, el de las ideas elevadas, quien vive en las alturas del espíritu copulando con las musas. La mujer es la que pone los pies en la tierra y ha de aterrizar con dulzura los sueños del hombre convirtiéndolos en materia. Cuando esta unión se logra es algo imparable. La mujer recibe, el hombre da; y para dar se engalana con los mejores ingenios, compone las mejores canciones y los mejores poemas, pinta los mejores cuadros y folla realmente inspirado cuando hay amor.
Según la universidad de mis cojones morenos, el arquetipo masculino moderno se forja a partir de la revolución industrial cuando se requieren trabajadores que sean auténticas mulas de carga: insensibles y resistentes. Este animal necesita una figura en su casa que se ocupe de los pormenores de la vida ordinaria, darle de comer y gestionar la crianza de la prole. Como sobrellevar una vida así requiere altas dosis de descarga, haremos a este hombre alcohólico y putero. Irse de putas es una de las mejores maneras de destruir la masculinidad, aniquilando toda la energía creativa del romance para convertirla en una transacción monetaria; no te lo tienes que currar: pagas y follas, y la correspondencia del flirteo es meramente una escenificación pactada.
Como el hombre se hizo insensible, este le cedió toda su sensibilidad a las mujeres, convirtiéndola en sensiblería porque ellas en realidad no saben de sensibilidad. Hemos permitido que si vemos por la calle un letrero que marca “estética”, sabemos que éste es un lugar de reunión de mujeres, que si una película o una novela trabajan las emociones está dirigida a un público femenino, que quien escribe poemas es mujer o maricón. Y yo os digo que no hay nada más maricón que reprimir toda la sensibilidad sublime que posee el hombre.
¡GILIPOLLAS!
Habéis tergiversado todo haciendo un esperpento de la masculinidad, creyéndoos hombretones muy machos por no haber llorado nunca, por ser vestidos por vuestras madres, por no saber mostrarle vuestra sensibilidad a una mujer o a un amigo. Sois realmente subnormales. Habéis cedido precisamente lo mejor que teníais a cambio de nada.
Sería demasiado largo de desarrollar, pero el verdadero arquetipo masculino no es el materialista o el sensato ¡es justamente al revés!; el hombre es el soñador, el de las ideas elevadas, quien vive en las alturas del espíritu copulando con las musas. La mujer es la que pone los pies en la tierra y ha de aterrizar con dulzura los sueños del hombre convirtiéndolos en materia. Cuando esta unión se logra es algo imparable. La mujer recibe, el hombre da; y para dar se engalana con los mejores ingenios, compone las mejores canciones y los mejores poemas, pinta los mejores cuadros y folla realmente inspirado cuando hay amor.
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