pide". Total, que me piro a un bareto que habían montao nuevo por el barrio, todo modernito, ¿sabes? Y ya de entrada, olía a que la cosa no iba a molar, pero bueno, dije: "Venga, no seas cuñado, Pirri, prueba".
Me planto en la barra y le suelto al pavo: "Una caña, máquina, bien tirada". Y va el notas y me saca una cosa en un vaso raro, que parecía más un laboratorio que un bar, y me dice: "Son 4,50". ¡4,50, tronco! ¡Que eso en los 80 eran casi mil pesetas! ¡Mil! Con eso te montabas un fiestón con tapa incluida y hasta echabas al tragaperras, loco. Pero bueno, me la bebí, porque yo pa’ atrás ni pa’ coger carrerilla.
Luego voy pa’ la mesa de billar, que estaba ahí reluciente, como si le hubieran dao cera del coche. Pillo un taco y... ¡tú, qué risas! Pesaba menos que un chupa-chups, tío. Nada que ver con los de antes, que parecían troncos de árbol y si te cabreabas con alguien, ¡zas! lo partías por la mitad. Total, que me pongo a jugar, y las bolas, colega, más brillantes que las calvas del bar Manolo. ¡Yo no veía un carajo del reflejo!
Y encima, un eurazo por partida. ¡Un eurazo, chaval! En los 80 con 5 duros te