¿Cómo lo envenenaste, nena? Me interesa.
Recuerdo que el último año de EGB, halla por el noventa y tres, mi tutora era una treintañera de carnes prietas, bien puestas, y rotundas. Si acaso un tanto escurrida de culo, pero digna musa de torrentes de gachas pubescentes. Sucede que era año jacobeo y nos empaquetaron en un bus a Santiago en un viaje de tres días. Me vienen a la memoria un par de cosas. Primero, que al hijoputa del santo por mucho que lo intenté cuando insistieron en que le diésemos un abracito, no se le soltaban los pedruscos preciosos que tenia incrustados. Supongo, a pesar del genuino fervor religioso con el que lo abracé, que otro de sus milagros sería haber inventado el puto loctite.
Segundo, que la primera noche la hicimos en un parador infecto donde conocí el pollo leproso y la desvergüenza de esta pájara lubrica. Nos dieron a cenar en esa jamerdana infecta puta sopa de sobre recocida de primero, y anticipando el conato de rebelión que tal afrenta al buen paladar iba a provocar, sacaron de segundo unas enormes bandejas de muslos de pollo que en el ínterin de agarrarlos del hueso y llevártelos al paladar perdían por el efecto de la gravedad y la putrefacción gran parte de sus carnes tornadas al verde antes de llegar a la boca. Lamentable.
De ahí nos mandaron a las habitaciones, en las que afortunadamente repusimos nuestra menguada moral y fuerzas a base de una segunda cena etílica a costa de nuestros propios suministros. Adivino que para evitar que copulásemos, esta señora y otros profesores a cargo de nuestra recua se dedicaron a patrullar por los pasillos. Circunstancia que no evitó, gracias a nuestro sigilo, que desafortunadamente se colasen en mi alcoba en vez de un par de jamonas, un par de colegas con mas provisiones liquidas y una revista guarra.
Este par crapulines pretendían que les leyese, dada mi varonil y clara dicción, el relato erótico que aderezaba las fotos de una cochina abierta de chirla, pretendiendo impúdicamente sobornarme para ello con un par de latas calientes de zumo de cebada. No tardé en aclararme la voz con la primera de ellas y proceder a sus demandas en voz calma, alta y clara. Después le indiqué amablemente a este par que se hiciesen humo y fuesen a sus propias cochiqueras a hacer trabajos manuales.
Al día siguiente, montados en el autobús, se me acercó picara y pizpireta la señorita profesora y me espetó en alto para la numerosa y cautiva audiencia;
-¿Qué
@Timmy, te lo pasaste bien leyendo ayer a la noche?
A lo que dado el gallego carácter del viaje, respondí;
-¿Qué Merche, te lo pasaste bien anoche escuchando detrás de la puerta?
Como es bien sabido que en el pecado esta la penitencia, creo que ambos disfrutamos en una suerte de erótica e intima manera de la sana vergüenza que las mejillas coloradas del otro manifestaban, mientras nos mirabamos por debajo de la linea de los ojos con la cierta atracción recelosa de dos adultos que se acaban de conocer y se gustan.
Realmente, tengo buen recuerdo de ella.
Ahora, cuéntame
@El bedel, a parte de lo del veneno. ¿Qué es lo mas vergonzante que te ha pillado haciendo un alumno?