El otro día fui a recoger leña de una tala que han hecho hace poco cerca de donde vivo (la tala, para los granadinos, fue cerca de la gasolinera de Cenes). Según me dijo mi suegro, que fue el que me avisó, habían hecho la tala y cortado los troncos en tamaños manejeros que habían dejado bajo cada árbol para que la gente se los llevara, pero que no estaba muy seguro, que fuera discreto no vaya a ser que me multaran. Pues para allá que me fui, dejando en el arcén el coche y con un par de sacos que cargar a hombros. Pongo mi pequeño Clío en modo dos asientos para llenarlo de leña, bajo al perro y se baja la parienta y para allá que voy. Lo primero que veo: dos burros, los animales, se entiende, cargados de leña y una recua de gitanos y rumanos que me mira de mala manera. Yo paso y me pongo a llenar los sacos. Le digo a mi señora que no se aleje del coche, que no me fio, y ella tan contenta de no tener que cargar, la japuta. 10 viajes después, o sea, 10 sacos después, el Clío cargado y para casa. Pero los jodíos de los rumanos y jitanos me miraban con cara de estar quitándole algo suyo.
Es una mierda de historia, lo sé, pero es lo que hay. No hubo palos ni nada.