Bueno, pues ahí va la historia de mi vida con esto de las novias y las relaciones. Así ya de paso me presentoc. Como podréis observar por mi historia, igual debería pasarme a otro de los subforos con temática parecida pero desde una perspectiva más comercial. NOTA: TL;DR - acudir al último párrafo.
De primeras, yo eso del pico y la manita a los 13 años directamente no lo viví. Ni a los 13, ni a los 14, ni a los 15. Llegaron los 16, y... tampoco. Tampoco conocía a muchas tías, y las que conocía y me molaban o bien ya tenían su rollo/noviete, o bien simplemente no me atrevía a intentar nada con ellas, o bien intentaba hacer las cosas tan lentamente que no acababan en ningún lado. A los 15 una tía que conocí en una estancia de verano en el extranjero, y que me molaba un montón (y ella estaba buena), me confesó que yo también le molaba. Debido a mis inseguridades, creía que se estaba riendo de mí, sin mucha mala intención pero en plan algo de coña/trolleo, así que le dije con toda mi crueldad que "pues tú a mí no". Resulta que no, no lo decía de coña, y se puso a llorar y pasó a odiarme de por vida. Entre ella y una amiga estuvieron insultándome como dos horas vía Messenger, hasta que finalmente me borró para siempre. Karma is a bitch.
A los 17 tuve la oportunidad de liarme con una de las tías más buenas del colegio (no me lo creía ni yo, pero no sé cómo, surgió) y la desaproveché, y no fue por falta de ganas mías precisamente. No me extiendo en la historia porque me saldría un ladrillaco para contarlo todo, pero básicamente se juntaron dos factores: el primero, que iba con la boca bastante asquerosa entre todo lo que había fumado y comido esa tarde, cosa que me producía bastante reparo para besar a alguien (más cuando iba a ser la primera vez que iba a besar a alguien, algo bastante tristérrimo ya de por sí, como para sufrir una cobra post-aliento), y lo segundo es que esa misma tía había estado saliendo muy recientemente con un buen amigo mío, el cual estaba justo delante de nosotros, y al que evidentemente yo no quería putear. Yo era joven, ingenuo y subnormal, anda que no me habré arrepentido toda mi vida de aquella oportunidad perdida. La tía agarrándome y poniéndome su cuello y su boca a dos centímetros de la mía, y yo mientras tanto intentando apartarla. No fui más gilipollas porque el MEV no me parió más imbécil en su infinita hijoputez tallarinesca.
Y hasta ahí mis oportunidades en la adolescencia. También hay que contar alguna oportunidad para dar aunque fuera un pico jugando al típico juego de la botella que también desaproveché por deficiente mental, pero que total, tampoco es para tanto comparado con las otras dos ocasiones que ya he mencionado.
Mi primera relación (y no sexual) fue a los 18 años. Debo señalar que durante mi adolescencia frecuenté bastante al IRC, y ahí había conocido a una chica de Madrid con la que compartía ciertas aficiones y gustos. Cada uno vivíamos en un sitio, y además ella ni siquiera me gustaba, así que tampoco intenté nada más, ni siquiera a distancia. No obstante, en mi último año de instituto, ya para hacer la Selectividad, estuvimos jugando a un juego online que ella me enseñó (un MMORPG) y cogimos bastante más confianza de la que teníamos. En verano vino a una playa muy cerca de donde vivía yo, y me decidí y fui a verla, aunque lo hice un poco por sorpresa porque ella se hacía un poco la remolona. El caso es que el día fue muy bien y, al finalizar el día, despidiéndonos con los típicos dos besos, me dijo si sabía cómo era la despedida alemana, le dije que no, y me dio dos besos en la mejilla y uno en los labios. A partir de ahí le metí boca y estuvimos bastante rato besándonos. Ese fue mi primer beso, con 18 años.
Debido a que nunca había tenido ninguna experiencia similar en la adolescencia, a que estaba bastante falto de cariño, y a que ella en los últimos meses empezó a gustarme bastante, me enamoré perdidamente de ella. Daba la estupenda casualidad de que ese año iba a ir a Madrid a estudiar la carrera, así que tuve que ir allí a hacer la matriculación (el primer año había que hacerla presencial), por lo que, poco de un mes después de la visita de la playa, volví a verla otra vez. Ahí ya me declaré y conseguí que ella finalmente soltase un "te quiero", con lo que empezó nuestro noviazgo. No obstante, poco más de un mes después de empezarlo, entre que insistía tanto en recordarla que la quería (con lo que para ella se banalizó el significado de esas palabras), mi inexperiencia e impaciencia al respecto, y que a ella le estaban empezando a molar algún que otro maromo que conoció en el mismo juego online que mencioné antes, poco a poco comenzó a dejar de quererme. Poco después de llegar a Madrid, ya en octubre, cuando apenas llevaba una semana allí (y con toda la ilusión de poder estar por fin con ella como una pareja normal), me dejó. No habíamos durado apenas dos meses. Faltaban tres días para mi cumpleaños.
Aquello fue un mazazo para mi autoestima y para mí en general que me dejó totalmente KO, habida cuenta de todo lo que ya he contado. Empecé a tener sentimientos suicidas y estuve con depresión bastantes meses, incluyendo tratamiento psiquiátrico con antidepresivos y ansiolíticos. Alrededor de un mes después de que ella me dejara, en plena fase depresiva y sin ningún aprecio por la vida, siendo aún completamente virgen (con mi ex no había conseguido hacer muchas cosas sexuales, no se dejaba), decidí que por si acaso moría mejor hacerlo con la virginidad perdida, por lo que decidí irme de putas. Y así fue como perdí mi virginidad, con 19 años recién cumplidos, entre depresiones, un antro perdido en las entrañas de Madrid, y un billete de 50 euros. Lo pasé bien, la tía estaba buena, era maja y lo hacía bastante bien, además de que me dejó unos minutos de gracia al no haber conseguido correrme tras terminar el tiempo, pero debo confesar que, con todo, tampoco me sentí mucho mejor ni mucho más feliz que después de haberme hecho una paja.
Después de eso, como dos o tres meses después (aún seguía en plena depresión) me eché un pequeño rollo con una tía que tampoco me gustaba mucho pero me servía para aliviar las penas. Duró poco la cosa porque ella era consciente de que yo aún estaba enamorado de la chica que me dejó y siempre me preguntaba que, si ella me decía de volver, si yo le diría que sí. La respuesta era obvia. Así que me mandó a tomar por culo. O yo a ella. No recuerdo ya.
Durante ese y el siguiente año, mis relaciones se limitaron a una segunda prostituta (la última a la que fui en mi vida, poco antes de superar la depresión), y a acostarme con una chica de otro colegio mayor que se había tirado a medio Madrid, y que después de estar yo con ella se tiró al otro medio. Y para más INRI, con los nervios y que ese día había fumado mucho, ni siquiera conseguí que se me levantara en condiciones para pinchar. Los juegos previos y la mamada fueron celestiales, pero después de eso simplemente se encasquilló la pipa.
Mi segunda "relación", que vino como un par de años después de aquello, y que no llegó a ser relación seria por la distancia, pero que al menos fue una tía que me molaba y a la que me tiré a menudo, la conocí también en el dichoso juego que me había enseñado mi ex. A ese juego había dejado de jugar después de romper con mi ex, pero a esta chica ya la había conocido. Con el tiempo fuimos cogiendo más confianza, y al final nos vimos varias veces en ciudades en las que ella estaba y me pillaban relativamente cerca. La primera vez que la vi no pasó nada porque tenía novio, pero el resto me la tiré todas las veces, y además nos fuimos cogiendo cierto cariño. A mí ella me empezó a molar de verdad, pero yo a ella no. Realmente creo que ella (que estaba bastante buena, por cierto) simplemente estaba conmigo porque era un poquillo asocial y no se movía socialmente más allá de su vieja pandilla de amigos (y con su novio, que era de dicha pandilla, había roto hacía poco), por lo que estaba algo necesitada. A eso hay que sumarle que yo, físicamente, no estoy ni de coña en su listón. Y también hay que sumarle que ni una sola vez de las que me la follé conseguí que se corriera. No lo había comentado, pero la tengo más o menos como Torbe, y al menos a él le aguanta dura bastante tiempo y no se le sale mucho, a mí se me salía cada dos por tres y era un coñazo, además de que se limitaban bastante las posturas, sólo me la podía tirar o en misionero (y con las piernas en mis hombros, o se salía sin parar) o a cuatro patas, y con algo de esfuerzo.
Total, que estuvimos como un par de años con el rollo de follamigos (más o menos entre mis 20-22 años, pero de forma muy intermitente, y a veces nos tirábamos meses sin vernos, nos veíamos veces contadas al año), y yo al final intentando tener algo más serio con ella sin mucho éxito, básicamente hasta que conoció a otros maromos y se lió con ellos. Y ahí ya no volví a verla más, aunque he seguido hablando con ella y aún hablo con ella, porque nos llevamos bien.
Mi tercera y última relación (entre la segunda y esta tercera, la única tía con la que tuve alguna relación de algún tipo fue con una tía muy religiosa que pasaba de follar y a la que engañé una vez para pinchármela por detrás, pero que no tuvo mayor recorrido la cosa porque teníamos mentalidades totalmente distintas), fue con una chica bastante más joven que yo. A ella también la conocí en el famoso juego (si no llega a ser por ese juego, descontando las mini-relaciones que he comentado, sería ahora mismo un ser más tristérrimo aún), al que volví a jugar años después de los acontecimientos que ocurrieron con mi primera ex, y del que llegué a ser admin y scripter. Ya tenía 25 años, había pasado más de tres años sin tener relación alguna con ninguna tía (contando desde que me pinché a la religiosa, y descontando a un travelo cuya historia prefiero no contar), e hice buenas migas a través del juego con una chica de la que acabé totalmente colado, como no lo había estado desde mi primera novia (sí, la que duró dos meses y me marcó tanto). Ella tenía novio (de su ciudad, sin distancia), pero poco a poco yo le fui molando y lo acabó dejando. El caso es que los dos nos enamoramos bastante y, de hecho, creo fue el primer amor realmente correspondido que he tenido jamás. Pensábamos las mismas cosas, decíamos las mismas frases a la vez (incluyendo cosas que no era para nada obvias que fuéramos a decir, y que nos dejaban totalmente locos), nos entendíamos perfectamente, esas cosas.
El problema es que esa relación estaba destinada al fracaso. Entre que ella era bastante joven, que aún la controlaban bastante sus padres (incluso siendo mayor de edad), y que con eso y con la distancia apenas podíamos vernos, al final nos vimos apenas un par de veces en un año. Debido a que tampoco quería que engañase a sus padres para vernos, perdí más oportunidades de que nos viéramos, cosa que me dolió bastante. Yo mismo fui el que, en enero del año siguiente (teniendo en cuenta que habíamos empezado a salir juntos más o menos en marzo del año anterior), le planteé que, a pesar de que la quería muchísimo, la cosa no tenía mucho futuro, y que mejor dejarlo entonces antes que engancharnos aún más. Ambos estabamos de acuerdo y lo dejamos.
Pasaron los semanas y los meses, y yo seguía bastante colado por ella, por lo que comencé a arrepentirme, algo que se agudizaba cuando ella empezó a mostrar más desinterés hacia mí (aunque aún teniéndome mucho aprecio y respeto), por lo que intenté volver con ella. Ella no quería, y además había conocido a comienzos de verano de ese año a un maromo (sí, también del juego) que fue a su ciudad y con el que se lió, y estuvo muy colada por él durante alrededor de un par de meses. Se puso una frase de amor en el Skype, y cuando le pregunté qué era eso, me dijo "mi noviazgo ;D", aun sabiendo que ella aún me molaba bastante. El tío era un chulo y un gilipollas, la trataba como el culo, y aunque al principio ella se dejó colar, tenía mucho orgullo y lo acabó mandando a la mierda. Entre tanto, yo, que lo había estado pasando como el culo el tiempo ese que ella estuvo con el cani aquel, había comenzado incluso a escribirle una novela con ella de protagonista, y tras enviársela se enamoró del primer capítulo. Pero claro, no por eso quería volver conmigo, aunque yo en parte aún le gustara, pero evidentemente ya no era como antes (además de que, cuando discutíamos, me sacaba cosas de hacía muchos meses, a poco que le hiciera, el rencor lo guardaba para siempre).
Aun así, fui a verla tres días (en 2014, yo tenía ya 26 años, para cumplir 27 después de verano), en plan vacaciones de verano (su ciudad también es costera). A pesar de que ella al principio me decía que "eran muchos días" y, ya con las fechas muy próximas, hasta llegó a decirme que no estaba segura de si quería que yo fuera a verla. Aun así, acabé yendo allí, yo le llevé como regalo los capítulos que le había escrito de su libro, escritos a mano en un libro en blanco que compré para la ocasión y todo ello con pluma. También le regalé una foto nuestra impresa con buen papel y con un pseudo-marco bonito. Ella me regaló una historieta que yo le había escrito (no era del libro, era de otro tema), pero contada con dibujos hechos por ella. A ella le encantaba dibujar, y ya me había hecho muchos dibujos desde que nos conocimos. Así que, con todo, fueron tres días bastante buenos, lo pasamos bastante bien, a pesar de alguna que otra discusión por temas que no voy a contar para no alargarme. Fue la primera vez que tuve relaciones sexuales con ella, ya que cuando estábamos juntos, los días que nos vimos no pudimos ir a ningún sitio con un mínimo de privacidad. Y no sólo tampoco conseguí que ella se corriera ninguna de las tres veces que nos acostamos (aunque una estuvo a punto... justo cuando yo me cansé y no podía más), sino que incluso, la primera vez que lo hicimos, a mitad del fornicio me dijo que "ya no quería más" y que "no me gusta", entre otras cosas porque yo había empezado a sudar y eso le daba asco, aparte de que tampoco estaba disfrutando mucho entre mi falta de práctica y mi pene tristérrimo. A pesar de todo eso, como ya he dicho, lo pasamos muy bien en general, y ocurrieron cosas muy bonitas. Pero ella ya no me quería como antes, y cuando estábamos en la estación para despedirnos, yo tenía que esperar como tres horas, y ella ni siquiera quiso quedarse más de diez minutos. La razón era que su madre "le echaba la bronca", pero era viernes y muchos otros viernes se había quedado más tiempo cuando quedaba con los amigos. A los pocos días, que estaba a la espera de que me dijera si finalmente quería volver, me acabó diciendo que no. Me sentó mal aunque yo era plenamente consciente de que no había otra (y que, por más que me jodiera y que quisiera engañarme a mí mismo, era lo mejor), porque entre la distancia y lo de la edad (dejando a un lado que yo ya no le molaba como antes), no había por dónde todo aquello.
Desde entonces me ha ido tratando progresivamente bastante peor, mientras que yo he seguido queriéndola exactamente igual. Ella por supuesto en todo este tiempo ha tenido otros novios y rolletes, además de que había empezado la universidad ese año, por lo que maromos no le habrán faltado. Y por no extenderme lo he omitido, pero básicamente, durante el año que estuvimos juntos y que ambos nos queríamos mucho, todo iba bastante bien, pero después de esa etapa, sus caprichos, su inmadurez y el resto de vicisitudes propias de su edad llevaron a que viviéramos situaciones bastante dantescas y surrealistas, en las que evidentemente siempre salía jodido yo. Desde entonces, desde aquel verano de 2014, lo máximo que he hecho con ninguna chica a nivel sexual ha sido a través del pr0n. Ah, y sí, sigo echando bastante de menos a esta última chica, con la que ya sólo hablo de uvas a peras y que básicamente nuestras conversaciones se reducen a intentar que no me suelte una bordería por cualquier cosa y que no me muestre demasiado su desprecio. Ahora tengo 28 años y cumplo 29 después del verano.
TL;DR:
Y a eso se han reducido mis relaciones mínimamente serias. A tres chicas a las que conocí por Internet (a las dos últimas a través del mismo juego): la primera, mi primer amor "correspondido" y mi primer beso (eso sí, sin llegar a tener folleteo ni nada similar), que apenas duró dos meses y me dejó completamente marcado y hundido durante un año entero; la segunda, que nunca llegó a ser novia seria, con la que conseguí estar (folletear, más bien) durante un tiempo por pura chorra y que se desinteresó de mí en cuanto conoció a otros maromos; y una tercera, que era mucho más joven, de la que me enamoré también perdidamente, con la que más feliz he sido, pero también con la que más palos me he llevado, y eso que sólo nos vimos en tres tristes ocasiones. Y todas ellas a distancia, viéndonos en ocasiones contadas.
Luego, las otras chicas de relaciones esporádicas que puedo contar casi con los dedos de una mano. Y, por supuesto, infinitos rechazos implícitos o explícitos de muchas otras tías (no a través del Internec, que también, sino sobre todo en el MundoReal
™), básicamente con las pocas con las que intentaba algo aunque fuera sutilmente, porque con muchas otras directamente ni lo intentaba, ya que, conforme pasaban los años, más potencialmente rechazado me sentía. Ni que decir tiene que todas esas situaciones fueron mermando mi autoestima progresivamente cual erosión en la roca, y aunque yo nunca contaba nada a colegas ni amigos (en Madrid tenía una vida social bastante activa, no me faltaba gente a la que contarle mis penas), lo vivía todo por dentro sin contar nada. Por supuesto, no conseguí finalizar ninguno de los estudios que empecé en Madrid, la apatía me iba ganando el terreno paulatinamente, en épocas de exámenes parecía que el Niño Jesús concentraba las putadas que me ocurrían con las tías mencionadas (o con rechazos de tías del MundoReal
™), y acababa dejándome bastantes asignaturas. Todo ello también repercutía en mayores rechazos, con lo que todo se retroalimentaba.
Ahora sólo espero terminar algún día los estudios, si es que los termino, y tener algún curro de algo que me permita pagarle a una chica, no digo ya para sexo, sino aunque sea para que alguien me dé un abrazo y podamos ir a tomar algo por ahí. Por triste que sea tener que pagar para eso, mejor eso que nada. Todo ello habiendo asumido (con mucho tiempo y esfuerzo, y tras un fracaso detrás de otro, y un rechazo tras otro) que lo de tener una relación normal y que no sea a distancia es imposible y que probablemente estaré eternamente soltero y sin hijos.
Y esa es mi historia. Mejor quizá que la de cachondomental, pero una puta mierda al fin y al cabo.