La interacción social no puede ser fructífera si uno quiere seguir siendo parte de la sociedad. Los miembros que la componen son entes adheridos a unas normas y unos estándares tales que respetarlos y encajar es un esfuerzo demasiado grande como para dejar lugar a algo de diversión.
Si este foro es gracioso es porque reniega de lo políticamente correcto.
Es lógico e incluso saludable aburrirse con conversaciones y pautas tan predefinidas.
Cuando veo una película cuyo final ya me sé, la suelo disfrutar más. Ya no tengo que mirar donde se supone que debo mirar, puedo distraerme con detalles, puedo rebobinar y puedo parar en cualquier momento para capturar un fotograma. Me permito conversar si la veo con alguien. Y divagar.
Con la gente tienes la posibilidad de cambiar la película, de interactuar, de meter palos en las ruedas de los protagonistas, a ver qué tal encajan la caída. Sabes qué cosas tienes que decir para agradar, es pan comido, pero es un verdadero dulce decir todo lo contrario, un capricho que cada vez sabe mejor. Cazar al vuelo los gestos de disgusto, ver las pequeñas heridas existentes en un grupo al que no perteneces y pisotear las llagas tras echar vinagre.
El desencanto es una bendición cuando viene por saberse mejor jugador. Si las aulas ya no tienen lecciones que ofrecerte, es el momento de quemar la papelera, tirar sillas por la ventana e ingeniar cada día una trastada nueva. Romper la baraja para hacer confeti.
Es la soledad del líder. Es el felino que no termina de matar a la presa porque disfruta viendo cómo quiere escapar entre sus letales garras.