Claro, porque el amor de un padre es siempre justo y susceptible de ser decepcionado, mientras que el de madre es atávico e incondicional. Y dejadme que os diga que será el único amor incondicional que recibiréis de una mujer en la puta vida.
Un hombre puede ser inmoral, pero casi nunca amoral. La moral es una idea, no una realidad que esté en la naturaleza, que no es moral sino crudamente indiferente, imparcial y realista. El hombre cree en ideas, y la mujer en realidades. La moral es un invento humano para paliar la dureza de la realidad, y siendo la moral una idea, es cosa de hombres; las mujeres, realistas a machacamartillo, consideran las ideas una veleidad masculina, impráctica por irreal, ya que lo que importa para ellas es la realidad, y eso es sobrevivir, ellas pero sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) sus cachorros.
Para que sus hijos sobrevivan harán lo que sea, y no hay para ellas límite ni moralidad más suprema que el bienestar de su niño. El instinto maternal no es dulce, es feroz, siniestro y no repara en gastos, está dispuesto incluso a matar para defender a su cría, aunque sea un delincuente. Un padre es justo. Si su hijo es un asesino, entenderá que su hijo sea castigado por la justicia. La madre, no. Aunque el hijo haya violado a una niña, o matado a la abuela, o arruinado una empresa, hay que protegerlo, excusarlo, esconderlo y salvarlo.