El definitivo hilo del hipocondríaco clásico

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Apofis

No-calvo de mierda
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1 Abr 2013
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Hola amicos.
Una de mis taras, la única que me molesta, es que soy un hipocondríaco de tomo y lomo. Herencia de mi padre. Me lo dejó en herencia a la vez que la calvicie y la miopía, creo yo.
A los no hipocondríacos este tema les da mucho lol, sin saber la desazón vital con la que los que padecemos esto tenemos que vivir cada X tiempo.
La primera vez que pensé que tenía una terrible enfermedad fue cuando tenía unos 12 años. Me estaba empezando a pajear y no dominaba el arte de la limpieza una vez te sacas el veneno de dentro. Así, un día, me puse el programa ese de marujeo que presentaba una tetona y fuí a darme un homenaje cuando vi que mi penis tenía cosas blancas por el capullo. Se me puso el corazón a mil y fui a la biblioteca médica de mi padre y el diagnóstico era claro: cáncer de próstata. Lloraba algunas noches pero mi carácter retraído hizo que no se lo contara a nadie. Me pasé así medio mes hasta que me fije en que esa mierda se quitaba si después de correrte te lavabas.
He pasado por varias enfermedades imaginarias, estuve seguro hace 7 años que tenía cáncer de estomago, me enteré de la muerte de una chica por cáncer de oído y ese mismo día supe que yo también lo tenía. He tenido el cáncer de tito vilanova, que ni sabía situarlo en la cara. Estuve un año con bronquiolitis, echando mocos negros y claro, estaba seguro que tenía cáncer de esófago. Lo normal es que cuando llego a la conclusión de que tengo alguna enfermedad mortal me entren sudores fríos pero no suelo ir al medico nunca, salvo por mi fallido cáncer de estomago y la bronquiolitis. Y no voy porque prefiero morir en paz sin hospitales, sin que nadie se entere de que padezco alguna enfermedad mortal. Y lo normal pues es que la enfermedad tal como vino se vaya a la semana más o menos.
Hasta el domingo estaba muy preocupado por lo que me dijo @Cimmerio de su amigo al que le trasplantaron la córnea pero desde dicho día tengo molestia es un testículo y es un no parar de locura en mi selebro. Ya no sé si me estoy inventando los síntomas, si de verdad me molesta o si tengo un tirón en la ingle. Pero me he imaginado despidiéndome de mis será queridos y he llorado un poco.
El hecho de escribir esto me parece de mal augurio y que va a afectar al diagnóstico de mi maltrecho y heteropatriarcal organismo.
Y ustedes, amigos, creen que cualquier síntoma en su cuerpo es síntoma de que la parca anda cerca? Alguna vez han ido al hospital y el camino hasta allí fue como el corredor de la muerte?
 
Yo tuve hipocondría toda mi infancia y adolescencia, fruto de las revistas con artículos de dudoso valor médico que mi madre compraba y que yo leía a hurtadillas. Todas las enfermedades que trataban yo las tenía, todos los tipos de cánceres, de tumores... ello regado con dolores de cabeza que sí que padecía en la realidad, me hacían ser candidato a muerto de la semana continuamente.

Sin saber como, un día se me pasó la tontería y hasta hoy. Sigo vivo. Probablemente cuando la muerte nos lleve no lo veremos venir, un trailer a toda velocidad en el ángulo ciego mientras cruzamos, y adiós.
 
Me encantan esta clase de hilos cuando estoy esperando para entrar a quirófano.

Las drogas empiezan a hacer efecto.

Fue un placer.
 
No puedo ayudar porque mi caso es todo lo contrario. Nunca estoy enfermo y cuando tengo un síntoma jamás me medico, ni pienso en la enfermedad como algo malo, sino que mi cuerpo se encargará de vencer al mal y punto.

No he tenido una baja laborar en mi vida y ya van para 24 años trabajando.
 
No puedo ayudar porque mi caso es todo lo contrario. Nunca estoy enfermo y cuando tengo un síntoma jamás me medico, ni pienso en la enfermedad como algo malo, sino que mi cuerpo se encargará de vencer al mal y punto.

No he tenido una baja laborar en mi vida y ya van para 24 años trabajando.

Moriras pronto, gracias a esa manchita en la espalda que no te mirastes, un buen día te encontrarás mal, pensarás que es una gripe, pero tras dos semanas no remontarás ni con drogas, e irás al médico, y entonces te dirá que te quedan 2 meses de vida, durarás 3 meses, pero ni uno más.
 
Me encantan esta clase de hilos cuando estoy esperando para entrar a quirófano.

Las drogas empiezan a hacer efecto.

Fue un placer.

De qué te operan?

Desde ayer llevo pajeandome para ver si el semen tiene vestigios de sangre o me duele al eyacular. Todo en orden.
 
@Apofis, @Señor del 5º: no debe ser la primera vez que copio esto en este foro, pero bien haríais en leerlo si no lo habéis hecho antes:


Eramos cuatro: George, William Samuel Harris, yo y Montmorency. Estábamos sentados en mi habitación, fumando y charlando sobre lo malos que nos encontrábamos... malos desde un punto de vista médico, naturalmente. Todos nos sentíamos enfermos, lo que nos estaba poniendo bastante nerviosos. Harris dijo que a veces le daban unos mareos tan extraordinarios que apenas sabía lo que hacía, y después George dijo que también él tenía mareos y apenas sabía lo que hacía. En mi caso, lo que no funcionaba era el hígado. Sabía que el hígado no me funcionaba porque acababa de leer un prospecto de píldoras hepáticas donde se detallaban los diversos síntomas que permiten apercibirse del mal funcionamiento del hígado. Yo los tenía todos.

Aunque parezca realmente extraordinario, jamás he leído un prospecto farmacéutico sin llegar inevitablemente a la conclusión de que padezco de la enfermedad allí descrita, y en su forma más virulenta. El diagnóstico parece coincidir, sin excepción y exactamente, con todas las sensaciones que he sentido alguna vez en la vida.

Recuerdo que un día fui al Museo Británico para leer algo sobre el tratamiento de un ligero achaque que me afectaba... creo que era fiebre del heno. Bajé el libro y leí cuanto tenía que leer; y después, irreflexiblemente, lo hojeé descuidado y empecé a estudiar con indolencia las enfermedades en general. No recuerdo cuál fue la primera dolencia donde me sumergí –sin duda algún temible y devastador azote– pero, antes de haber llegado a la mitad de la lista de «síntomas premonitorios», supe sin lugar a dudas que la había contraído.

Me quedé unos instantes paralizado de horror. Después, con la indiferencia propia de la desesperación, seguí pasando páginas. Llegué a la fiebre tifoidea, leí los síntomas, descubrí que tenía fiebre tifoidea, que debía tenerla desde hacía meses sin saberlo. Me pregunté qué más tendría. Llegué al baile de San Vito; descubrí, como ya esperaba, que también lo tenía. Empecé a interesarme por mi caso y, decidido a investigarlo a fondo, inicié un estudio por orden alfabético. Observé que estaba contrayendo la malaria, cuyo estado crítico sobrevendría en un par de semanas. Constaté aliviado que padecía la enfermedad de Bright sólo en forma benévola y que, en lo que a ello tocaba, me quedaban muchos años de vida. Tenía el cólera, con complicaciones graves, y parece que había nacido con difteria. Recorrí concienzudamente las veintiséis letras para llegar a la conclusión de que la única enfermedad que no padecía era la rodilla de fregona.

Esto me irritó en un primer momento. Parecía, en cierto modo, una especie de menosprecio. ¿Por qué no tenía rodilla de fregona? ¿Por qué tan odiosa salvedad? Al rato, sin embargo, se impusieron sentimientos menos egoístas. Recordé que tenía todas las demás enfermedades conocidas por la farmacología, mi egoísmo cedió y decidí arreglármelas sin rodilla de fregona. Parecía que la gota, en su estadio más maligno, se había apoderado de mí sin que yo me diera cuenta, y era evidente que sufría zimosis desde la más temprana infancia. Después de zimosis no había más enfermedades, por lo que concluí que ya no me ocurría nada más.

Ponderé el asunto. Pensé que debía ser un caso bien interesante desde el punto de vista médico. ¡Menuda adquisición para una clase! Si contaran conmigo, los estudiantes no necesitarían ya hacer práctica hospitalaria. Yo era un hospital en mí mismo. Todo lo que tenían que hacer era dar una vuelta a mi alrededor y después recoger el diploma.

Entonces me pregunté cuánto tiempo me quedaría de vida. Traté de examinarme. Me tomé el pulso. Al principio no sentí ningún pulso. Después, de pronto, me pareció que echaba a andar. Saqué el reloj y lo medí. Ciento cuarenta y siete pulsaciones por minuto. Traté de sentirme el corazón. No sentí el corazón. Había dejado de latir. Con el paso del tiempo he sido inducido a la opinión de que tenía que estar ahí y de que tenía que estar latiendo, pero no puedo asegurarlo. Me palpé todo el frente, desde lo que llamo la cintura hasta la cabeza, un poquito por cada lado y un poquito por la espalda. Pero no oí ni sentí nada. Traté de mirarme la lengua. La saqué todo lo que pude, cerré un ojo y traté de examinarla con el otro. Sólo alcancé a ver la punta, y lo único que saqué en limpio fue convencerme con mayor seguridad que antes de que tenía escarlatina.

Había entrado en aquella sala de lectura caminando como un hombre sano y optimista. Salí arrastrándome, convertido en una ruina decrépita.

Acudí a mi médico. Es un viejo amigo, que me toma el pulso, me mira la lengua y habla del tiempo, sin cobrarme nada, cuando se me mete en la cabeza que estoy enfermo, así que pensé que le haría un favor presentándome en esas condiciones. Lo que necesita un médico, pensé, es práctica. Puede contar conmigo. Conmigo podrá practicar más que con mil setecientos de sus enfermos comunes y corrientes, que no tienen cada uno más de una o dos enfermedades. Así que fui directamente a verle, y me dijo:
–Bueno, ¿qué te pasa?
Yo dije:
–No pretendo malgastar tu tiempo, camarada, contándote lo que me ocurre. La vida es breve, y podrías morir antes de que yo terminase. Pero sí te diré lo que no me pasa. No tengo rodilla de fregona. No puedo decirte por qué no tengo rodilla de fregona, pero el caso es que así es. Tengo, sin embargo, todo lo demás.

Y le conté cómo lo había descubierto. Me hizo desvestirme y me examinó, me cogió por la muñeca y después me golpeó en el pecho cuando menos lo esperaba –una acción cobarde, en mi opinión– e inmediatamente después me embistió con un lado de la cabeza. Terminado esto, se sentó, escribió una receta la plegó y me la entregó. Me la metí en el bolsillo y me fui.

No la abrí. La llevé a la botica más cercana y la entregué. El boticario la leyó y me la devolvió. Me dijo que no podía atenderme.

Yo dije:
–¿No es usted farmacéutico?
El dijo:
–Soy farmacéutico. Si fuera una combinación de almacén de cooperativa y hotel de familia quizás podría ayudarle. El ser sólo farmacéutico me lo impide.

Leí la receta. Decía lo siguiente:

1 libra de bistec, con
1 pinta de cerveza amarga cada seis horas
1 paseo de diez millas todas las mañanas.
1 cama a las once en punto de la noche.
Y no te llenes la cabeza de cosas que no entiendes.


Seguí las instrucciones, lo que felizmente –desde mi punto de vista– resultó en la preservación de mi vida, que aún sigue en marcha.

Esta vez, para volver al prospecto de las píldoras para el hígado, tenía inequívocamente todos los síntomas, entre los que destacaba «una general desgana para todo tipo de trabajo».

Nadie podrá comprender jamás lo que sufro en este sentido. Soy un mártir de este síntoma desde la más tierna infancia. De niño, la enfermedad no me dejaba prácticamente un solo día de respiro. Los demás no sabían en aquel tiempo que era un problema de hígado. La ciencia médica estaba considerablemente menos avanzada que ahora, y lo atribuían sencillamente a holgazanería.

–Ah, diablillo remolón –me decían–, levántate y haz algo para ganarte la vida, que ya es hora.

Naturalmente, no sabían que estaba enfermo.

Por la misma razón, no me daban píldoras. Me daban capones. Y, por extraño que parezca, los capones a menudo me curaban... momentáneamente. Sé por experiencia personal que un solo capón actuaba sobre el hígado y me hacía ir de aquí para allá y hacer lo que había que hacer con más velocidad que hoy en día toda una caja de píldoras.

Ya saben, ocurre a menudo. Los remedios sencillos y pasados de moda son a veces más eficaces que todas las porquerías de dispensario.


Hacedme el puto favor de leéroslo de arriba a abajo que me ha costado un trabajo darle formato. Y los demás, lo mismo. Probablemente sea lo mejor que vayáis a leer hoy, y, quizá, en mucho tiempo.
 
Tres hombres en una barca, no?
Me leí el libro hace relativamente poco. Mis dieses.
 
Un imaginario un año menor que servidor se murió de un paro cardiaco a los 23 años, en medio del campo, en una acampada.
Me tiré unos cuantos años creyendo que me iba a dar un amarillo a mi también. Me hice a lot de pruebas, electros, etc, etc con resultado negativo.
Cuando montaba en bici, en los repechos, cuando aceleraban mis panas, me decían que tirase fuerte, siempre decía lo mismo:
" No puedo, que estoy malo del corazón, lo mismo me da un infarto si tiro fuerte"
Unos que si jjjj, otros que si coward, excusas de puro vago y tal. Pero yo lo decía en serio, lo creía firmemente.

Pasados unos años, al igual que al señor del 5º, mese pasó de repente, y hasta hoy.

(luego con el selular me leeré el temario ese del admin, después del furgol )

___________ .... _____________

¡ cuyons !
Es verdad, ¿ de qué operarán al caro mod Des ?
Esperemos que no sea nada grave, para un mod que nos queda vivo...

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Leido el relato de la hipocondría y su mágica cura a base de beefsteak y capones en el colodrilo.

K:lol:rma kejika.
 
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@Apofis, @Señor del 5º: no debe ser la primera vez que copio esto en este foro, pero bien haríais en leerlo si no lo habéis hecho antes:





Hacedme el puto favor de leéroslo de arriba a abajo que me ha costado un trabajo darle formato. Y los demás, lo mismo. Probablemente sea lo mejor que vayáis a leer hoy, y, quizá, en mucho tiempo.
Buen tecsto.
Sentido común. Regularidad para los horarios, comer como Dios manda, estar activo, dormir como un bendito, y desechar pensamientos erróneos.
A mi abuela imaginaria le va de puta madre, y espero que el golpe de timón no haya llegado demasiado tarde para mi saluc.
De momento, cero resfriados desde septiembre. Si llega a ser como en 2015... Iba al médico semanas alternas. El estrés y la mala vida. Dos semicírculos viciosos que me tuvieron once meses con los ganglios de la garganta pal arrastre.
Be happy. Comed cardo.

@Apofis , loco.
 
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:trump:
 
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Oui, c'est moi.
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+1
Vale. Ya paro. Bona nit.
 
@Apofis, @Señor del 5º: no debe ser la primera vez que copio esto en este foro, pero bien haríais en leerlo si no lo habéis hecho antes:


Hacedme el puto favor de leéroslo de arriba a abajo que me ha costado un trabajo darle formato. Y los demás, lo mismo. Probablemente sea lo mejor que vayáis a leer hoy, y, quizá, en mucho tiempo.

Me lo leí con jolgorio y lol cuando lo posteaste hace más de diez años y lo conservo en algún archivo perdido de word en el ordenador, y me lo releo hoy en día, con el mismo lol de antaño. Lol atemporal. Mi yo del futuro lo releerá también, y lo transmitiré a mi hijo.
 
Yo es que me voy a cagar en la puta madre de las páginas de medicina. Esto es un puto sinvivir
 
Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte, los valientes gustan la muerte una sóla vez.
 
Cuenta como hipocondria no tocar jamás con la mano el tirador del baño del trabajo, al salir?
 
Con según que compañeros de trabajo, no es hipocondría sino que es sentido común.
 
Cuenta como hipocondria no tocar jamás con la mano el tirador del baño del trabajo, al salir?

Como ha dicho el compa del quinto, eso es puro sentido común. A mí me dan billetes que parece que se los acaban de sacar del culo y los cojo casi con pinzas para después proceder a lavarme profusamente con toallitas húmedas.
Ya luego pues algunas manías como que si alguien estornuda a mi lado procuro aguantar la respiración un minuto y lo mismo si alguien tose.
Todo esto más que por hipocondría es por asco de tragarme babas y mocos ajenos.
 
Ya luego pues algunas manías como que si alguien estornuda a mi lado procuro aguantar la respiración un minuto y lo mismo si alguien tose.
Todo esto más que por hipocondría es por asco de tragarme babas y mocos ajenos.
Y luego le comerás el coño sin pensarlo a cualquier pedorra que conozcas una noche por ahí de copas.
 
Y luego le comerás el coño sin pensarlo a cualquier pedorra que conozcas una noche por ahí de copas.
Argumento aplicable a mariguanos, fumadores, borrachos "sociales" y aspiranfetas varios.
Se pasan media vida echando pestes del aire, el agua del grifo, los pesticidas, el azúcar, la ETA... Y después de ponerse hasta el ojete, rematan con un kebąpçk que se han encontrao por ahí a las 4 de la mañana.
Pa matarlos con un cuarzo bendecido por El bedel.
 
Última edición:
Y luego le comerás el coño sin pensarlo a cualquier pedorra que conozcas una noche por ahí de copas.

Pues mire, lo he hecho completamente borracho. He comido coños de hembras que han estado de botellón toda la tarde así que es de asumir que debo haber tragado bastante orín. Al día siguiente lo pensaba y solían salirme llagas en la lengua. Sin embargo, sin haber consumido vino, no me gusta comer chichis. Lo hago por compromiso y a mi novia la hago lavárselo antes de meternos en faena, al igual que yo me lavo el cipote.
No me gusta, ya digo. Me parece que la postura que se adopta para comerlo es totalmente denigrante, ahí con el culo en pompa.
Sé que hay gente por aquí como @Benito que lea encanta un chichi sucio y que tenga garbanzos y langostinos. Cuestión de gustos.
 
No me gusta, ya digo. Me parece que la postura que se adopta para comerlo es totalmente denigrante, ahí con el culo en pompa.

Pues a mí esa postura más de una vez me ha despertado ganas de ser horadado. Es que es una postura que expone muy bien ese agujero y ya que está parece que apetece usarlo. Nunca he pasado del mero deseo, ojo.
 
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