Hoy en día esos pequeños hurtos son hasta simpáticos, pero en mi infancia la madre que era pillada in fraganti hurtando en el súper, estigmatizaba a toda la familia durante lustros, prole incluida
En mi barrio había una familia, donde había un padre al que no se veía casi nunca, una madre de buen ver y dos hijas, que más tarde se pusieron tremendisimas de buenas.
Pues bien la mujer debía pasar estrecheces, o bien que le gustaba el riesgo, y empezó a ratear.
La pillaron multitud de veces, metiendo alimentos en el bolso o en un abrigo donde cabía el Orfeón Donostiarra. Obviamente, pese a no haber Twitter, su fama corrió como la pólvora en dos manzanas a la redonda.
Esto acabó afectando a sus hijas. Y claro con 11 años, pues nosotros a hacer el tonto, no sin la condescendencia de nuestros progenitores, que eran los primeros inquisidores y verdugos de aquella mujer, y recibíamos a las niñas con perlas como estas:
Jamón serrano el primero que lo pille es el amo, chorizo Revilla coge y pilla, queso curado, róbalo y mira a otro lado, y gilipolleces similares.
Las niñas aguantaron estoicamente hasta que se hartaron. Se fueron con otros hamijos del colegio y nos las veíamos mucho. Y cuando bajaban, volvíamos a recordar la cleptomanía de la madre, hasta que un día la madre salió en defensa de sus cachorras porque las estaban breando de más y a un hamijo le hizo llorar con uno de los ataques más despiadados sobre la vestimenta e higiene del chaval.
Pero el karma devuelve estas cosas. La mujer se separó y se casó con otro tío, que era un puesto alto creo que en la Bosch. Las niñas pasaron de ir normalitas en tema de ropa a ir de marca, mientras a los demás, nuestros padres nos tangaban con deportivas infames de la gran Zapatilla y polos de mercadillo.
Años más tarde con la polla y el furor pajero a full power, nos dimos cuenta que aquellas niñas eran unos pibones impresionantes, vestidas de marca, y acabando el colegio de pago, para irse a un instituto privado de los mejores de Madrid.
No tardaron tampoco en mudarse a un chalé independiente en Villaviciosa de Odón.
Pena me dió. Antes de irme a parapetarme con la plebe en su linchamiento público, tenía una amistad especial con la niña de pelo cortito.
Tenia un compañero de clase, que su madre le habia tenido soltera y con 16 años.
Eso ahora es mas habitual, digamos, pero hace 25 años era un estigma de la rehostia, incluso entre otros chavales que sus padres eran yonkis y de todo.
Logicamente, a la madre no tuvo otra que ponerse a trabajar de camarera, cajera o de lo que le saliese y en casa, pasaban bastantes apreturas, vivian con los abuelos, que no tenian un duro y encima el abuelo tenia problemas de circulacion y le habian tenido que amputar una pierna y tal...
vamos un circo...
pues este chaval, que no hacia otra cosa que pillar desprecios en el colegio por parte de los compañeros de clase, y en casa coscorron tras coscorron de la abuela, que le caia tras cada barrabasada que hacia, te puedes imaginar, que no tenia dos ideas buenas seguidas ni en su cumpleaños.
Un dia que fui a la compra con mi abuela, al dia, le veo que sale por la puerta el solo, con cara de susto, con los brazos estirados a los lados del cuerpo y apretando el paso. Le doy las largas con las cejas, a modo de saludo, me mira de reojo y acto seguido sale el segurata ex-convicto de la empresa rollo "prosegur" pero del todo a cien, gritando "Eh eh, chaval, ven aqui"
total que le trincan, y llevaba en las mangas del plumas, como 7 u 8 barras de fuet.
Al dia siguiente, que lo conte en clase descojonado, cuando llego el, poco mas y lo sacamos a hombros del colegio, en plan torero.
Claro, vio que hacia gracia, y a partir de ahi, tuvo una epoca que no habia semana que no apareciera en clase con todo tipo de articulos inverosimiles afanaos donde fuera, un dia unos chorizos, otro dia se trajo medio queso, un lomo embuchao, unas zapatillas de estar por casa.
Haciamos corrillo y todo cuando se ponia a sacar de la mochila lo que fuera que trajese, y fuera lo que fuera, era en plan
Logicamente, con el follon que montabamos le encalomaban todas las veces y cada dos por tres estaba alli la pobre madre con el careto rojo como un extintor bajo la mirada inquisidora de padres y profesores, para llevarse a Richard a golpe de colleja.
Fue algo menos de un año lo que le duro la parida, pero años despues, a el, a la madre y hasta a la abuela, cuando entraban en cualquier tienda del barrio les continuaban siguiendo con la mirada las cajeras, los encargaos de la tienda... etc