Y no se si me creerán ustedes, pero en las citas verdaderamente locas, con gordas, orcos, viejales o desequilibradas (a veces todo junto), me lo he llegado a pasar bastante mejor.
Esas citas son siempre las mejores con diferencia, porque escapan al lógico razonar de la especie, son situaciones guiadas unicamente por la fuerza del miembro viril que nos hace cabalgar hacia el abismo. Rebuscando en mi memoria he rescatado una historia de mi época juvenil y de mis primeras andanzas "virtuales". Me permito contarla:
Eran mis inicios en el mundillo irc, año de nuestro señor ... 1996 o 97. Conocí a una chica, en el canal de la ciudad en la que ejercía mi ocupación de estudiante universitario y tras algunas buenas conversaciones, decidímos quedar en persona. En aquella época no existían todavía ni tanto msn, ni tanta webcam, y las pocas fotos que pudiera haber, no habían sido retocadas a lo Sarkozy. Eran otros tiempos, más jóvenes, más inocentes y donde también las dosis de riesgo eran mayores.
Quedamos en un bar. Yo llegué un poco antes de la hora acordada para tomar posiciones; era joven, pero no era gilipollas y en estas me veo aparecer a una tía guapísima por la puerta del bar. Se me acerca y me pregunta ... "eres I?". No me lo podía creer, era una tía impactante, muy guapa, simpática, etc. Las cervezas fueron cayendo una tras otra y la verdad es que echamos una tarde de puta madre.
Nos despedimos con la firme promesa de reencontrarnos en breve. Mi juventud y mi falta de pericia en dar caza a la presa, hicieron que mi mano rindiera posterior tributo a aquella moza en forma de palote. En aquellos momentos, el simple hecho de un posterior encuentro me parecía ya un triunfo. Pensé... en la segunda ocasión, la suerte cambiará. Y cambió...
Esta segunda ocasión tardó poco en producirse. Un par de días y volvimos a quedar. Mismo bar, misma hora, etc. Total, llegué casi sin tocar el suelo, pero a la hora acordada, apareció por la puerta un orco de Mordor que se aproximó con pisada firme hacia mi posición. El caso es que llegó y me dijo: "yo soy realmente X". Mi cerebro entró en una confusión importante... cómo era posible esa mutación, que malas artes eran aquellas ...
La tía se me sentó con toda la confianza del mundo, y me dijo que ella cuando quedaba con algún tío mandaba a su amiga (la guapa) y que si su amiga le daba el visto bueno, a la siguiente cita ya aparecía ella... ya que lo importante era lo que se había hablado y tal y cuál ... Ni que decir tiene, que la tarde fué horrible. Una pesadilla. No me gustaba absolutamente nada, y la jugada que me había gastado mandandome a la princesa elfa primero para luego aparecer ella, cuál orco a devorarme las entrañas, me resultó de entre lo malo, lo peor. El caso es que fué una tarde en la que el tiempo pasó lentamente. Conseguí zafarme a la hora de despedirnos, de lo que podría conocerse como la maniobra del cepo.
El caso es que desaparecí, no respondiendo a correos de la tipa aquella, en la que me insistía para volver a quedar. Total, finalmente desistió.
Algun tiempo después, caminando una tarde me encontré a la guapa acompañada de un especimen varón, con un cartel de pagafantas enorme en la espalda y una rosa en la mano... Sólo pude sentir compasión por aquel hombre y un desprecio absoluto hacia aquella Doctora Jeckyll, que seguramente estaría preparando a aquel pobre incauto para ser devorado por la Hyde que se escondía en las sombras.
Sé que no es una historia al nivel de las contadas aquí, pero era así de las rarillas que recordé haber tenido.