Kokillo rebuznó:
Hostia, desarrolla eso. Aparte de que tendrá que estar empastillado, como es el día a día y cuando le da un chungo?
Ni pastillas ni ná. A eso de los 5 años, parece que se empieza a manifestar la epilepsia gatuna. Nos dimos cuenta una noche que llegamos a las mil de trabajar mi señora y yo y, cuando llevaba un par de horas de sueño, me despierto con un dolor en el gemelo, como de arañazo, y ahí que me veo al gato haciendo el moonwalker con una uña clavada en mí. Yo que pensaba que estaba poseído, veo que tiene como baba en la boca y está como muy tieso, y dando espasmos. Lo cojo y lo acaricio intentando tranquilizarlo mientras mi vegana llama a nuestra veterinaria lesbiana jipi que estaba haciendo la tijera (luego nos lo confesó). Que lo grabásemos, lo tanquilizásemos y que ella venía para casa (con la bollera con la que se restregaba por ésa época). A los 5 minutos se le pasó y se quedó un poco para allá durante un rato, andaba de lado todo el rato, como un gitano en una pelea, y se daba golpes contra las paredes porque no medía bien las distancias. Como es el segundo que presentaba esos síntomas y, del primero ya salimos con un medio máster en gatos raros, le pusimos miel en las encías y lo tranquilizamos un poco hasta que recuperó el equilibrio. Es un gato muy sobón, así que fue fácil.
Cuando llegó la veterinaria nos dijo lo previsible, epilepsia por estrés. Ante situaciones que le estresan el sistema nervioso le hace masa y se pone a rodar. Ese día, dio la casualidad de que había algo en el suelo roto, una figurita mierder, se ve que yendo tras una mosca o lo que fuera, le metió un viaje a la figura y la rompió y le entró el agobio y se puso a hacer el Robocop Fap.
A partir de ahí ha tenido alguno más, pocos la verdad y todos bastante controlables. Lo único que hay que hacer es cogerlo y tranquilizarlo, acariciarlo y ponerle algo de miel en las encías. Como vivimos con un perro (un cruce de mil cosas que parece Rastreator, que nos encontramos con dos semanas dentro de un contenedor) que es más sobón que el gato si cabe y que duermen juntos, abrazados y a lametones, las últimas veces que ha pasado algo, el perro se ha puesto a lloriquear al lado del gato mientras lo lame y lo calma, así que nos sirve de alarma. La última vez tenía yo un ciego fino y me desperté con el perro dándome lametones y bocados (suaves) en la cara y me fui a por el gato que casi iba ya haciendo el pino.
Por suerte éste tiene ataques muy leves y controlables, porque, además, es un gato muy manso. Tuvimos uno, que con cada ataque, le daba por correr y se iba dando hostias contra las paredes. Y acababa hecho mistos tras cada ataque: heridas, cortes e incluso fracturas. Además, tenía ataques casi todas las semanas y al pobre hubo que sacrificarlo, por su bien, más que nada, porque el pobre llevaba una vida de BDSM continuo.