miliu
Cronista Alanordista
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Me la follaba yo todos los veranos en Benicàssim. Buenas berzas.
Anda separada y con dos hijas.
De nada.
el polvo que nunca echaras
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Anda separada y con dos hijas.
De nada.
Muerto por dentro+
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Pues en su mejor momento vital, jódete que te la follaste cuando menos valía, cuando menos se entregaba, cuanto más te pedía por menos
miliu
Cronista Alanordista
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Efectivamente.Pues en su mejor momento vital, jódete que te la follaste cuando menos valía, cuando menos se entregaba, cuanto más te pedía por menos
Ahora además tiene otras curvas, más curvas de hecho. 115 kg de curvas.
Pero te la come sin buscar nada a cambio.
Si quieres te paso su facebook.
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Pásame el de las hijas.
el viejo dela montaña
Muerto por dentro
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La verdad es que sí, lo que no te he entendido es lo de dios gilipollas
copito de nieve
Asiduo
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Asi son las mujeres, alguna exepcion habrá, pero yo no las he visto.
serdo
Soplagaitas
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Esto qué es, ¿una trampa?
Cualquier hombre medio normal se intenta follar, por lo menos, a la mitad de las mujeres con las que se cruza. A eso súmale el internet, miles de hembras a las que tirarle.
El mayor triunfador tiene cientos de tías que no se ha podido follar... Ahora imagina un forero.
iskariote
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Tengo más de estos que de los echados, porque soy gilipollas y que una mujer se me insinúe sin haber dado el paso primero me pilla como a una liebre yendo a cagar al otro lado de la comarcal.
La primera la recuerdo no por ser la primera, sino por ser la única a la que recuerdo haber renunciado tan conscientemente. Fue estando en la ESO, cuando una chica de esas que ya fumaba y que acabó preñada antes de que yo hiciese la selectividad había quedado con un amiguete mío. Era amiga de una con la que yo me daba besicos, jaquetona de peras precozmente desarrolladas, pero con nariz de puerca y poco inteligente. No es que eso me importase mucho, pero era lo bastante imbécil como para que me sintiera ajeno.
Pues la amiga que prometía maneras me dijo que la tetona también quería ir a ese evento de cerdear, conmigo, y que "todo lo que haga yo se dejará hacer ella también", para convencerme.
Obviamente algo palpitó en mis pantalones, pero dije que me lo pensaría y no di más señales. Me vi en una pinada, en lo que sería la primera vez para ambos, con una tía a la que solamente quería tratar como una muñeca hinchable pero que parecía estar encoñándose de mí y que iba a estar ahí con su cara de idiota sin saber qué hacer y esperando que yo tuviera una delicadeza de la que aún carezco.
No me arrepiento. Aunque alguna paja cayó, claro.
La primera la recuerdo no por ser la primera, sino por ser la única a la que recuerdo haber renunciado tan conscientemente. Fue estando en la ESO, cuando una chica de esas que ya fumaba y que acabó preñada antes de que yo hiciese la selectividad había quedado con un amiguete mío. Era amiga de una con la que yo me daba besicos, jaquetona de peras precozmente desarrolladas, pero con nariz de puerca y poco inteligente. No es que eso me importase mucho, pero era lo bastante imbécil como para que me sintiera ajeno.
Pues la amiga que prometía maneras me dijo que la tetona también quería ir a ese evento de cerdear, conmigo, y que "todo lo que haga yo se dejará hacer ella también", para convencerme.
Obviamente algo palpitó en mis pantalones, pero dije que me lo pensaría y no di más señales. Me vi en una pinada, en lo que sería la primera vez para ambos, con una tía a la que solamente quería tratar como una muñeca hinchable pero que parecía estar encoñándose de mí y que iba a estar ahí con su cara de idiota sin saber qué hacer y esperando que yo tuviera una delicadeza de la que aún carezco.
No me arrepiento. Aunque alguna paja cayó, claro.
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Soplagaitas
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Pues en este viaje tuve lo que diría que fue el primero de muchos.
Una chica bien lozana y maja ella se nos vino a la habitación. Un año menos que y tenía. Nos empezó a contar que si no era virgen y movidas así. Dijo de darme un masaje y el compañero que no era tonto como yo sé fue a dar una vuelta.
Me dio un masaje y ahí acabo la cosa. Supe que tenía que hacer algo pero no sabía que. Era una puta seta sin vida. Yo ni siquiera pensé que ella querría follar, tampoco es que tuviera ganas o la más mínima necesidad (mi motor eran los porros). Ningún instinto. La situación al final fue un poco rara, supongo porque ella estaba flipando con tamaño subnormal.
Con el tiempo entendí que pude haberme follado a esa adolescente tan maja que tenía tetas como cabezas (literalmente, encima no estaba gorda).
La última vez que la vi estaba triunfando con su grupo de metal y se acababa de ennoviar...por lo que no la dije nada.
Cuando he leído más arriba que algún forero se arrepentía de no haberse follado a alguien me salía reírme de él. Pero a esta si me gustaría volvérmela a cruzar con erótico resultado, creo que es la única.
miliu
Cronista Alanordista
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Creo que se casó con un futbolista del Madrid, un tal Ramos.
Misógino Empedernido
El de los "cupiditos"
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Muchas noches de insomnio sigo pensando en un polvo que no eché, será por eso que dice Sabina de que hasta los huesos sólo calan los besos que no has dado.
Tuve una follamiga de larga duración con la que el sexo resultaba maravilloso. Desde el principio le dije a Carmen que aquello no pasaría de sexo sin compromiso porque la conexión que nos unía dentro del dormitorio se evaporaba cuando salíamos fuera; era una mujer buena y agradable pero no me encandilaba. Creo que ella confiaba en enamorarme con el tiempo y por eso seguimos manteniendo una relación esporádica y coital. Interrumpí estas citas cuando me enamoré de otra y decidí poner toda la carne en el asador guardando fidelidad.
Recuerdo la noche en que se lo conté para despedirme de ella, gocé follándola entre sus lágrima e hipidos con una excitación dacrifílica que descubrí entonces y me acompañó en lo sucesivo. Se acoplaba a mí sin pudor, entre llantos, dejándose hacer y gozando mientras sufría, siempre entregada y dispuesta, incapaz de negarse por orgullo. No valoré lo suficiente esa entrega cegado por el nuevo amor que pretendía conquistar. Mal hecho.
El nuevo amor trajo grandes momento y grandes amarguras, en contra de mi voluntad no cuajó y tras unos meses de lamentaciones conseguí pasar página. Conocí otras mujeres y, entre ellas, a mi actual pareja. Cuando apenas se cumplía un mes del inicio de nuestra relación recibí una llamada de Carmen. Volvía de unas vacaciones veraniegas, iba a ser su cumpleaños y quería celebrarlo conmigo. Le advertí de mi situación de pareja y ella no lo consideró óbice, apelando a la amistad y al tiempo sin vernos.
Olía a chamusquina, pero acudí, inocente cordero llevado al matadero. Se presentó Carmen a la cita con una blusa de seda fina con los suficientes botones desabrochados para demostrar que se había olvidado el sujetador en casa, unos ceñidos pantalones oscuros que lucían el fruto de las horas de gimnasio, unas sandalias de tacón alto que enloquecerían a cachondo mental, una piel bronceada que destacaba su perversa sonrisa y unas manos insinuantes que no cesaban de apoyarse accidentalmente en mi cuerpo.
Sólo Dios sabe cómo me debatí aquella ínclita noche entre la fidelidad a mi nueva pareja y el lascivo deseo de volver a focarme a Carmen. Aguanté sus embestidas una tras otra, con un aire elegante entre sarcástico y despistado, aparentando no ver sus maniobras. Al final de la noche se derrumbó y confesó sus aviesas intenciones. Y se puso a llorar, ante mí, dacrifílico confeso, para que la cuesta fuera todavía más empinada...
Triunfó el caballero, le dije que no podía ser y la acompañé hasta un apofis. No la he vuelto a ver en persona, sin embargo, muchas noches la sigo viendo en mis recuerdos y me imagino el polvo que nunca echaré...
Tuve una follamiga de larga duración con la que el sexo resultaba maravilloso. Desde el principio le dije a Carmen que aquello no pasaría de sexo sin compromiso porque la conexión que nos unía dentro del dormitorio se evaporaba cuando salíamos fuera; era una mujer buena y agradable pero no me encandilaba. Creo que ella confiaba en enamorarme con el tiempo y por eso seguimos manteniendo una relación esporádica y coital. Interrumpí estas citas cuando me enamoré de otra y decidí poner toda la carne en el asador guardando fidelidad.
Recuerdo la noche en que se lo conté para despedirme de ella, gocé follándola entre sus lágrima e hipidos con una excitación dacrifílica que descubrí entonces y me acompañó en lo sucesivo. Se acoplaba a mí sin pudor, entre llantos, dejándose hacer y gozando mientras sufría, siempre entregada y dispuesta, incapaz de negarse por orgullo. No valoré lo suficiente esa entrega cegado por el nuevo amor que pretendía conquistar. Mal hecho.
El nuevo amor trajo grandes momento y grandes amarguras, en contra de mi voluntad no cuajó y tras unos meses de lamentaciones conseguí pasar página. Conocí otras mujeres y, entre ellas, a mi actual pareja. Cuando apenas se cumplía un mes del inicio de nuestra relación recibí una llamada de Carmen. Volvía de unas vacaciones veraniegas, iba a ser su cumpleaños y quería celebrarlo conmigo. Le advertí de mi situación de pareja y ella no lo consideró óbice, apelando a la amistad y al tiempo sin vernos.
Olía a chamusquina, pero acudí, inocente cordero llevado al matadero. Se presentó Carmen a la cita con una blusa de seda fina con los suficientes botones desabrochados para demostrar que se había olvidado el sujetador en casa, unos ceñidos pantalones oscuros que lucían el fruto de las horas de gimnasio, unas sandalias de tacón alto que enloquecerían a cachondo mental, una piel bronceada que destacaba su perversa sonrisa y unas manos insinuantes que no cesaban de apoyarse accidentalmente en mi cuerpo.
Sólo Dios sabe cómo me debatí aquella ínclita noche entre la fidelidad a mi nueva pareja y el lascivo deseo de volver a focarme a Carmen. Aguanté sus embestidas una tras otra, con un aire elegante entre sarcástico y despistado, aparentando no ver sus maniobras. Al final de la noche se derrumbó y confesó sus aviesas intenciones. Y se puso a llorar, ante mí, dacrifílico confeso, para que la cuesta fuera todavía más empinada...
Triunfó el caballero, le dije que no podía ser y la acompañé hasta un apofis. No la he vuelto a ver en persona, sin embargo, muchas noches la sigo viendo en mis recuerdos y me imagino el polvo que nunca echaré...
Última edición:
yonoloestoy
Frikazo
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En mi primer año de universidad me lié con una chica que estaba en 2 bac, 4 besitos una noche de borrachera, cambio de números y ya.
A la semana quedamos para tomar algo y, la verdad, mis recuerdos eran bastante borrosos. Cuando llegó la verdad es que de cuerpo estaba bien pero de cara no me gustaba nada, era buena chica y creo que esto la salvó. Quedamos un par de veces más y a parte de enseñarle a hacer pajas que aprendió rápidamente no hubo mucho más pues me confesó que era virgen.
La cuarta y última cita me dijo que quería hacerlo conmigo, cosa que me dejó en la tesitura de follarme a una virgen que poco después iba a mandar a la mierda. Como dije el hecho de ser muy buena chica la salvó de eso y le dije que lo sentía pero que no. Se lo tomó bastante regular pero lo entendió.
Un par de años después nos volvimos a ver en un garito donde casi me parten los dientes un armario de 2 x 2 metros porque nos saludamos. El tema es que ella no lo conocía de nada, él le había entrado y ella le dijo que nope y lo quiso pagar conmigo.
Es de estas cosas que no pueden ser y, además, es imposible.
A la semana quedamos para tomar algo y, la verdad, mis recuerdos eran bastante borrosos. Cuando llegó la verdad es que de cuerpo estaba bien pero de cara no me gustaba nada, era buena chica y creo que esto la salvó. Quedamos un par de veces más y a parte de enseñarle a hacer pajas que aprendió rápidamente no hubo mucho más pues me confesó que era virgen.
La cuarta y última cita me dijo que quería hacerlo conmigo, cosa que me dejó en la tesitura de follarme a una virgen que poco después iba a mandar a la mierda. Como dije el hecho de ser muy buena chica la salvó de eso y le dije que lo sentía pero que no. Se lo tomó bastante regular pero lo entendió.
Un par de años después nos volvimos a ver en un garito donde casi me parten los dientes un armario de 2 x 2 metros porque nos saludamos. El tema es que ella no lo conocía de nada, él le había entrado y ella le dijo que nope y lo quiso pagar conmigo.
Es de estas cosas que no pueden ser y, además, es imposible.
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Asiduo
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Pocas semanas después del famoso 11 de septiembre de 2001, y por avatares que no vienen al caso, pasé una temporada en Luisiana, residiendo la mayor parte de mi estancia en la ciudad de Nueva Orleáns, en concreto en una antigua fábrica reconvertida en viviendas casi al pie del río Misisipi. En un loft, vamos, pero mucho antes de que se convirtiera en objeto de codicia de jísteres y demás gentuza con ínfulas vanguardistas. Un bloque de viviendas frecuentado por artistas de todo tipo, pintores, fotógrafos, escultores, músicos... con cierto halo de conciencia política alternativa, pero sin las imposturas de hoy día. No en vano lo llamaban The Awarehouse. Aquellos de ustedes que se manejen algo en guiri captarán el doble sentido.
A un par de manzanas a pie, en el archiconocido Barrio Francés, o /da cuora/ como lo llamaban los lugareños, parte de mi rutina diaria consistía en tomarme alguna que otra pinta de Guinness antes de comer en una taberna irlandesa, que aún hoy existe, por cierto. Allí trabajaba una camarera tejana de nombre /sarrin/ (nunca supe cómo se escribía), un nombre de origen persa, según me dijo. Rubia natural, ojos azules y una fisonomía tipo mujer holandesa, generosa en carnes pero sin excesos. Una gordibuena en términos modernos, vaya. Y con una bonita sonrisa que regalaba a la clientela sin distinción, también a aquel chico de las Guinness con acento extranjero y verbo entrecortado (eeeeeh, canaiguet, eeeeeeh, guan paintofguines, plis?). O sea, este mismo que escribe, pero dos décadas más joven. Alarde de simpatía que, tristemente, quizás fuera parte del rol como trabajadora en la taberna, ya que allí el personal de hostelería tiene un sueldo base putapénico que no da para vivir, y dependen de las propinas diarias para completarlo.
No coincidía siempre con su turno de trabajo porque lo alternaba semanalmente, pero raro el día que yo perdonara mis pintas y con el tiempo pasé a ser parte del paisanaje de parroquianos del bar. Raro también el día que estando ella de turno mi dólar por consumición no fuera a su bolsillo. Eso yes, siempre me dedicaba unas palabras después de servirme con la excusa de mis lecturas, ya fueran manuales de inglés que cogía de la biblioteca (que estaba a tomar por culo, pero eran gratis), el periódico local de nombre rimbombante ("Times Picayune"), o mis notas de palabras/expresiones nuevas del día. Cuestión de supervivencia, que antes de aventurarme en territorio norteamericano me las prometía muy felices, pero la realidad me puso en mi sitio de una buena hostia y resultó que en la práctica mi nivel de inglés era bastante mierdoso. Y, para colmo, en Luisiana lo hablan, además del francés en algunas zonas del estado, con un diferenciado acento, expresiones y giros que no enseñan ni en el colegio, ni en la academia.
Un día me pilló haciéndole una foto del culo, justo desde la ventana donde en la foto de debajo está la torda de pelo corto. Pero una pillada de puta madre. Para mi sorpresa no se molestó, ni cambió el gesto, ni dejó de tratarme como hasta entonces. Era jovenzuelo, sí, pero con poco que justificase lo pánfilo e ingenuote que era, la verdad, y así, al día siguiente le pedí disculpas (angelito...), declarando, por si le hubiera cabido alguna duda pese a lo obvio de la jugada, mi autoría. No le dio importancia, dijo que no había problema y continuó a lo suyo sin más. Si la foto hubiera salido la conservaría con todas las demás, pero por misterios que ignoro de la cámara analógica de mierda que llevaba, por lo que fuera, para colmo de males, encima, no salió. En mi descargo diré aunque las cámaras digitales ya circulaban, que supongo que no serían baratas, yo tampoco tenía mucho interés en ello, no estaba muy por el tema informático, porque tiraba de cibercafés y ni siquiera tenía un ordenador en casa.
En visperas de tomar el vuelo de vuelta a casa hice una pequeña tournée a modo de despedida con la gente con la que me moví por allí. Y cayó pintaguines, claro. Para mi escarnio lolístico diré que sin rastro de malicia, sin un punto de picardía aprovechando que el Misisipi pasa por Nueva Orleáns y rematar, o intentarlo al menos, con la excusa de que en pocos días me iría del continente, y de perdidos al río. Idiota... Charlamos un rato entre sorbos y otros clientes, que si me voy, que si es para siempre, que si qué tal la experiencia y demás. En un momento, de una forma muy sibilina, y yo en Babia para captar la "señal" más que demasiado tarde, dijo: "salgo a las 18:00". Por lo que vi por allí, era una triquiñuela muy habitual entre camareras facilitar a ciertos clientes el horario de trabajo, incluso escrito en los típicos cerilleros de publicidad del garito, para más "claridad". Pero eso, el de trabajo. Las típicas artes de putón femeninas de jugar a la ambigüedad para insinuar un falso interés coyunderil, pero que no buscaban más que engrosar el montante de propinas a costa de incautos (una consumición, un dólar, claro). Y así lo interpreté en el caso de la tejana jamona, sin darle más importancia, pese a lo obvio en sentido contrario. Ya me iba de la taberna y me pidió que esperara un momento. Salió de la barra y me dio un sentido abrazo, apretujándome bien las dos aldabazas, y un beso a medio camino entre la mejilla y la comisura, lo cual yo atribuí, pánfilamente, a un descuido fortuito en el típico baile de cabezas en estas situaciones. Pero ni por esas. idiota...
Qué idiota, idiota, idiota, y mil veces idiota.
O protoforero de esta casa, no lo sé.
En fin, que este fue el polvo que nunca echaré.
*La foto no es mía y es bastante reciente, pero veo con nostalgia que el bar sigue exactamente igual a como lo recuerdo.
A un par de manzanas a pie, en el archiconocido Barrio Francés, o /da cuora/ como lo llamaban los lugareños, parte de mi rutina diaria consistía en tomarme alguna que otra pinta de Guinness antes de comer en una taberna irlandesa, que aún hoy existe, por cierto. Allí trabajaba una camarera tejana de nombre /sarrin/ (nunca supe cómo se escribía), un nombre de origen persa, según me dijo. Rubia natural, ojos azules y una fisonomía tipo mujer holandesa, generosa en carnes pero sin excesos. Una gordibuena en términos modernos, vaya. Y con una bonita sonrisa que regalaba a la clientela sin distinción, también a aquel chico de las Guinness con acento extranjero y verbo entrecortado (eeeeeh, canaiguet, eeeeeeh, guan paintofguines, plis?). O sea, este mismo que escribe, pero dos décadas más joven. Alarde de simpatía que, tristemente, quizás fuera parte del rol como trabajadora en la taberna, ya que allí el personal de hostelería tiene un sueldo base putapénico que no da para vivir, y dependen de las propinas diarias para completarlo.
No coincidía siempre con su turno de trabajo porque lo alternaba semanalmente, pero raro el día que yo perdonara mis pintas y con el tiempo pasé a ser parte del paisanaje de parroquianos del bar. Raro también el día que estando ella de turno mi dólar por consumición no fuera a su bolsillo. Eso yes, siempre me dedicaba unas palabras después de servirme con la excusa de mis lecturas, ya fueran manuales de inglés que cogía de la biblioteca (que estaba a tomar por culo, pero eran gratis), el periódico local de nombre rimbombante ("Times Picayune"), o mis notas de palabras/expresiones nuevas del día. Cuestión de supervivencia, que antes de aventurarme en territorio norteamericano me las prometía muy felices, pero la realidad me puso en mi sitio de una buena hostia y resultó que en la práctica mi nivel de inglés era bastante mierdoso. Y, para colmo, en Luisiana lo hablan, además del francés en algunas zonas del estado, con un diferenciado acento, expresiones y giros que no enseñan ni en el colegio, ni en la academia.
Un día me pilló haciéndole una foto del culo, justo desde la ventana donde en la foto de debajo está la torda de pelo corto. Pero una pillada de puta madre. Para mi sorpresa no se molestó, ni cambió el gesto, ni dejó de tratarme como hasta entonces. Era jovenzuelo, sí, pero con poco que justificase lo pánfilo e ingenuote que era, la verdad, y así, al día siguiente le pedí disculpas (angelito...), declarando, por si le hubiera cabido alguna duda pese a lo obvio de la jugada, mi autoría. No le dio importancia, dijo que no había problema y continuó a lo suyo sin más. Si la foto hubiera salido la conservaría con todas las demás, pero por misterios que ignoro de la cámara analógica de mierda que llevaba, por lo que fuera, para colmo de males, encima, no salió. En mi descargo diré aunque las cámaras digitales ya circulaban, que supongo que no serían baratas, yo tampoco tenía mucho interés en ello, no estaba muy por el tema informático, porque tiraba de cibercafés y ni siquiera tenía un ordenador en casa.
En visperas de tomar el vuelo de vuelta a casa hice una pequeña tournée a modo de despedida con la gente con la que me moví por allí. Y cayó pintaguines, claro. Para mi escarnio lolístico diré que sin rastro de malicia, sin un punto de picardía aprovechando que el Misisipi pasa por Nueva Orleáns y rematar, o intentarlo al menos, con la excusa de que en pocos días me iría del continente, y de perdidos al río. Idiota... Charlamos un rato entre sorbos y otros clientes, que si me voy, que si es para siempre, que si qué tal la experiencia y demás. En un momento, de una forma muy sibilina, y yo en Babia para captar la "señal" más que demasiado tarde, dijo: "salgo a las 18:00". Por lo que vi por allí, era una triquiñuela muy habitual entre camareras facilitar a ciertos clientes el horario de trabajo, incluso escrito en los típicos cerilleros de publicidad del garito, para más "claridad". Pero eso, el de trabajo. Las típicas artes de putón femeninas de jugar a la ambigüedad para insinuar un falso interés coyunderil, pero que no buscaban más que engrosar el montante de propinas a costa de incautos (una consumición, un dólar, claro). Y así lo interpreté en el caso de la tejana jamona, sin darle más importancia, pese a lo obvio en sentido contrario. Ya me iba de la taberna y me pidió que esperara un momento. Salió de la barra y me dio un sentido abrazo, apretujándome bien las dos aldabazas, y un beso a medio camino entre la mejilla y la comisura, lo cual yo atribuí, pánfilamente, a un descuido fortuito en el típico baile de cabezas en estas situaciones. Pero ni por esas. idiota...
Qué idiota, idiota, idiota, y mil veces idiota.
O protoforero de esta casa, no lo sé.
En fin, que este fue el polvo que nunca echaré.
*La foto no es mía y es bastante reciente, pero veo con nostalgia que el bar sigue exactamente igual a como lo recuerdo.
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Hay más romanticismo y nostalgia en el recuerdo de estos polvos no echados que en el relato de amores pasados que fueron ciertos y reales. Bravo.
Césped Alí
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Imagino que, como todos, tengo varios polvos que no echaré por inexperiencia o por no saber ver las señales. Como ya puse hace poco en otro post, generalmente soy bastante cortito con las señales de ellas. Del palo:
"No entiendo exactamente qué me quieres decir"
De los varios polvos que creo que podía haber echado, el más reciente, doloroso y que aún le estoy dando vueltas es de escasamente dos años. Viene ladrillazo, pero es que lo recuerdo cada semana con todo lujo de detalles, así que vamos al lío: Concierto de música dance en los mandriles (Love the Tuentis en el Wizink center), allá que íbamos a ir mi mujer y yo, su amiga de toda la vida* y su novio (antiguo novio de cuando vivía en Levante). Reservas de hotel y entradas compradas 6 meses antes.
*Aquí hago una aclaración: su amiga de toda la vida es peluquera, delgada, morenaza de tez oscura y usa una 105 de pecho. Creo que JAMÁS he visto tal desproporción de pecho en nadie, amén de ser guapísima de cara, y algo ligera de cascos. Vamos, que me la follaba sin ningún tipo de duda, pero cuando las conocí a los dos, evidentemente yo no daba el nivel.
Un día antes, con todo reservado (dos habitaciones dobles en el hotel pegadito al Wizink) tiene una movida con el novio, rompen y la deja tirada con la reserva y la entrada. Nos llama desconsolada y cabreada (ella iba desde Aragorn) , y decide seguir con el plan original (no podía cancelar la habitación). Y total, se cuentan por decenas las fiestas que nos hemos pegado los 3 y algún novio suyo, así que no pasa nada y seguimos con el plan original. Vendemos la entrada extra in extremis, vamos al Wizink, empezamos a beber (en total caerían unos 20 minis de rosé con sevenup durante el concierto, cartera temblando) y empieza el fiestón. La amiga, una vez alcoholizada, empieza a zorrear a mansalva con unos y otros, y tambíen conmigo. Típicas fotos de fiesta, a ver una besándoos vosotras dos, otra besándonos los 3, etc etc. Frotes por todos lados, una mano por aquí, se soban entre ellas (para disfrute del respetable), y todo con la complicidad de décadas conociéndonos y sabiendo los límites.
Allá por los 15 minis (realmente bebimos mucho) la cosa se empieza a descontrolar un poco. Se nos acaba la bebida, mi mujer está hablando con un tío que intenta ligar con ella bajo mi divertida mirada y de repente me dice la amiga que vaya a por bebida. Está sonando una de mis canciones favoritas (Let the shine in pinchado por DJ Marta) así que le digo que vaya ella. Sigo cantando el estribillo y noto como me acarician primero y luego aprietan los huevos, miro sorprendido y la amiga me mira con cara perversa: "Venga, ve tú". Pongo las manos en sus tetas y le hago un clásico MEC MEC mirándola fíjamente (y decepcionándome porque están más blandurrias de lo que esperaba durante décadas de querer hacer eso), y de reojo veo a mi mujer con cara de sorprendida. "Cielo, empezó ella tocándome los cojones literalmente, yo se la he devuelto". Un segundo de tensión, nos echamos a reir los tres y mi amiga toca (por enésima vez) las tetas a mi mujer, se ríen y se van las dos a por un litro.
Acaba el concierto, llevamos una moña como un piano pero es la 1 ó 2 de la mañana. Preguntamos a gente por dónde ir, y al final acabamos en Fabriq de fiesta. Seguimos manteniendo el nivel de alcohol en sangre pero evidentemente más cansados. Como hay un par de artistas que queremos ver en directo (los mismos del concierto fueron a la discoteca), así que buscamos un rincón para seguir bebiendo y descansar algo. Me siento como en un sillón grande, se me sienta cada una en un lado, extiendo los brazos y se me pone cada una apoyada en mí. Bajo la mano hasta las lumbares de mi mujer y empiezo a juguetear con su tanga, y se me cruza por la cabeza: "¿y si...?" Hago lo mismo con mi amiga, que ni se inmuta y se pone a hacer una videoconferencia con un amigo suyo moro que conoció en un viaje al desierto años ha, hablando de gilipolleces entre la música alta, a medio oscuras apoyada en el pecho del marido de su amiga mientras éste juguetea con su tanga. Después de un rato me voy a ver a Clublanders en directo (si no me equivoco es EXACTAMENTE esta actuación pero el audio es en playback en el vídeo)
Vuelvo con ellas un rato, nos vamos a comer algo y nos volvemos al hotel (Novotel Madrid Center). Si alguno habéis estado, las habitaciones son un puto laberinto. Total que subimos en el ascensor, seguimos muy etilizados así que ella tira para su habitación (doble donde dormirá sola) y nosotros para la nuestra. Llegamos, nos empezamos a despelotar y suena el teléfono de mi mujer. Ella está ya en la cama casi dormitando, lo cojo yo y es la amiga: que no encuentra su puta habitación. Le digo que si va ella y me dice que vaya yo, que ella se va a dormir. Allí que voy, la encuentro, nos reímos y buscamos su habitación, la encontramos, abre y nos quedamos mirando. Conversación verídica:
Césped: "¿No vas a darme las gracias?"
Amiga: "Gracias"
C: "Ah no, así no"
A: "¿Cómo entonces?"
C: Me señalo la mejilla y le guiño el ojo
A: Se acerca y me da una especie de medio mordisco- lametón en el cuello, mirándome entre divertida y picarona.
C: "Ale, venga, buenas noches"
Me vuelvo a la habitación dando tumbos, y pensando que vaya moña llevaba la amiga que ni ha sido capaz de acertar con sus labios en mi mejilla. Llego, mi mujer está durmiendo a pierna suelta, me desvisto y me tiro a dormir. 4 horas más tarde suena el despertador para ir a desayunar al buffet de desayuno (el mejor buffet que he probado con diferencia), voy al aseo y miro mi terrible aspecto post borrachera. Mientras me lavo la cara, vuelvo a recordar la noche y los mejores momentos de la mejor fiesta hasta la fecha, y cuando vuelvo a pensar en la escena de la habitación, entonces (y no antes) me doy cuenta de la enormérrima oportunidad que acababa de dejar pasar. Aún recuerdo mi cara de gilipollas mirándome en el espejo...
Podría decir que fue por moral, por inquebrantable ética, por todos los problemas que podría haber traído tabicarme a la mejor amiga de mi mujer, y buscar mil millones de excusas extra, pero mentiría. No pasó nada porque, literalmente, fui gilipollas y perdí seguramente el mejor polvo que nunca echaría.
"No entiendo exactamente qué me quieres decir"
De los varios polvos que creo que podía haber echado, el más reciente, doloroso y que aún le estoy dando vueltas es de escasamente dos años. Viene ladrillazo, pero es que lo recuerdo cada semana con todo lujo de detalles, así que vamos al lío: Concierto de música dance en los mandriles (Love the Tuentis en el Wizink center), allá que íbamos a ir mi mujer y yo, su amiga de toda la vida* y su novio (antiguo novio de cuando vivía en Levante). Reservas de hotel y entradas compradas 6 meses antes.
*Aquí hago una aclaración: su amiga de toda la vida es peluquera, delgada, morenaza de tez oscura y usa una 105 de pecho. Creo que JAMÁS he visto tal desproporción de pecho en nadie, amén de ser guapísima de cara, y algo ligera de cascos. Vamos, que me la follaba sin ningún tipo de duda, pero cuando las conocí a los dos, evidentemente yo no daba el nivel.
Un día antes, con todo reservado (dos habitaciones dobles en el hotel pegadito al Wizink) tiene una movida con el novio, rompen y la deja tirada con la reserva y la entrada. Nos llama desconsolada y cabreada (ella iba desde Aragorn) , y decide seguir con el plan original (no podía cancelar la habitación). Y total, se cuentan por decenas las fiestas que nos hemos pegado los 3 y algún novio suyo, así que no pasa nada y seguimos con el plan original. Vendemos la entrada extra in extremis, vamos al Wizink, empezamos a beber (en total caerían unos 20 minis de rosé con sevenup durante el concierto, cartera temblando) y empieza el fiestón. La amiga, una vez alcoholizada, empieza a zorrear a mansalva con unos y otros, y tambíen conmigo. Típicas fotos de fiesta, a ver una besándoos vosotras dos, otra besándonos los 3, etc etc. Frotes por todos lados, una mano por aquí, se soban entre ellas (para disfrute del respetable), y todo con la complicidad de décadas conociéndonos y sabiendo los límites.
Allá por los 15 minis (realmente bebimos mucho) la cosa se empieza a descontrolar un poco. Se nos acaba la bebida, mi mujer está hablando con un tío que intenta ligar con ella bajo mi divertida mirada y de repente me dice la amiga que vaya a por bebida. Está sonando una de mis canciones favoritas (Let the shine in pinchado por DJ Marta) así que le digo que vaya ella. Sigo cantando el estribillo y noto como me acarician primero y luego aprietan los huevos, miro sorprendido y la amiga me mira con cara perversa: "Venga, ve tú". Pongo las manos en sus tetas y le hago un clásico MEC MEC mirándola fíjamente (y decepcionándome porque están más blandurrias de lo que esperaba durante décadas de querer hacer eso), y de reojo veo a mi mujer con cara de sorprendida. "Cielo, empezó ella tocándome los cojones literalmente, yo se la he devuelto". Un segundo de tensión, nos echamos a reir los tres y mi amiga toca (por enésima vez) las tetas a mi mujer, se ríen y se van las dos a por un litro.
Acaba el concierto, llevamos una moña como un piano pero es la 1 ó 2 de la mañana. Preguntamos a gente por dónde ir, y al final acabamos en Fabriq de fiesta. Seguimos manteniendo el nivel de alcohol en sangre pero evidentemente más cansados. Como hay un par de artistas que queremos ver en directo (los mismos del concierto fueron a la discoteca), así que buscamos un rincón para seguir bebiendo y descansar algo. Me siento como en un sillón grande, se me sienta cada una en un lado, extiendo los brazos y se me pone cada una apoyada en mí. Bajo la mano hasta las lumbares de mi mujer y empiezo a juguetear con su tanga, y se me cruza por la cabeza: "¿y si...?" Hago lo mismo con mi amiga, que ni se inmuta y se pone a hacer una videoconferencia con un amigo suyo moro que conoció en un viaje al desierto años ha, hablando de gilipolleces entre la música alta, a medio oscuras apoyada en el pecho del marido de su amiga mientras éste juguetea con su tanga. Después de un rato me voy a ver a Clublanders en directo (si no me equivoco es EXACTAMENTE esta actuación pero el audio es en playback en el vídeo)
Vuelvo con ellas un rato, nos vamos a comer algo y nos volvemos al hotel (Novotel Madrid Center). Si alguno habéis estado, las habitaciones son un puto laberinto. Total que subimos en el ascensor, seguimos muy etilizados así que ella tira para su habitación (doble donde dormirá sola) y nosotros para la nuestra. Llegamos, nos empezamos a despelotar y suena el teléfono de mi mujer. Ella está ya en la cama casi dormitando, lo cojo yo y es la amiga: que no encuentra su puta habitación. Le digo que si va ella y me dice que vaya yo, que ella se va a dormir. Allí que voy, la encuentro, nos reímos y buscamos su habitación, la encontramos, abre y nos quedamos mirando. Conversación verídica:
Césped: "¿No vas a darme las gracias?"
Amiga: "Gracias"
C: "Ah no, así no"
A: "¿Cómo entonces?"
C: Me señalo la mejilla y le guiño el ojo
A: Se acerca y me da una especie de medio mordisco- lametón en el cuello, mirándome entre divertida y picarona.
C: "Ale, venga, buenas noches"
Me vuelvo a la habitación dando tumbos, y pensando que vaya moña llevaba la amiga que ni ha sido capaz de acertar con sus labios en mi mejilla. Llego, mi mujer está durmiendo a pierna suelta, me desvisto y me tiro a dormir. 4 horas más tarde suena el despertador para ir a desayunar al buffet de desayuno (el mejor buffet que he probado con diferencia), voy al aseo y miro mi terrible aspecto post borrachera. Mientras me lavo la cara, vuelvo a recordar la noche y los mejores momentos de la mejor fiesta hasta la fecha, y cuando vuelvo a pensar en la escena de la habitación, entonces (y no antes) me doy cuenta de la enormérrima oportunidad que acababa de dejar pasar. Aún recuerdo mi cara de gilipollas mirándome en el espejo...
Podría decir que fue por moral, por inquebrantable ética, por todos los problemas que podría haber traído tabicarme a la mejor amiga de mi mujer, y buscar mil millones de excusas extra, pero mentiría. No pasó nada porque, literalmente, fui gilipollas y perdí seguramente el mejor polvo que nunca echaría.
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Los polvos perdidos siempre son de otros tiempos. En blanco y negro, con ropas extrañas y con conversaciones ya pasadas de moda. La música que sonaba en aquel momento ya no se lleva, y los locales donde sucedieron los hechos ya no existen.
Recién cumplidos los 19 un amigo me invitó a unirme a su grupo de antiguos alumnos de instituto. Como aquel fin de semana no tenía plan (bueno, no habría ningún concierto para hacer el puto subnormal), allá que fui. Todos sabemos qué pasa cuando hay alguna novedad en el grupo, que centra todas las miradas para bien o para mal.
Había varias chicas, pero se me acercaron dos, una rubia y otra morena. La morena era María, la rubia era Cris. La morena era un angel, cuerpo delgado, sin apenas tetas, un encanto de mujer, simpática, amable y atenta. Cris era una hija de la gran puta, se le veía de lejos. Rolliza, culazo, cara redonda y ropa ancha para disimular sus tetas y curvas que volvían loco a todo el grupo.
En el bar las típicas conversaciones de mierda. Al ser nuevo puedo inventarme una vida en lugar de ser el subnormal que pulula por mi realidad. Al acabar la sesión de cervezas y chupitos en el bar, se corta la magia. Vamos a un puto local que detesto pensando si me iban a dejar entrar con la pinta que llevaba. Se lo hago saber a María, y me dice que si no me dejan entrar se viene conmigo. Yo rezando para que no me dejaran entrar... y Cris riéndose diciendo que si no me dejan entrar ya sé el camino, que para otro día "te me cortas la melena".
Me dejaron entrar gracias a que Cris y María me cogieron cada una de un brazo. Una vez dentro aquello era el infierno. Gente danzando bajo los efectos de bebidas psicotrópicas y babas al servicio de putas mil. Me pillé una cerveza, la última de la noche, y me fui a la planta de arriba donde había mesas y sillas y donde los enamorados se metían mano a coños y pollas. Miraba desde arriba la escena, me sentía un extraño. Y vino María, y se acercó a preguntarme si estaba bien. Le expliqué que ese no era mi rollo. Empezamos a hablar de lo divino y lo humano y luego se acercó Cris, con su cara de borde y de hija de puta... como me ponía el cipote joder.
Bajamos a la barra y las invité a lo que quisieran. Evidentemente, María pidió una botella de agua y Cris un Ron Cacique con Coca-Cola, un cacharro como decía ella. Se puso a tono, tenía risa tonta. Subimos arriba, y pude ver las miradas de desaprobación de la gente del resto del grupo que a esas alturas me la sudaban. Cris me susurró al oido de salir fuera, que hacía mucha calor... pero María estaba al lado con su botellita de agua. Cris me dejó caer que sus padres no estaban en casa... intenté no darle importancia; me volvió a decir de salir fuera. Al darle largas, pude comprobar lo sumamente hija de puta que era Cris, "vamos fuera, pasa de esa idiota"... pero no pude hacerlo. Cris se marchó con un "tú te lo pierdes" y volvió abajo a bailar como una mona. Me quedé con María. Pensé que a María podría amarla, pero a Cris quería follármela. Muy tarde ya. Pasó el tren.
La noche acabó, y volví a mi casa. No pude pegar ojo pensando en lo sumamente gilipollas que había sido por no hacer un desplante a Maria. Pero me consolé pensando que con María podía surgir algo... sí, una bonita amistad. De ahí no pasó. Hubo tonteo... y no sé si fue porque era rematadamente inocente o lela, o que era tan gilipollas como yo que nunca pasó nada... pero el día que la vi de la mano de un tío me rompió el corazón.
Tarde y mal.
Recién cumplidos los 19 un amigo me invitó a unirme a su grupo de antiguos alumnos de instituto. Como aquel fin de semana no tenía plan (bueno, no habría ningún concierto para hacer el puto subnormal), allá que fui. Todos sabemos qué pasa cuando hay alguna novedad en el grupo, que centra todas las miradas para bien o para mal.
Había varias chicas, pero se me acercaron dos, una rubia y otra morena. La morena era María, la rubia era Cris. La morena era un angel, cuerpo delgado, sin apenas tetas, un encanto de mujer, simpática, amable y atenta. Cris era una hija de la gran puta, se le veía de lejos. Rolliza, culazo, cara redonda y ropa ancha para disimular sus tetas y curvas que volvían loco a todo el grupo.
En el bar las típicas conversaciones de mierda. Al ser nuevo puedo inventarme una vida en lugar de ser el subnormal que pulula por mi realidad. Al acabar la sesión de cervezas y chupitos en el bar, se corta la magia. Vamos a un puto local que detesto pensando si me iban a dejar entrar con la pinta que llevaba. Se lo hago saber a María, y me dice que si no me dejan entrar se viene conmigo. Yo rezando para que no me dejaran entrar... y Cris riéndose diciendo que si no me dejan entrar ya sé el camino, que para otro día "te me cortas la melena".
Me dejaron entrar gracias a que Cris y María me cogieron cada una de un brazo. Una vez dentro aquello era el infierno. Gente danzando bajo los efectos de bebidas psicotrópicas y babas al servicio de putas mil. Me pillé una cerveza, la última de la noche, y me fui a la planta de arriba donde había mesas y sillas y donde los enamorados se metían mano a coños y pollas. Miraba desde arriba la escena, me sentía un extraño. Y vino María, y se acercó a preguntarme si estaba bien. Le expliqué que ese no era mi rollo. Empezamos a hablar de lo divino y lo humano y luego se acercó Cris, con su cara de borde y de hija de puta... como me ponía el cipote joder.
Bajamos a la barra y las invité a lo que quisieran. Evidentemente, María pidió una botella de agua y Cris un Ron Cacique con Coca-Cola, un cacharro como decía ella. Se puso a tono, tenía risa tonta. Subimos arriba, y pude ver las miradas de desaprobación de la gente del resto del grupo que a esas alturas me la sudaban. Cris me susurró al oido de salir fuera, que hacía mucha calor... pero María estaba al lado con su botellita de agua. Cris me dejó caer que sus padres no estaban en casa... intenté no darle importancia; me volvió a decir de salir fuera. Al darle largas, pude comprobar lo sumamente hija de puta que era Cris, "vamos fuera, pasa de esa idiota"... pero no pude hacerlo. Cris se marchó con un "tú te lo pierdes" y volvió abajo a bailar como una mona. Me quedé con María. Pensé que a María podría amarla, pero a Cris quería follármela. Muy tarde ya. Pasó el tren.
La noche acabó, y volví a mi casa. No pude pegar ojo pensando en lo sumamente gilipollas que había sido por no hacer un desplante a Maria. Pero me consolé pensando que con María podía surgir algo... sí, una bonita amistad. De ahí no pasó. Hubo tonteo... y no sé si fue porque era rematadamente inocente o lela, o que era tan gilipollas como yo que nunca pasó nada... pero el día que la vi de la mano de un tío me rompió el corazón.
Tarde y mal.
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A mí me parece que lo único que quería esa tía era calentarte a tope. En realidad no quería follar, sólo saber que tenía el poder de haberte hecho engañar a tu mujer -su amiga- con un chasquido de dedos. Llegas a entrar al trapo y hubieran sido todo "creo que me has malinterpretado" "estás confundido" y blablabla.Imagino que, como todos, tengo varios polvos que no echaré por inexperiencia o por no saber ver las señales. Como ya puse hace poco en otro post, generalmente soy bastante cortito con las señales de ellas. Del palo:
"No entiendo exactamente qué me quieres decir"
De los varios polvos que creo que podía haber echado, el más reciente, doloroso y que aún le estoy dando vueltas es de escasamente dos años. Viene ladrillazo, pero es que lo recuerdo cada semana con todo lujo de detalles, así que vamos al lío: Concierto de música dance en los mandriles (Love the Tuentis en el Wizink center), allá que íbamos a ir mi mujer y yo, su amiga de toda la vida* y su novio (antiguo novio de cuando vivía en Levante). Reservas de hotel y entradas compradas 6 meses antes.
*Aquí hago una aclaración: su amiga de toda la vida es peluquera, delgada, morenaza de tez oscura y usa una 105 de pecho. Creo que JAMÁS he visto tal desproporción de pecho en nadie, amén de ser guapísima de cara, y algo ligera de cascos. Vamos, que me la follaba sin ningún tipo de duda, pero cuando las conocí a los dos, evidentemente yo no daba el nivel.
Un día antes, con todo reservado (dos habitaciones dobles en el hotel pegadito al Wizink) tiene una movida con el novio, rompen y la deja tirada con la reserva y la entrada. Nos llama desconsolada y cabreada (ella iba desde Aragorn) , y decide seguir con el plan original (no podía cancelar la habitación). Y total, se cuentan por decenas las fiestas que nos hemos pegado los 3 y algún novio suyo, así que no pasa nada y seguimos con el plan original. Vendemos la entrada extra in extremis, vamos al Wizink, empezamos a beber (en total caerían unos 20 minis de rosé con sevenup durante el concierto, cartera temblando) y empieza el fiestón. La amiga, una vez alcoholizada, empieza a zorrear a mansalva con unos y otros, y tambíen conmigo. Típicas fotos de fiesta, a ver una besándoos vosotras dos, otra besándonos los 3, etc etc. Frotes por todos lados, una mano por aquí, se soban entre ellas (para disfrute del respetable), y todo con la complicidad de décadas conociéndonos y sabiendo los límites.
Allá por los 15 minis (realmente bebimos mucho) la cosa se empieza a descontrolar un poco. Se nos acaba la bebida, mi mujer está hablando con un tío que intenta ligar con ella bajo mi divertida mirada y de repente me dice la amiga que vaya a por bebida. Está sonando una de mis canciones favoritas (Let the shine in pinchado por DJ Marta) así que le digo que vaya ella. Sigo cantando el estribillo y noto como me acarician primero y luego aprietan los huevos, miro sorprendido y la amiga me mira con cara perversa: "Venga, ve tú". Pongo las manos en sus tetas y le hago un clásico MEC MEC mirándola fíjamente (y decepcionándome porque están más blandurrias de lo que esperaba durante décadas de querer hacer eso), y de reojo veo a mi mujer con cara de sorprendida. "Cielo, empezó ella tocándome los cojones literalmente, yo se la he devuelto". Un segundo de tensión, nos echamos a reir los tres y mi amiga toca (por enésima vez) las tetas a mi mujer, se ríen y se van las dos a por un litro.
Acaba el concierto, llevamos una moña como un piano pero es la 1 ó 2 de la mañana. Preguntamos a gente por dónde ir, y al final acabamos en Fabriq de fiesta. Seguimos manteniendo el nivel de alcohol en sangre pero evidentemente más cansados. Como hay un par de artistas que queremos ver en directo (los mismos del concierto fueron a la discoteca), así que buscamos un rincón para seguir bebiendo y descansar algo. Me siento como en un sillón grande, se me sienta cada una en un lado, extiendo los brazos y se me pone cada una apoyada en mí. Bajo la mano hasta las lumbares de mi mujer y empiezo a juguetear con su tanga, y se me cruza por la cabeza: "¿y si...?" Hago lo mismo con mi amiga, que ni se inmuta y se pone a hacer una videoconferencia con un amigo suyo moro que conoció en un viaje al desierto años ha, hablando de gilipolleces entre la música alta, a medio oscuras apoyada en el pecho del marido de su amiga mientras éste juguetea con su tanga. Después de un rato me voy a ver a Clublanders en directo (si no me equivoco es EXACTAMENTE esta actuación pero el audio es en playback en el vídeo)
Vuelvo con ellas un rato, nos vamos a comer algo y nos volvemos al hotel (Novotel Madrid Center). Si alguno habéis estado, las habitaciones son un puto laberinto. Total que subimos en el ascensor, seguimos muy etilizados así que ella tira para su habitación (doble donde dormirá sola) y nosotros para la nuestra. Llegamos, nos empezamos a despelotar y suena el teléfono de mi mujer. Ella está ya en la cama casi dormitando, lo cojo yo y es la amiga: que no encuentra su puta habitación. Le digo que si va ella y me dice que vaya yo, que ella se va a dormir. Allí que voy, la encuentro, nos reímos y buscamos su habitación, la encontramos, abre y nos quedamos mirando. Conversación verídica:
Césped: "¿No vas a darme las gracias?"
Amiga: "Gracias"
C: "Ah no, así no"
A: "¿Cómo entonces?"
C: Me señalo la mejilla y le guiño el ojo
A: Se acerca y me da una especie de medio mordisco- lametón en el cuello, mirándome entre divertida y picarona.
C: "Ale, venga, buenas noches"
Me vuelvo a la habitación dando tumbos, y pensando que vaya moña llevaba la amiga que ni ha sido capaz de acertar con sus labios en mi mejilla. Llego, mi mujer está durmiendo a pierna suelta, me desvisto y me tiro a dormir. 4 horas más tarde suena el despertador para ir a desayunar al buffet de desayuno (el mejor buffet que he probado con diferencia), voy al aseo y miro mi terrible aspecto post borrachera. Mientras me lavo la cara, vuelvo a recordar la noche y los mejores momentos de la mejor fiesta hasta la fecha, y cuando vuelvo a pensar en la escena de la habitación, entonces (y no antes) me doy cuenta de la enormérrima oportunidad que acababa de dejar pasar. Aún recuerdo mi cara de gilipollas mirándome en el espejo...
Podría decir que fue por moral, por inquebrantable ética, por todos los problemas que podría haber traído tabicarme a la mejor amiga de mi mujer, y buscar mil millones de excusas extra, pero mentiría. No pasó nada porque, literalmente, fui gilipollas y perdí seguramente el mejor polvo que nunca echaría.
Menuda mierda música te gusta, por cierto
Césped Alí
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Seguramente no hubiera pasado nada, o quería desquitarse y ser el mejor polvo que nunca eché. No lo sabré jamás...A mí me parece que lo único que quería esa tía era calentarte a tope. En realidad no quería follar, sólo saber que tenía el poder de haberte hecho engañar a tu mujer -su amiga- con un chasquido de dedos. Llegas a entrar al trapo y hubieran sido todo "creo que me has malinterpretado" "estás confundido" y blablabla.
Menuda mierda música te gusta, por cierto
Por otra parte, que vaya a un festival electrónico no significa que no me guste también la ópera, Dire Straits, Cypress Hill o los Maiden. Todos vistos también en directo, por cierto (Mark Knopfler en el segundo caso...)
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Si realmente esa tía quisiera follar contigo, habría habido más oportunidades. Si no viste nunca nada antes, si no ha vuelto a pasar nada después, es probable que fuera cosa de esa noche, de que esa noche, fruto de esa ruptura, quisiera inyectarse un subidón de ego sabiendo que si quería era capaz incluso de tener al marido de una amiga a sus pies. Una vez comprobado esto, el polvo le sobraba. Ese día y siempre. Yo lo veo claro. Veredicto: calientapollas. Excusa exculpatoria para esgrimir: el alcohol (muy vista).
serdo
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Yo lo veo parecido.
En mi caso, ya lo he dicho alguna vez, nunca se me ha ocurrido follarme a nadie de fiesta, prefiero corretear amigablemente cual gnomo, buscar situaciones y experiencias rocambolescas y hacer amigos extraños...pero... ¿qué probabilidad de éxito creéis que hubiera tenido @Césped Alí si en ese momento le pone la polla al hombro, le come la boca o dice que ya que le ha tenido dando vueltas por el hotel para encontrar su puta habitación que por lo menos se la chupe un rato?
Césped Alí
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A ver, que estoy totalmente de acuerdo con vosotros: era (y es) una calientapollas de manual, y esa noche yo era otro tío más al que calentar. Que lo mismo si me hubiera lanzado hubiera reculado, pues es posible, pero al igual que el 90% de historias que se cuentan en este hilo: oportunidades que perdimos pero que también podían haber salido mal de haberlas intentado aprovechar.
Lo gracioso (tragicómico) para mí es que quedé de puta madre, pero no por inteligencia o moral, sino por trisomía pura. Que en realidad lo mismo me coge de la mano y me tira para su habitación y le hubiera dicho que no (JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA), pero lo que me duele es no haber tenido esa oportunidad de elegir, no haberme dado cuenta de la pequeña ventana de oportunidad que se abrió delante mía.
Lo gracioso (tragicómico) para mí es que quedé de puta madre, pero no por inteligencia o moral, sino por trisomía pura. Que en realidad lo mismo me coge de la mano y me tira para su habitación y le hubiera dicho que no (JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA), pero lo que me duele es no haber tenido esa oportunidad de elegir, no haberme dado cuenta de la pequeña ventana de oportunidad que se abrió delante mía.
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Lo que está claro, es que muchos de los polvos que perdimos, a parte de por nuestra trisonomia, fue por ser unos caballeros de mierda que no valen ni para tomar por culo.
pai-mei
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QUE LE DES LA RAZÓN DE UNA PUTA VEZ ACERCA DE UNA TÍA A LA QUE NO CONOCE DE NADA Y NO HA VISTO NUNCA O HABRÁ UN NUEVO HOUSTON GATE QUE PARECES NUEVO HOSTIASSSSSS!!!!!!!!!!!!
3 DÍAS DURÓ EL ÚLTIMO ENTIENNDESSSSSSSSS 33333333333.
LeChuck
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Que subforo es este.
Estando en Vietnam de vacaciones conté casi en directo en un forochat que conocí fugazmente a una compatriota la primera noche en el hostal y como soy un tío enrollado acabó metida conmigo en la piltra en una habitación de seis camas de esas que son nichos en la pared (como los hoteles capsula pero estilo Ikea en vez de futurista). Estábamos hablando de chorradas, y en un momento le pregunté si hubiese gustado de folhar right there right now, si las circunstancias hubiesen sido otras, a lo que respondió sin asomo de duda que sí.
Y es que a los lados y encima teníamos personitas, a cosa de un metro. Cualquier ruido era delator.
Y esa fue la última vez que casi pero no, que es un tema recurrente en mi vida, pero que no da para anécdotas.
Estando en Vietnam de vacaciones conté casi en directo en un forochat que conocí fugazmente a una compatriota la primera noche en el hostal y como soy un tío enrollado acabó metida conmigo en la piltra en una habitación de seis camas de esas que son nichos en la pared (como los hoteles capsula pero estilo Ikea en vez de futurista). Estábamos hablando de chorradas, y en un momento le pregunté si hubiese gustado de folhar right there right now, si las circunstancias hubiesen sido otras, a lo que respondió sin asomo de duda que sí.
Y es que a los lados y encima teníamos personitas, a cosa de un metro. Cualquier ruido era delator.
Y esa fue la última vez que casi pero no, que es un tema recurrente en mi vida, pero que no da para anécdotas.
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