Pionono
Frikazo
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30 y pico páginas de hilo de la Rosalía de los cojones y el Boss, el mejor artista de directo de la historia, sin hilo propio. Os mataba a todos, cabrones.
Es el único artista del que me compro puntualmente cada disco que saca, desde hace años, eso yes, en digital.
Si no habéis ido nunca a un directo suyo, no tenéis ni puta idea de lo que un artista es capaz de hacer, de conectar, de manejar el ritmo, el tempo y las emociones de un público. El resto son imitaciones baratas amigos, aprendices del maestro.
1973
No se qué tiene este disco, pero le llamaré magia. No destaca especialmente por nada, pero suena especial, suena guay, suena puro. Aparte que se nota a legua la influencia de Dylan en el primer Springsteen, el chavalín que era por aquel entonces demuestra con su debut un carisma arrollador y que él ha aparecido en la música para hacer rock, el rock que le salga de los huevos, aquí no hay rollos experimentales ni pollas en vinagre. Ni falta que le hace. Cuando se mola tanto, se mola sin artificios. Oigan el tema Growin´ Up, puro Springsteen desde 1973.
1973
El pobre tenía diarrea compositiva. Tenía tanto almacenado en el casette de la mollera que en el mismo año pare dos discos. Y en este tenemos una joyita de 7 minutos, la famosa Rosalita (guiño guiño codazo codazo con el comienzo de este hilo), donde empieza a brillar la E Street y el inconfundible saxo de Clarence, qué puto negro más grande en todos los sentidos, cuánto le debe el sonido del Boss.
1975
Pero no tardemos mucho en sacarnos la polla, que ya es hora. Springsteen empieza a almacenar esa batería de clásicos que cuando se pone a sonar en cualquiera de sus conciertos es en la actualidad inigualable por ninguna banda o solista del planeta. Born to Run es de esos temas intemporales, una obra maestra a contracorriente de la mencionada época experimental de los 70, es un rock, por enésima vez en este genio, puro y sin concesiones, donde el Boss encuentra su sonido definitivamente. Pero es que en este disco también está otra de las joyas de la corona, y para mí personalmente si no es mi tema favorito suyo, entre los 3 que siempre me salen así de primeras seguro, la enormérrima, preciosa, PERFECTA Thunder Road. Cualquier noche, en la oscuridad, con una copazo... esto es para tocarse. Qué puta barbaridad de canción.
1978
Las portadas de sus discos nunca han sido su fuerte, eso es asín. Un punto por debajo de Born to Run, pero igualmente soberbio. Un disco que arranca con esa virguería llamada Badlands, energética y genial, tiene que ser bueno por cojones.
1980
Su puta madre, sus muertos pisoteaos, qué disco, señores, QUÉ DISCO. Para mí es su mejor obra completa, la más redonda, el momento donde eclosiona a artista de primera fila en la historia de la música moderna. Un día te digo que la mejor canción del disco es una, al día siguiente te digo otra... y nunca me equivoco. Sí, lo digo, sacada de polla descomunal, histórica.
1982
El volantazo. Algo que luego sería seña de identidad el Boss, aquí es la gran novedad. En su casa, a su puta bola, se pone a componer y a grabar de forma rudimentaria empezando a jugar con los sintetizadores lo que en teoría son conceptos para posteriores álbumes, pero como Springsteen siempre ha sido de hacer lo que le sale de la polla, pues trinca 10 temas y saca un disco con ellos. Posiblemente el Boss sea de los artistas setenteros que más tardó en adoptar el sintetizador, y también posiblemente el que menos evidente lo hizo en su música hasta bien avanzada la década de los 80. En este Springsteen intimista, lo he dicho muchas veces, no hay término medio: o entras o no. Yo, sintiéndolo mucho, porque no me disgusta, no es el Boss que me mola de verdad. Pero ojo, que de todas esas composiciones en su estudio que no salieron en el disco, algunas de ellas desembocarían en...
1984
El desembarco planetario del Boss, el disco que lo convirtió en la figura mundial que es hoy en día. Lo tiene todo, madurez musical, sonido demoledoramente adictivo, experiencia para saber mostrarlo en directo y conquistar a todo Cristo y una batería de temas que te deja pasmado, empezando por los más comerciales pero de una calidad increíble, como el clásico Dancing in the Dark, pasando al rotundo y cojonudérrimo Born in the USA, y serpeteando con joyas del disco como Working on the Highway, Cover me, No surrender, la espectacular My Hometown... qué disco señores, qué disco.
1987
El Boss se nos pone ñoño. Divorciado de su primera mujer y de la E Street Band, se encierra en sí mismo y el disco es un espejo de él mismo en esa época, triste, soso. Algún destello pero muy lejos de sus anteriores trabajos. Sin embargo, el tío tiene el don, se vendió como churros, casi como el Born in the USA. Qué cosas.
1992
Publicados como dos discos, para mí en realidad es un disco doble, y punto. Se toma su tiempo para volver como es debido, con una obra grande, llena de matices, con un sonido conservador, Springsteen se traiciona a sí mismo, se vuelve cobarde, intenta apostar a lo seguro pero cuidado, sin la E Street. Los discos tienen temas buenos, pero todos tienen el mismo problema, les falta energía. Sin embargo, el Boss siempre tiene el toque y entre todos los temas sobresale el magnífico Better Days, donde sí suena ese hamazo que tanto nos gusta.
1995
Como decía antes, con el Springsteen intimista, nunca he entrado. Y aquí, menos. Me duermo, lo siento. En su momento le dí oportunidades, incluso para ponérselo así rollo chill-out cuando estás a otras cosas, pues bueno...
2002
Para él tras el 11-S era una responsabilidad sacar un disco. Consciente de su influencia en el público americano, decide volver a su esencia, a ser valiente y poner los cojones encima de la mesa. Para eso llama a sus amigos de la E Street, y cuando las pieza encajan, lo hacen para siempre y a lo grande. Es otro tremendo discazo, dinamita pura para los oídos, una delicia para los sentidos desde el primer tema, ese estupendo Lonesome Day, la maravillosa The Rising (ver la versión que le hizo Sting en el homenaje con Obama, de correrse ese momento). Pero también aquí está otra de esas obras maestras inabarcables, inclasificable, una sobrada del Boss: Paradise. Para mí ese tema es magia pura.
2005
Otra vez "pa dentro". Sin embargo no se por qué, este disco me entra mejor. No es santo de mi devoción pero oye, sí que lo puedo escuchar muy de vez en cuando a trozos.
2006
Posiblemente una rareza única en su discografía. Ninguna canción es composición suya, todo son versiones de temas folk, que dan como resultado un disco diferente, muy animado y con un sonido muy muy de américa profunda. A mí me mola, pero entiendo perfectamente que a mucha gente no.
2007
El Boss a ritmo de crucero. Y qué ritmo, el hijoputa. Durante los siguientes años se da el gusto de hacer lo que mejor sabe hacer: rock pata negra. Asentado por fin en su vida personal y profesional, esta sucesión de temas no deja lugar a la sorpresa: es su sonido y se lo folla como quiere. Mete un tema de esos inimitables y pegadizos que funcionan sí o sí, y cuando te tiene cogido por las pelotas, igual te mete coros fusionando el tipo de música que le apetece que te mete tres baladas seguidas.
2009
Fabricando temas de calidad buena para arriba no hay quien le gane. Pero aquí la crítica que le hago es que ninguna de las canciones es sobresaliente, aunque ninguna mala eh, eso yes. Como curiosidad, figura el tema central de la estupenda peli The Wrestler, del mismo nombre.
2012
Primer disco del Boss tras la muerte del gran Clarence. Es digna de contar la historia del casting para saxofonista que hizo el propio Bruce. Tras mil y una pruebas a distintos artistas, algunos buenísimos pero a los que les decía "Eres muy bueno, pero no tienes lo que hay que tener para tocar en la E Street", con sus cojonazos, resulta que la solución la tenía en la familia: el sobrino de Clarence, Jake Clemmons. El disco es demoledor, Springsteen cabreado con el mundo, pero realmente dolido por la muerte de Clarence, la emprende a guitarrazos con el Gobierno, las multinacionales y con quien se pone por delante. Pero musicalmente el disco es una delicia, enérgico, con mucho gancho. Escucha We Take Care of Our Own y me cuentas.
2014
Pero el rock no es para estar cabreado, al menos no siempre. Otro excelente disco sin duda, cimentado para mí en otra de esas obras maestras, la versión de su propia American Skin (41 shots), que une todo lo que es esencia del Boss, musicalidad de alta gama, crítica social sin concesiones y elegancia a todos los niveles. Pero es que es una sobrada a nivel de versatilidad; que hay que versionarse a sí mismo, The Ghost of Tom Joad, que hay que meterse con música electrónica, ahí está Harry´s Place, que hay que meterse en sonido de toda la vida, ahí está Just like fire would, que hay que rendir homenaje a Dylan, uno de los culpables de la existencia del propio Boss, pues ahí está Hunter of Invisible Game.
2019
5 años después, y tras dedicarse a otras cosas, otros proyectos, o a tocarse la polla un tiempo, que también, el Boss vuelve con el que se puede considerar un disco crepuscular, aunque sospecho que este cabronazo está lejos de retirarse. Es un disco muy tranquilo, musicalmente una delicia, es Springsteen gustándose. No llega a ser un disco intimista como Nebraska pero está a medio camino de serlo.
Es el único artista del que me compro puntualmente cada disco que saca, desde hace años, eso yes, en digital.
Si no habéis ido nunca a un directo suyo, no tenéis ni puta idea de lo que un artista es capaz de hacer, de conectar, de manejar el ritmo, el tempo y las emociones de un público. El resto son imitaciones baratas amigos, aprendices del maestro.
1973
No se qué tiene este disco, pero le llamaré magia. No destaca especialmente por nada, pero suena especial, suena guay, suena puro. Aparte que se nota a legua la influencia de Dylan en el primer Springsteen, el chavalín que era por aquel entonces demuestra con su debut un carisma arrollador y que él ha aparecido en la música para hacer rock, el rock que le salga de los huevos, aquí no hay rollos experimentales ni pollas en vinagre. Ni falta que le hace. Cuando se mola tanto, se mola sin artificios. Oigan el tema Growin´ Up, puro Springsteen desde 1973.
1973
El pobre tenía diarrea compositiva. Tenía tanto almacenado en el casette de la mollera que en el mismo año pare dos discos. Y en este tenemos una joyita de 7 minutos, la famosa Rosalita (guiño guiño codazo codazo con el comienzo de este hilo), donde empieza a brillar la E Street y el inconfundible saxo de Clarence, qué puto negro más grande en todos los sentidos, cuánto le debe el sonido del Boss.
1975
Pero no tardemos mucho en sacarnos la polla, que ya es hora. Springsteen empieza a almacenar esa batería de clásicos que cuando se pone a sonar en cualquiera de sus conciertos es en la actualidad inigualable por ninguna banda o solista del planeta. Born to Run es de esos temas intemporales, una obra maestra a contracorriente de la mencionada época experimental de los 70, es un rock, por enésima vez en este genio, puro y sin concesiones, donde el Boss encuentra su sonido definitivamente. Pero es que en este disco también está otra de las joyas de la corona, y para mí personalmente si no es mi tema favorito suyo, entre los 3 que siempre me salen así de primeras seguro, la enormérrima, preciosa, PERFECTA Thunder Road. Cualquier noche, en la oscuridad, con una copazo... esto es para tocarse. Qué puta barbaridad de canción.
1978
Las portadas de sus discos nunca han sido su fuerte, eso es asín. Un punto por debajo de Born to Run, pero igualmente soberbio. Un disco que arranca con esa virguería llamada Badlands, energética y genial, tiene que ser bueno por cojones.
1980
Su puta madre, sus muertos pisoteaos, qué disco, señores, QUÉ DISCO. Para mí es su mejor obra completa, la más redonda, el momento donde eclosiona a artista de primera fila en la historia de la música moderna. Un día te digo que la mejor canción del disco es una, al día siguiente te digo otra... y nunca me equivoco. Sí, lo digo, sacada de polla descomunal, histórica.
1982
El volantazo. Algo que luego sería seña de identidad el Boss, aquí es la gran novedad. En su casa, a su puta bola, se pone a componer y a grabar de forma rudimentaria empezando a jugar con los sintetizadores lo que en teoría son conceptos para posteriores álbumes, pero como Springsteen siempre ha sido de hacer lo que le sale de la polla, pues trinca 10 temas y saca un disco con ellos. Posiblemente el Boss sea de los artistas setenteros que más tardó en adoptar el sintetizador, y también posiblemente el que menos evidente lo hizo en su música hasta bien avanzada la década de los 80. En este Springsteen intimista, lo he dicho muchas veces, no hay término medio: o entras o no. Yo, sintiéndolo mucho, porque no me disgusta, no es el Boss que me mola de verdad. Pero ojo, que de todas esas composiciones en su estudio que no salieron en el disco, algunas de ellas desembocarían en...
1984
El desembarco planetario del Boss, el disco que lo convirtió en la figura mundial que es hoy en día. Lo tiene todo, madurez musical, sonido demoledoramente adictivo, experiencia para saber mostrarlo en directo y conquistar a todo Cristo y una batería de temas que te deja pasmado, empezando por los más comerciales pero de una calidad increíble, como el clásico Dancing in the Dark, pasando al rotundo y cojonudérrimo Born in the USA, y serpeteando con joyas del disco como Working on the Highway, Cover me, No surrender, la espectacular My Hometown... qué disco señores, qué disco.
1987
El Boss se nos pone ñoño. Divorciado de su primera mujer y de la E Street Band, se encierra en sí mismo y el disco es un espejo de él mismo en esa época, triste, soso. Algún destello pero muy lejos de sus anteriores trabajos. Sin embargo, el tío tiene el don, se vendió como churros, casi como el Born in the USA. Qué cosas.
1992
Publicados como dos discos, para mí en realidad es un disco doble, y punto. Se toma su tiempo para volver como es debido, con una obra grande, llena de matices, con un sonido conservador, Springsteen se traiciona a sí mismo, se vuelve cobarde, intenta apostar a lo seguro pero cuidado, sin la E Street. Los discos tienen temas buenos, pero todos tienen el mismo problema, les falta energía. Sin embargo, el Boss siempre tiene el toque y entre todos los temas sobresale el magnífico Better Days, donde sí suena ese hamazo que tanto nos gusta.
1995
Como decía antes, con el Springsteen intimista, nunca he entrado. Y aquí, menos. Me duermo, lo siento. En su momento le dí oportunidades, incluso para ponérselo así rollo chill-out cuando estás a otras cosas, pues bueno...
2002
Para él tras el 11-S era una responsabilidad sacar un disco. Consciente de su influencia en el público americano, decide volver a su esencia, a ser valiente y poner los cojones encima de la mesa. Para eso llama a sus amigos de la E Street, y cuando las pieza encajan, lo hacen para siempre y a lo grande. Es otro tremendo discazo, dinamita pura para los oídos, una delicia para los sentidos desde el primer tema, ese estupendo Lonesome Day, la maravillosa The Rising (ver la versión que le hizo Sting en el homenaje con Obama, de correrse ese momento). Pero también aquí está otra de esas obras maestras inabarcables, inclasificable, una sobrada del Boss: Paradise. Para mí ese tema es magia pura.
2005
Otra vez "pa dentro". Sin embargo no se por qué, este disco me entra mejor. No es santo de mi devoción pero oye, sí que lo puedo escuchar muy de vez en cuando a trozos.
2006
Posiblemente una rareza única en su discografía. Ninguna canción es composición suya, todo son versiones de temas folk, que dan como resultado un disco diferente, muy animado y con un sonido muy muy de américa profunda. A mí me mola, pero entiendo perfectamente que a mucha gente no.
2007
El Boss a ritmo de crucero. Y qué ritmo, el hijoputa. Durante los siguientes años se da el gusto de hacer lo que mejor sabe hacer: rock pata negra. Asentado por fin en su vida personal y profesional, esta sucesión de temas no deja lugar a la sorpresa: es su sonido y se lo folla como quiere. Mete un tema de esos inimitables y pegadizos que funcionan sí o sí, y cuando te tiene cogido por las pelotas, igual te mete coros fusionando el tipo de música que le apetece que te mete tres baladas seguidas.
2009
Fabricando temas de calidad buena para arriba no hay quien le gane. Pero aquí la crítica que le hago es que ninguna de las canciones es sobresaliente, aunque ninguna mala eh, eso yes. Como curiosidad, figura el tema central de la estupenda peli The Wrestler, del mismo nombre.
2012
Primer disco del Boss tras la muerte del gran Clarence. Es digna de contar la historia del casting para saxofonista que hizo el propio Bruce. Tras mil y una pruebas a distintos artistas, algunos buenísimos pero a los que les decía "Eres muy bueno, pero no tienes lo que hay que tener para tocar en la E Street", con sus cojonazos, resulta que la solución la tenía en la familia: el sobrino de Clarence, Jake Clemmons. El disco es demoledor, Springsteen cabreado con el mundo, pero realmente dolido por la muerte de Clarence, la emprende a guitarrazos con el Gobierno, las multinacionales y con quien se pone por delante. Pero musicalmente el disco es una delicia, enérgico, con mucho gancho. Escucha We Take Care of Our Own y me cuentas.
2014
Pero el rock no es para estar cabreado, al menos no siempre. Otro excelente disco sin duda, cimentado para mí en otra de esas obras maestras, la versión de su propia American Skin (41 shots), que une todo lo que es esencia del Boss, musicalidad de alta gama, crítica social sin concesiones y elegancia a todos los niveles. Pero es que es una sobrada a nivel de versatilidad; que hay que versionarse a sí mismo, The Ghost of Tom Joad, que hay que meterse con música electrónica, ahí está Harry´s Place, que hay que meterse en sonido de toda la vida, ahí está Just like fire would, que hay que rendir homenaje a Dylan, uno de los culpables de la existencia del propio Boss, pues ahí está Hunter of Invisible Game.
2019
5 años después, y tras dedicarse a otras cosas, otros proyectos, o a tocarse la polla un tiempo, que también, el Boss vuelve con el que se puede considerar un disco crepuscular, aunque sospecho que este cabronazo está lejos de retirarse. Es un disco muy tranquilo, musicalmente una delicia, es Springsteen gustándose. No llega a ser un disco intimista como Nebraska pero está a medio camino de serlo.