Yo. Soulinaque
Forero del todo a cien
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- 22 Jul 2008
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¿Os habéis enamorado de un dibujo animado alguna vez?, yo si, me pasó cuando tenía siete u ocho años con Bulma la de Dragon Ball y con la chica de Oliver y Benji, que ya no se ni como se llama. Y cuando digo enamoramiento digo enamoramiento, no podía dejar de pensar en ellas, el corazón me latía con mucha fuerza cuando las veía por la tele, sentía celos cuando interactuaban con otros personajes de sexo masculisno y no se me quitaban de la cabeza ni en sueños.
Decir también que con 13 años tuve mi primer orgasmo mientras me la tocaba en la bañera pensando en A-18, también de Drangon Ball. Si señores, mi primer orgasmo no lo tuve pensando en Pamela Anderson o en cualquier otra actriz o cantante de moda de los noventa como cualquier niño de mi generación, lo tuve pensando en un dibujo animado. De ésta no me enamoré, pero me atraía mucho sexualmente.
Siempre me avergoncé de todo esto, sabía que no era normal ni siquiera con esa edad, pero no tuve una infancia precisamente normal y siempre fui consciente de ello así que tampoco me extrañó nunca que me pasaran estas cosas tan raras. Más adelante descubrí que todo esto era muy habitual entre los adolescentes de mi edad y que no tenía de que avergonzarme, en mi clase casi todos los niños se la pelaban con Ranma y con los personajes femeninos de Dragon Ball, pero jamás oí que ninguno se enamorara de un personaje de ficción como me pasó a mí.
Recuerdo que incluso llegué a pensar que igual yo era el único ser humano de la tierra que había tenido tal experiencia hasta que hace cosa de un año vi un reportaje sobre Robert Crumb en el que él mismo contaba como de pequeño se enamoró de Bugs Bunny e incluso se sintió atraído sexualmente por el personaje, hasta el punto de llevar siempre en el bolsillo un recorte de papel del conejo de la suerte y que incluso lloró cuando su madre se lo destrozó al plancharlo para quitarle las arrugas. Robert Crumb también tuvo una infancia de lo más extraña, así que el reportaje me sirvió para corroborar lo que yo ya suponía, que enamorarse de un dibujo animado solo puede deberse a algún tipo de trauma infantil.
Por suerte en la actualidad solo me ponen las mujeres de carne y hueso, lo que indica que he ido superando mis traumas con la edad, al contrario que Robert Crumb, que todavía en la actualidad se sigue excitando con sus propios dibujos.
Decir también que con 13 años tuve mi primer orgasmo mientras me la tocaba en la bañera pensando en A-18, también de Drangon Ball. Si señores, mi primer orgasmo no lo tuve pensando en Pamela Anderson o en cualquier otra actriz o cantante de moda de los noventa como cualquier niño de mi generación, lo tuve pensando en un dibujo animado. De ésta no me enamoré, pero me atraía mucho sexualmente.
Siempre me avergoncé de todo esto, sabía que no era normal ni siquiera con esa edad, pero no tuve una infancia precisamente normal y siempre fui consciente de ello así que tampoco me extrañó nunca que me pasaran estas cosas tan raras. Más adelante descubrí que todo esto era muy habitual entre los adolescentes de mi edad y que no tenía de que avergonzarme, en mi clase casi todos los niños se la pelaban con Ranma y con los personajes femeninos de Dragon Ball, pero jamás oí que ninguno se enamorara de un personaje de ficción como me pasó a mí.
Recuerdo que incluso llegué a pensar que igual yo era el único ser humano de la tierra que había tenido tal experiencia hasta que hace cosa de un año vi un reportaje sobre Robert Crumb en el que él mismo contaba como de pequeño se enamoró de Bugs Bunny e incluso se sintió atraído sexualmente por el personaje, hasta el punto de llevar siempre en el bolsillo un recorte de papel del conejo de la suerte y que incluso lloró cuando su madre se lo destrozó al plancharlo para quitarle las arrugas. Robert Crumb también tuvo una infancia de lo más extraña, así que el reportaje me sirvió para corroborar lo que yo ya suponía, que enamorarse de un dibujo animado solo puede deberse a algún tipo de trauma infantil.
Por suerte en la actualidad solo me ponen las mujeres de carne y hueso, lo que indica que he ido superando mis traumas con la edad, al contrario que Robert Crumb, que todavía en la actualidad se sigue excitando con sus propios dibujos.