Esta casa es una ruina: viendo pisos de alquiler.

Un 4º sin ascensor, sin calefacción. Putas africanas una manzana más abajo. Barrio universitario y molón. Me duchaba con agua fría, cocinaba en unas placas enchufadas y puestas de cualquier manera sobre la encimera.

Tenía una tele de 14", un buen sofá y una extraña escultura angulosa y metálica que había dejado el anterior inquilino. Un cuadro con una máscara africana daba la bienvenida a la entrada. Cuando lo vio mi hermana me dijo: "tira eso a la basura". No le hice puto caso. Teniendo en cuenta todo lo que pasó después, igual debí haberlo tirado. O no. La casera me dijo: "Al anterior inquilino le dio suerte". Que hija de puta.

Me puse cinco plantas de marihuana porque me daba el sol directo a una galería interior muy discreta. En la ventana de un piso más bajo, algunas noches veía una pareja de abueletes jugando al parchis. Me parecía algo entrañable y triste a la vez. Las plantas se pusieron como torres. Dos me salieron machos. Las otras tres se me plagaron de pulgón, a lo bestia. Les hice un tratamiento biológico guays, y se lo pasaron por su culo de pulgón. Se me formó una colonia de mariquitas que se ponían finas de pulgones. Hacia el final, unos bichos negros como hormigas gigantes (ni zorra de qué eran), que comían pulgón aún más que las mariquitas. Pero los pulgones eran infinitos.

Aún así saqué una cosecha que te cagas.

Iba al curro en bici, más tarde en moto. Tiempo después me mudé a un sitio más chachiguays con ascensor, cerca de un polígono semiabandonado. Allí me fumé gran parte de la cosecha (en una pequeña pipa de agua metálica) acompañado de absenta. Luego me trapiñaba telepizza barbacoa y cajas de donuts de las de +2 gratis. Casi me cargo el hígado.

¿Cuál era la pregunta? Ah, si. 4º sin ascensor, mi récord. Un vecino de 325 años lo subía y bajaba cada día con el esfuerzo equivalente a subir/bajar el Everest para una persona normal. Yo qué sé el rato que se tiraba, el hombre, agarrándose a la barandillas como si le fuera (le iba) la vida en ello. Un día me ofrecí a ayudarle a subir la compra que llevaba, y me respondió con un gruñido malhumorado. Gronf.
 
Lo máximo que he ascendido sin ayuda mecánica es un quinto, en la actual casa de mi madre, aunque fue irme yo y se pusieron manos a la obra a montar el ascensor.
Como anécdota diré que una vez iba subiendo las escaleras con la bici a cuestas y girando entre las escaleras y el rellano, se enganchó el manillar y fue a parar a mi nuez. La rabia se apoderó de mi y en un acceso de ira tiré la bici escaleras abajo, parando su vertiginoso descenso la puerta de una vecina que ante el sonoro hostión salió. Cuando abrió la puerta, vió la bici en su puerta y yo insultando a la bici, cerró la puerta diciendo virgen santa y haciendo el signo de la cruz.
Tenía un vecino de arriba, también con 379 años como el del conforero, y le costaba la puta vida bajar y subir. Iba siempre acompañado de un chucho el cual una vez vi como le lamía la sangre de una herida al repugnante viejo. Y el viejo con una cara de gusto que pa que.
Ancianidac divino tesoro
 
Última edición:
Mi hermano junto con su mujer, les tocó ser presidentes cuando moraban en el 4° sin ascensor.

Junto con otros vecinos propusieron instalar un ascensor, que por aquel entonces y supongo que ahora, tenía ayudas por parte de la comunidad de Madrid que sufragaba parte de los gastos.

Pues bien, los putos viejos que se morían bajando y subiendo escaleras hicieron un frente común para echar abajo el tema. No sólo insultando a mí hermano y su mujer en las reuniones de vecinos, también amenazando y tirando todo tipo de guarradas al patio del bajo, donde vivía un paralítico de mediana edad que votó a favor porque decía que era un bien para todos, pese a que el no lo.usara.

Mi hermano el hombre acabó de aquello hasta las narices, que si no se cargó un puto viejo en algún rellano fue de chiripa
 
Última edición:
Hombre, es que los putos viejos se amputarian los pies para ahorrar en zapatos.
 
Mi hermano junto con su mujer, les tocó ser presidentes cuando moraban en el 4° sin ascensor.

Junto con otros vecinos propusieron instalar un ascensor, que por aquel entonces y supongo que ahora, tenía ayudas por parte de la comunidad de Madrid que sufragaba parte de los gastos.

Pues bien, los putos viejos que se morían bajando y subiendo escaleras hicieron un frente común para echar abajo el tema. No sólo insultando a mí hermano y su mujer en las reuniones de vecinos, también amenazando y tirando todo tipo de guarradas al patio del bajo, donde vivía un paralítico de mediana edad que votó a favor porque decía que era un bien para todos, pese a que el no lo.usara.

Mi hermano el hombre acabó de aquello hasta las narices, que si no se cargó un puto viejo en algún rellano fue de chiripa

Nada como constatar la miseria humana y despreciar a tus vecinos para siempre, que las reuniones de comunidad.

A mucho viejo es que se les va. Si son mayoría, que voten en contra del puto ascensor, y ya está.

También los hay majos. Yo tenía uno debajo que, cuando tocaba el saxo, en lugar de llamarme a la local para denunciarme, luego me lo encontraba en la escalera y me decía:
-Muy majo lo que tocabas el otro día.

Como había sido guardia civil, el hombre me daba consejos para colocarme, desde la visión del mundo que podía tener un señor de 80 años.
-Tú lo que tienes que hacer es echar para banda militar. Que ahí vas a vivir muy bien.

Era un señor de barba larga que llevaba siempre impecable. Él mismo iba siempre hecho un pincel. Fue cogiendo años hasta que sus hijos lo metieron en una residencia, pero de las razonables. Me lo encontré un día en una cafetería del centro, de traje entre semana. Estaba con un ligue tomando café y me alegró verlo aún rondando abuelitas. Me lo imaginé siendo el terror de la residencia, con sus ojos azules, su barba de papá noel, la cultura que tenía y el rollo bonachón que siempre había llevado, y me fui para casa más feliz que una perdiz con el encuentro.

En contraste, otro vecino cincuentón sí me amenazó en plena reunión de la comunidad con llamarme a la local si seguía con lo del saxo. Le contesté que llamase también al séptimo de caballería. Me odió para siempre desde entonces. Me lo encontré un domingo, el tipo con la prensa bajo el brazo y en chándal, incluyendo, para mayor LOL y a juego con este, un gorro tipo pescador con el escudo de fútbol del equipo local.

Me medio sonreí al verlo con semejante facha cuando pasé a su lado. El tipo aún debe estar preguntándose de qué coño me reía. Animalico.
 
Nada como constatar la miseria humana y despreciar a tus vecinos para siempre, que las reuniones de comunidad.

A mucho viejo es que se les va. Si son mayoría, que voten en contra del puto ascensor, y ya está.

También los hay majos. Yo tenía uno debajo que, cuando tocaba el saxo, en lugar de llamarme a la local para denunciarme, luego me lo encontraba en la escalera y me decía:
-Muy majo lo que tocabas el otro día.

Como había sido guardia civil, el hombre me daba consejos para colocarme, desde la visión del mundo que podía tener un señor de 80 años.
-Tú lo que tienes que hacer es echar para banda militar. Que ahí vas a vivir muy bien.

Era un señor de barba larga que llevaba siempre impecable. Él mismo iba siempre hecho un pincel. Fue cogiendo años hasta que sus hijos lo metieron en una residencia, pero de las razonables. Me lo encontré un día en una cafetería del centro, de traje entre semana. Estaba con un ligue tomando café y me alegró verlo aún rondando abuelitas. Me lo imaginé siendo el terror de la residencia, con sus ojos azules, su barba de papá noel, la cultura que tenía y el rollo bonachón que siempre había llevado, y me fui para casa más feliz que una perdiz con el encuentro.

En contraste, otro vecino cincuentón sí me amenazó en plena reunión de la comunidad con llamarme a la local si seguía con lo del saxo. Le contesté que llamase también al séptimo de caballería. Me odió para siempre desde entonces. Me lo encontré un domingo, el tipo con la prensa bajo el brazo y en chándal, incluyendo, para mayor LOL y a juego con este, un gorro tipo pescador con el escudo de fútbol del equipo local.

Me medio sonreí al verlo con semejante facha cuando pasé a su lado. El tipo aún debe estar preguntándose de qué coño me reía. Animalico.
Al final, ¿Eres músico militar? Anda que no viven bien esos.
 
Yo cuando fui repartidor (esos que antes iban en moto y ahora en bicicleta) y el ascensor estaba averiado, lalmábamos al cliente para que bajara: si era un 8º le decía que bajara al 4º y a veces se negaba, no le subía la comida hasta que le llamaba el encargado para decirle que si quería comer bajara.
 
Al final, ¿Eres músico militar? Anda que no viven bien esos.

Nones. Tengo los saxos en sus fundas desde va a hacer ya cuatro años. Simplemente me cansé. En los ensayos miraba el reloj. Me daba pereza ir. Y pasaron COSAS al mismo tiempo, claro.

Igual un día los desempolvo.
 
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