El Real Betis tiene la propuesta de varios fondos de inversión, según adelanta el siempre bien informado Rafael Pineda (El País), para acometer fichajes de cierto nivel que su actual economía no le permitiría hacer. Otros clubes (Sevilla con Babá, Zaragoza con Roberto...) ya han tomado ese proceloso camino. En principio todo es legal: es un fondo que compra el todo o parte del jugador en cuestión y luego, si hay una plusvalía, pues recibe su compensación dependiendo del porcentaje que tenga. Esa fórmula se ha usado desde siempre en Argentina o Brasil, aunque en esos países la mayoría de las veces el fondo de inversión era de algunos de los dirigentes y cuando salía una estrella o supuesta estrella de sus canteras, pues se llenaban los bolsillos ellos. Y si los jugadores salían malos, el sueldo los pagaba el club que dirigían. Todo muy bonito. En España, al menos por ahora, la cosa está funcionando de otro modo. Los fondos de inversión, una palabra que asusta, suelen ser de los agentes que mueven el cotarro, y los jugadores en cuestión son de su agencia de representación. Lo que no cuadra, pero para nada, es que un fondo de inversión, por tanto alguien que busca una rentabilidad lo más segura posible, arriesgue en este mundo cuyos precios cambian por situaciones tan azarozas. Los fondos de inversión no confían ya ni en los pisos y sí lo van a hacer en futbolistas. Difícil de creer. Por ejemplo, supuestamente, Roberto, el portero del Zaragoza, le habría costado al fondo en cuestión que lo tiene en el club maño ni mas ni menos que ocho millones de euros. ¿Hay posibilidadde sacarle rendimiento a esa operación? Sólo si un agente con contactos como para que un entrenador con mando en plaza lo pida con carácter prioritario podría lograrlo. Por ejemplo, si el Madrid, porque Mourinho lo diga, va a por Roberto. Curiosamente en el fondo de inversión se asegura que anda el representante de Mourinho.