Victor I
Freak
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- 24 Ene 2006
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Que desengaño, que desilusión, que desencuentro más hiriente. Pensaba en este sacrosanto Foro como en un club de caballeros, copa de cognac en mano, habano humeante descansado entre los dedos, donde conceptos como honor, dignidad y valor, eran algo más que decorativas figuras literarias. Creía que esta era una atalaya inexpugnable a la vulgaridad de un mundo corrompido por los vicios más abyectos, una reserva sagrada donde la raza de los patricios encuentra a sus iguales y rescataba del cenagal mundano los preciosos valores que distinguen a los mejores.
Hace dos semanas mi Arcadia feliz, mi quimérica Utopía se colapsó, el velo dorado a través del cual observaba el mundo se rasgó y los miasmas de un mundo gangrenado me ahogaron mortalmente. No había señales que presagiaran el fin de los tiempos. Caminaba feliz por Hortaleza, todo lo feliz que puede estar un hombre que en una mano lleva una bolsa con una cazadora de la nueva colección de Massimo Dutti y en la otra tres camisas de distintos colores recién compradas en Celio. El sol rompía en mi cara y la muchachas me sonreían felices de haber coincidido conmigo. Todo era perfecto menos el destino que siempre espera su oportunidad para zancadillear a los héroes.
No era un día especialmente frío, pero la vanidad está por encima de las circunstancias climatológicas. Quería estrenar la gorra, como afirmación y rebeldía. La había ocultado por miedo a ser reconocido, pero pasando un tiempo sin incidentes, me confié y la bravuconada fue mi perdición. Porque sin duda fue la gorra lo que le dio la pista. Fue lo primero que miró cuando nuestros pasos se encontraron. Le vi mirar y sonreir. Miró la gorra, me miró a mí, y la sonrisa se transformo en carcajada. Premio. Yo era quien parecía ser y se dio cuenta. Se dirigió a mí, y sin dudarlo me llamó por mi nombre.
-¡Redivivo, cabronazo!
Dudé, podía haberme desentendido, sonréir con condescendencia y sorpresa y aligerar el paso negando levemente con la cabeza. Pero no es mis estilo negarme a mi mismo y lo que soy. Le devolví la sonrisa y asentí amablemente.
-Que tal, hombre…
-Buahh, ¡que bueno, el tio Redi! ¡Que grande!
-Bueno, ya ves.
-El puto chino mariposón del Redivivo, juas, juas…
Y aquí me di cuenta de que las cosas terminarían poniéndose desagradables, innecesarias y que debía echar el candado a aquel encuentro inesperado.
-Vale chaval, anda date un paseo y que te dé el fresco.
-Oye..
-Que si, que si,. Venga chao.
-Eh, eh, ¡puto chino!¡maricona!
Soy un caballero, no me gustan las reyertas de gitanos, lo mío es el florete y el arte del pugilato, la guerra es un arte para señores y no voy a enredarme en riñas vergonzantes. Mi oponente sin embargo era un animal de extrarradio, un comensal de zahurda acostumbrado a los golpes bajos y un sedicioso incorregible. Seguía rebuznando improperios y provocando una vergüenza ajena que llegó a inspirarme cierta lástima. El seguía insistiendo, envalentonándose, gritándome y acercándose a mí. Sentí su mano en mi hombro y al girarme, sin darme tiempo a encararle, sentí un aguijonazo en el centro de cerebro y un estallido blanco que me tiró al suelo.
Sentía el frío asfalto bajo mi espalda, un centelleo intermitente y ácido devorándome el ojo. El cielo sobre mi y mis brazos pegados al suelo sin soltar las bolsas donde estaban las preciosas prendas que acaba de comprar. Tardé unos segundos en darme cuenta de lo que había pasado. Automáticamente una riada de adrenalina tomó el poder, mi cerebro se vio anegado por la testosterona. Patalee en el aire por si mi oponente estaba rondando. Me levanté de un salto y tan sólo puede ver una figura a lo lejos huyendo a la carrera.
Llegué a casa al borde del llanto, con el ojo palpitando rabioso y sin ganas de bailar delante del espejo con mi ropa pendiente de estrenar. Sólo las grandes catástrofes me quitan un placer tan arraigado. Dejé las bolsas en la entrada y tiré la gorra directamente a la basura. Mi ego, una vez más, me había maldecido. Lo mismo que me favorecía se había convertido en mi debilidad. Por suerte no estaba mi mujer, así que tuve tiempo de ir al baño a comprobar el estado de mi belleza herida. Mi ojo estaba hinchado, no era algo escandaloso, pero era evidente, se veían en él las deshonrosas huellas de una derrota. Me lavé la cara, ¿también alguna lágrima? (no lo recuerdo) y espere sentado a que llegara la señora de la casa. Ni frío ni calmantes, sólo la rabia aleteando inexorable contra mi amor propio.
Estaba seguro de que ese mismo día, tal vez un poco después, alguien me enviaría un mp con su identidad y sus disculpas. Reincido en mi bondad, soy un ser humano que ejerce como tal de manera incorregible, y no le costaría nada ganarse mi perdón. Entre los defectos que cultivo con orgullo está el no haber aprendido nunca a odiar. Pero no tuve ocasión de equivocarme nuevamente, los días pasaron con mi ojo herido y mi buzón anhelando un arrepentimiento que nunca llegó. La espera había hecho macerar en mi un odio animal. Quería venganza y la quería de una forma brutal. Mi humanidad había cedido.
Al llegar mi mujer, después de los gritos, los lloros y los balsámicos mimos, me sentó y habló seriamente contigo. (esta parte la exagero un poco y cedo a la comicidad, aunque el sentido de la conversación y el acuerdo al que llegamos es como lo cuento)
-Ese Foro de asociales ya no es divertido. Primero el owned y ahora esto. Hasta aquí hemos llegado.
-Pero cariño, son mis hamijos.
-Habla bien, coño, que pareces tonto. No son ni tus amigos ni tus hamijos.
-Pero es Foro es LOL.
-Ya vale. El LOL no existe, ni el BAN, ni hay un mundo feliz donde van los foreros buenos después de que Mundele los de matarile.
-Callate, callate, estas mintiendo, no quiero escucharte, eres una mentirosa.
-No mi amor, tienes que dejar el Foro de una vez.
-No, no…eso no.
-Si cariño, no hay otra opción.
-¿Pero entonces que voy a hacer con mi vida?
-Muy fácil: ¡vivirla y acompañarme cuando vaya de compras! Te compraré un helado.
-Ah, entonces si. El Foro apestaaa….
-Si quieres abres un hilo de despedida, contando lo que te ha pasado y no vuelves más por alli.
-¿Puedo poner fotos?
-Ya estamos, ¿ya has olvidado el owned?
-Tendré cuidado.
-Como quieras, luego no llores como la última vez.
Y esta es la historia, y el fin de la misma. Una agresión cobarde, un ojo morado, una venganza por consumarse y un pacto que pone fin a mi viaje. Aporto dos fotos, una donde se aprecia el daño, y otra haciendo el numerito y retando al forero desconocido que me debe una disculpa o una revancha. Preguntadme lo que queráis y ya os iré respondiendo.
Las consecuencias del ataque
Las consecuencias para el forero desconocido
Hace dos semanas mi Arcadia feliz, mi quimérica Utopía se colapsó, el velo dorado a través del cual observaba el mundo se rasgó y los miasmas de un mundo gangrenado me ahogaron mortalmente. No había señales que presagiaran el fin de los tiempos. Caminaba feliz por Hortaleza, todo lo feliz que puede estar un hombre que en una mano lleva una bolsa con una cazadora de la nueva colección de Massimo Dutti y en la otra tres camisas de distintos colores recién compradas en Celio. El sol rompía en mi cara y la muchachas me sonreían felices de haber coincidido conmigo. Todo era perfecto menos el destino que siempre espera su oportunidad para zancadillear a los héroes.
No era un día especialmente frío, pero la vanidad está por encima de las circunstancias climatológicas. Quería estrenar la gorra, como afirmación y rebeldía. La había ocultado por miedo a ser reconocido, pero pasando un tiempo sin incidentes, me confié y la bravuconada fue mi perdición. Porque sin duda fue la gorra lo que le dio la pista. Fue lo primero que miró cuando nuestros pasos se encontraron. Le vi mirar y sonreir. Miró la gorra, me miró a mí, y la sonrisa se transformo en carcajada. Premio. Yo era quien parecía ser y se dio cuenta. Se dirigió a mí, y sin dudarlo me llamó por mi nombre.
-¡Redivivo, cabronazo!
Dudé, podía haberme desentendido, sonréir con condescendencia y sorpresa y aligerar el paso negando levemente con la cabeza. Pero no es mis estilo negarme a mi mismo y lo que soy. Le devolví la sonrisa y asentí amablemente.
-Que tal, hombre…
-Buahh, ¡que bueno, el tio Redi! ¡Que grande!
-Bueno, ya ves.
-El puto chino mariposón del Redivivo, juas, juas…
Y aquí me di cuenta de que las cosas terminarían poniéndose desagradables, innecesarias y que debía echar el candado a aquel encuentro inesperado.
-Vale chaval, anda date un paseo y que te dé el fresco.
-Oye..
-Que si, que si,. Venga chao.
-Eh, eh, ¡puto chino!¡maricona!
Soy un caballero, no me gustan las reyertas de gitanos, lo mío es el florete y el arte del pugilato, la guerra es un arte para señores y no voy a enredarme en riñas vergonzantes. Mi oponente sin embargo era un animal de extrarradio, un comensal de zahurda acostumbrado a los golpes bajos y un sedicioso incorregible. Seguía rebuznando improperios y provocando una vergüenza ajena que llegó a inspirarme cierta lástima. El seguía insistiendo, envalentonándose, gritándome y acercándose a mí. Sentí su mano en mi hombro y al girarme, sin darme tiempo a encararle, sentí un aguijonazo en el centro de cerebro y un estallido blanco que me tiró al suelo.
Sentía el frío asfalto bajo mi espalda, un centelleo intermitente y ácido devorándome el ojo. El cielo sobre mi y mis brazos pegados al suelo sin soltar las bolsas donde estaban las preciosas prendas que acaba de comprar. Tardé unos segundos en darme cuenta de lo que había pasado. Automáticamente una riada de adrenalina tomó el poder, mi cerebro se vio anegado por la testosterona. Patalee en el aire por si mi oponente estaba rondando. Me levanté de un salto y tan sólo puede ver una figura a lo lejos huyendo a la carrera.
Llegué a casa al borde del llanto, con el ojo palpitando rabioso y sin ganas de bailar delante del espejo con mi ropa pendiente de estrenar. Sólo las grandes catástrofes me quitan un placer tan arraigado. Dejé las bolsas en la entrada y tiré la gorra directamente a la basura. Mi ego, una vez más, me había maldecido. Lo mismo que me favorecía se había convertido en mi debilidad. Por suerte no estaba mi mujer, así que tuve tiempo de ir al baño a comprobar el estado de mi belleza herida. Mi ojo estaba hinchado, no era algo escandaloso, pero era evidente, se veían en él las deshonrosas huellas de una derrota. Me lavé la cara, ¿también alguna lágrima? (no lo recuerdo) y espere sentado a que llegara la señora de la casa. Ni frío ni calmantes, sólo la rabia aleteando inexorable contra mi amor propio.
Estaba seguro de que ese mismo día, tal vez un poco después, alguien me enviaría un mp con su identidad y sus disculpas. Reincido en mi bondad, soy un ser humano que ejerce como tal de manera incorregible, y no le costaría nada ganarse mi perdón. Entre los defectos que cultivo con orgullo está el no haber aprendido nunca a odiar. Pero no tuve ocasión de equivocarme nuevamente, los días pasaron con mi ojo herido y mi buzón anhelando un arrepentimiento que nunca llegó. La espera había hecho macerar en mi un odio animal. Quería venganza y la quería de una forma brutal. Mi humanidad había cedido.
Al llegar mi mujer, después de los gritos, los lloros y los balsámicos mimos, me sentó y habló seriamente contigo. (esta parte la exagero un poco y cedo a la comicidad, aunque el sentido de la conversación y el acuerdo al que llegamos es como lo cuento)
-Ese Foro de asociales ya no es divertido. Primero el owned y ahora esto. Hasta aquí hemos llegado.
-Pero cariño, son mis hamijos.
-Habla bien, coño, que pareces tonto. No son ni tus amigos ni tus hamijos.
-Pero es Foro es LOL.
-Ya vale. El LOL no existe, ni el BAN, ni hay un mundo feliz donde van los foreros buenos después de que Mundele los de matarile.
-Callate, callate, estas mintiendo, no quiero escucharte, eres una mentirosa.
-No mi amor, tienes que dejar el Foro de una vez.
-No, no…eso no.
-Si cariño, no hay otra opción.
-¿Pero entonces que voy a hacer con mi vida?
-Muy fácil: ¡vivirla y acompañarme cuando vaya de compras! Te compraré un helado.
-Ah, entonces si. El Foro apestaaa….
-Si quieres abres un hilo de despedida, contando lo que te ha pasado y no vuelves más por alli.
-¿Puedo poner fotos?
-Ya estamos, ¿ya has olvidado el owned?
-Tendré cuidado.
-Como quieras, luego no llores como la última vez.
Y esta es la historia, y el fin de la misma. Una agresión cobarde, un ojo morado, una venganza por consumarse y un pacto que pone fin a mi viaje. Aporto dos fotos, una donde se aprecia el daño, y otra haciendo el numerito y retando al forero desconocido que me debe una disculpa o una revancha. Preguntadme lo que queráis y ya os iré respondiendo.
Las consecuencias del ataque
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Las consecuencias para el forero desconocido
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