"Voy con mi mujer a un concierto de Duncan Dhu en las fiestas de Móstoles"
@Torquemada2.0
Sí, amigos. Un escalofrío me ha recorrido la espina dorsal. La frase, aparentemente inocua y simplemente descriptiva, esconde el más negro y abyecto infierno. Un infierno construido con ladrillos de miseria humana y moral en los ominosos páramos yermos del sur de Madrid. Lo repugnante del grupo, un grupo que nunca debió haber existido. Lo odioso de que la mujer con la que compartes tu vida tenga ese gusto musical, botón de muestra de cómo debe ser el resto de sus gustos. Lo triste de haberse quedado en sus gustos de 1988, cuando era adolescente, y de no haber evolucionado. Lo triste de que te arrastre a ver a unos individuos que a su vez se arrastran por los escenarios de menor categoría de España. Lo lamentable de que esa mujer sea la dueña de tu destino y la hacedora de tus planes de sábado noche. Lo calzonacista de no poder decir "Por ahí sí que no paso". Lo tristérrimo de ir, pese a no querer. Y el marco incomparable de las fiestas de Móstoles, de una ciudad odiosa donde el chándal es el uniforme oficial, y todo ello perfumado con olor a fritanga, a pis, a panchitada y a engaños.
Yo, si algún día dijera una frase como "Voy con mi mujer a un concierto de Duncan Dhu en las fiestas de Móstoles" sinceramente me plantearía qué he hecho con mi vida, qué miseria estoy viviendo, con quién lo hago y dónde resido. Y luego rompía con todo y me mudaba a un fiordo noruego a pescar salmones o me pegaba un tiro en el paladar, según me diera.