Frases que esconden el infierno detrás

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A ver si esta gusta más a don ILG :
"Poner los cuernos no es follarte a otra , poner cuernos es estar con tu mujer y estar pensando en otra"
Frase oida a un compañero de lo más putero y fiestero pero todo un caballero cuando esta con su parienta . ¿Que infierno interior oculta esta frase? . No lo se , pero si su mujer se entera que va diciendo esas cosas :muerte:
 
A ver si esta gusta más a don ILG :
"Poner los cuernos no es follarte a otra , poner cuernos es estar con tu mujer y estar pensando en otra"
Frase oida a un compañero de lo más putero y fiestero pero todo un caballero cuando esta con su parienta . ¿Que infierno interior oculta esta frase? . No lo se , pero si su mujer se entera que va diciendo esas cosas :muerte:

Ya te vas acercando más, pero sigue sin ser exactamente el tema. Digamos que casi metes gol, digamos que ha ido al palo.

No sé, tú verás, pero a lo mejor no está de más enterarse de qué va la película antes de abrir la boca y cagarla como has hecho en el anterior post, en el que has dicho lo primero que te ha venido a la mente así, porque sí, porque has visto "frases" y has dicho "ah, pues voy a soltar esta, pegue o no pegue".

@THORNDIKE, explica las circunstancias de la tuya, a ver.
 
"Ya no me pongo."

Eso se lo he oído a muchos entre semana en plan Jesús caminando sobre las aguas, y luego cruzármelos el domingo a las diez de la mañana caminando desde otra dimensión llena de polvo amargo con regusto a manzana ácida y a hierba recién cortada.

Y si no viene a cuento, me abstendré de importunarles más en este jilo.
 
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Ya te vas acercando más, pero sigue sin ser exactamente el tema. Digamos que casi metes gol, digamos que ha ido al palo.

No sé, tú verás, pero a lo mejor no está de más enterarse de qué va la película antes de abrir la boca y cagarla como has hecho en el anterior post, en el que has dicho lo primero que te ha venido a la mente así, porque sí, porque has visto "frases" y has dicho "ah, pues voy a soltar esta, pegue o no pegue".

@THORNDIKE, explica las circunstancias de la tuya, a ver.

Usted si que ha metido gol . Ha dado en el clavo .
 
Venga, seguid poniendo mierdas. A partir de ahora frase que no vaya con el sentido del hilo, ban que os coméis. Parece que no os enteráis o que no os queréis enterar o que estáis por tocarme los huevos hoy. Pues bien.


@Monstroid, @Perrino Chico, @Hero, va por vosotros.
 
"Venga, seguid poniendo mierdas."
 
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Joé . Es que ha puesto el listón muy alto .
 
Me tienes hasta la polla ya tú también. Te acabo de poner los botones de moderación. Hale, a ver qué tal se te da :1
Tres mensajes desde el día siguiente a los botones, y sin actividad desde hace otros tres.
Yo no se que le ha pasado a torque; pero esa frase no esconde nada bueno detrás.
 
Acabáramos. Te han dicho cienes de veces que quites la puta coma de la puta firma, puto subnormal. Y ahora nos pones dos frases sin el punto. :face:

Vete a tomar por culo a levantar hierros que es para lo único que vales.
 
Yo lo de "necesito el ordenador" lo completaría con un "porque no me he acercado a uno en años pero ahora que tu lo necesitas mucho para hacer tus cosas se me ha ocurrido ponerme a escribir tontadas y poner fotos de gatetes en FB para joderte"

A mi me ha pasado y lo certifico.
 
Debían de correr los años ochenta ya mediados.

Por aquel entonces quienes más quienes menos de entre mis amigos habíamos terminado la carrera y empezábamos a bregarnos en un mundo complicado. Ahora les parecerá una gabela, pero por aquel entonces martilleaba la cifra de casi tres millones de parados, lo cual en términos de tasa sobre la población activa nos pone más o menos en la misma situación que ahora mismo.

Pero había habido algunos más espabilados, menos aptos para estudiar, procedentes de familias con menos recursos, vayan ustedes a saber, que abandonaron los estudios antes y se pusieron a buscar hueco en aquel ya difícil mundo laboral.

Miguelín era uno de ellos, formaba parte de la subespecie mestiza del vaguete, más listo que inteligente, caradura y procedente de un entorno social en el que se habían dado cuenta de que mandar al niño a la Universidad no era ni tan barato ni tan provechoso a corto plazo, así que debió de dejar la carrera en segundo año.

No sé bien cómo había acabado trabajando para una llamémosle gestoría de las de "mucho abarco poco aprieto". Para que se hagan una idea, en términos actuales sería la típica empresa que hoy día se anuncia en una web rutilante prometiendo el oro y el moro, de las que publicitan en las emisoras del tipo Intereconomía o emisiones locales de la COPE con recobros, recursos de preferentes y demás.

A Miguelín le habían encomendado un trabajo a priori feo: asesorar a todo empresario que se quería deshacer de algún trabajador. No se trataba de un mero asesor laboral, de los que van a mediación o arbitraje, que va. Miguelín era de los que se ganaban la confianza del que andaba en el punto de mira y lo rondaba, le hacía lisonjas, promesas, acababa de quitarle toda preocupación y no sé cómo al final buena parte de aquellos tipos aceptaban la carta de despido sin chistar, tragaban con finiquitos de mierda y rara vez chistaban ante del juzgado de lo Social o acababan armando ruido en el sindicato. Elegía bien a la hora de ayudar a regular plantillas, normalmente seleccionaba a aquel pobre infeliz, cincuentón que llevaba deslomándose treinta años en una ciudad que no era la suya, porque de la noche a la mañana lo habían transplantado desde un pueblo ubicado en la nada de un secarral celtibérico a una jaula de cemento de la que ya acabaría por no salir. Una de sus frases favoritas era la chusquísima "el que no vale a la cola del paro".

No crean por otra parte que Miguelín le hacía ascos al asunto, le había cogido gusto al gatillo y cuando nos visitaba hacía ostentación no sólo de coche, traje, corbata y nómina sino que además añadía alarde de sus artes. Hay que reconocer que era generoso, eso sí, empezaba a pagar rondas y a medida que pasaba la tarde iba contando sus hazañas bélicas con todo detalle e indisimulado orgullo. La verdad es que lo soportábamos por su facilidad para sacar de la cartera billetes de cinco mil pesetas y hay que admitir que uno acababa sintiéndose algo sucio por haber gozado de mesa y mantel gracias a aquel dinero que con tanta facilidad fluía. Indudablemente la suya era un historia de éxito.

Más tarde le perdí la pista durante años, no tengo ni idea de cómo pudo ir la cosa pero creo que no me equivocaría mucho si aventuro que la empresa creció tentacularmente, marchando alegremente al son de pifanos y tambores por la sagrada senda del ladrillo; o puede que recibiesen alguna visita poco amable de la inspección de Hacienda, o de la de Trabajo, o tenían un jefe pasado de listo, uno de esos capitanes de empresa que tanto abundan en estas tierras; puede que todo ello junto, a saber. A nivel personal imagino que al colega le llegaría alguna receta en forma de divorcio, cuotas impagadas de primera residencia, segunda residencia, viaje a Punta Cana, Porsche Cayanne y demás lista de la compra.

La cosa es que fuese cual fuese el camino me topé con Miguelín un día de pura chiripa, en uno de mis raros retornos a la ciudad que me vio estudiar. A pesar de que estaba ajado, decrépito, envejecido y con los ojos hundidos no me costó reconocerlo. Me tendió una mano temblorosa y en un vistazo rápido pude ver que llevaba un buen traje pero ya raído, una camisa que distaba de estar limpia y una corbata mal anudada; que su mano había adquirido la aspereza de labriego que tal vez llevaba en sus genes desde hacía generaciones y que intentaba no parecer tan astroso de aspecto como realmente era. Llevaba también una cartera de mano que conoció mejores días y me pidió que si le invitaba a tomar un café, el cual luego se convertiría en un desayuno opíparo que encargué al darme cuenta de que no había catado algo semejante desde hacía días. Me habló de sus proyectos, de que las cosas se habían torcido un poco pero que ahora "estábamos saliendo de la crisis" y todo volvería a ser como antes, hasta pareció entusiasmarse por momentos...

Todo eso ocurrió antes de taparse la cara con las manos para que no lo viese sollozar y me dijese: "Ahora soy yo el que no vale, Tarado". Lo dejé allí, cabizbajo y ensimismado. Le di una palmada en el hombro y dejé sobre la mesa el importe del desayuno al tiempo que metí apresuradamente en el bolsillo de su chaqueta todo lo que llevaba en efectivo en ese momento, tal vez ochenta o noventa euros.

No he vuelto a verlo y me da que no volveré a hacerlo.
 
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Debían de correr los años ochenta ya mediados.

Por aquel entonces quienes más quienes menos de entre mis amigos habíamos terminado la carrera y empezábamos a bregarnos en un mundo complicado. Ahora les parecerá una gabela, pero por aquel entonces martilleaba la cifra de casi tres millones de parados, lo cual en términos de tasa sobre la población activa nos pone más o menos en la misma situación que ahora mismo.

Pero había habido algunos más espabilados, menos aptos para estudiar, procedentes de familias con menos recursos, vayan ustedes a saber, que abandonaron los estudios antes y se pusieron a buscar hueco en aquel ya difícil mundo laboral.

Miguelín era uno de ellos, formaba parte de la subespecie mestiza del vaguete, más listo que inteligente, caradura y procedente de un entorno social en el que se habían dado cuenta de que mandar al niño a la Universidad no era ni tan barato ni tan provechoso a corto plazo, así que debió de dejar la carrera en segundo año.

No sé bien cómo había acabado trabajando para una llamémosle gestoría de las de "mucho abarco poco aprieto". Para que se hagan una idea, en términos actuales sería la típica empresa que hoy día se anuncia en una web rutilante prometiendo el oro y el moro, de las que publicitan en las emisoras del tipo Intereconomía o emisiones locales de la COPE con recobros, recursos de preferentes y demás.

A Miguelín le habían encomendado un trabajo a priori feo: asesorar a todo empresario que se quería deshacer de algún trabajador. No se trataba de un mero asesor laboral, de los que van a mediación o arbitraje, que va. Miguelín era de los que se ganaban la confianza del que andaba en el punto de mira y lo rondaba, le hacía lisonjas, promesas, acababa de quitarle toda preocupación y no sé cómo al final buena parte de aquellos tipos aceptaban la carta de despido sin chistar, tragaban con finiquitos de mierda y rara vez chistaban ante del juzgado de lo Social o acababan armando ruido en el sindicato. Elegía bien a la hora de ayudar a regular plantillas, normalmente seleccionaba a aquel pobre infeliz, cincuentón que llevaba deslomándose treinta años en una ciudad que no era la suya, porque de la noche a la mañana lo habían transplantado desde un pueblo ubicado en la nada de un secarral celtibérico a una jaula de cemento de la que ya acabaría por no salir. Una de sus frases favoritas era la chusquísima "el que no vale a la cola del paro".

No crean por otra parte que Miguelín le hacía ascos al asunto, le había cogido gusto al gatillo y cuando nos visitaba hacía ostentación no sólo de coche, traje, corbata y nómina sino que además añadía alarde de sus artes. Hay que reconocer que era generoso, eso sí, empezaba a pagar rondas y a medida que pasaba la tarde iba contando sus hazañas bélicas con todo detalle e indisimulado orgullo. La verdad es que lo soportábamos por su facilidad para sacar de la cartera billetes de cinco mil pesetas y hay que admitir que uno acababa sintiéndose algo sucio por haber gozado de mesa y mantel gracias a aquel dinero que con tanta facilidad fluía. Indudablemente la suya era un historia de éxito.

Más tarde le perdí la pista durante años, no tengo ni idea de cómo pudo ir la cosa pero creo que me equivocaría mucho si aventuro que la empresa creció tentacularmente, marchando alegremente al son de pifanos y tambores por la sagrada senda del ladrillo; o puede que recibiesen alguna visita poco amable de la inspección de Hacienda, o de la de Trabajo, o tenían un jefe pasado de listo, uno de esos capitanes de empresa que tanto abundan en estas tierras; puede que todo ello junto, a saber. A nivel personal imagino que al colega le llegaría alguna receta en forma de divorcio, cuotas impagadas de primera residencia, segunda residencia, viaje a Punta Cana, Porsche Cayanne y demás lista de la compra.

La cosa es que fuese cual fuese el camino me topé con Miguelín un día de pura chiripa, en uno de mis raros retornos a la ciudad que me vio estudiar. A pesar de que estaba ajado, decrépito, envejecido un con los ojos hundidos no me costó reconocerlo. Me tendió una mano temblorosa y en un vistazo rápido pude ver que llevaba un buen traje pero ya raído, una camisa que distaba de estar limpia y una corbata mal anudada; que su mano había adquirido la aspereza de labriego que tal vez llevaba en sus genes desde hacía generaciones y que intentaba no parecer tan astroso de aspecto como realmente era. Llevaba también una cartera de mano que conoció mejores días y me pidió que si le invitaba a tomar un café, el cual luego se convertiría en un desayuno opíparo que encargué al darme cuenta de que no había catado algo semejante desde hacía días. Me habló de sus proyectos, de que las cosas se habían torcido un poco pero que ahora "estábamos saliendo de la crisis" y todo volvería a ser como antes, hasta pareció entusiasmarse por momentos...

Todo eso ocurrió antes de taparse la cara con las manos para que no lo viese sollozar y me dijese: "Ahora soy yo el que no vale, Tarado". Lo dejé allí, cabizbajo y ensimismado. Le di una palmada en el hombro y dejé sobre la mesa el importe del desayuno al tiempo que metí apresuradamente en el bolsillo de su chaqueta todo lo que llevaba en efectivo en ese momento, tal vez ochenta o noventa euros.

No he vuelto a verlo y me da que no volveré a hacerlo.
Preciosérrima historia de auge y caída. Hay ciertos individuos como el que describe, que solo sobreviven en economías en las que los billetes cambian de manos rápidamente. Esta España no es hoy la de hace diez o quince años.

He conocido varios individuos de ese palo. Salidos de barrios obreros, que compartieron adolescencia y primeros años de la edad adulta con sus colegas de toda la vida, bebiendo botellines en bares cutres, metiéndose rayitas en coches viejos, y vestidos para impresionar. Algo así como el arquetipo de flipado de Nueva Jersey que va a la Gran Ciudad a comérsela.

El caso es que, cuando hay dinero para todos, a veces hay lugar para este tipo de especímenes, y a sabiendas de sus carencias de formación, el don de gentes, la planta, los trajes baratos y el coche prestado a alguna mujer a la que normalmente parasitan, se obra el milagro.

Los casos que he conocido, se arrimaron al monocultivo ladrillero. Móvil, mesa en la inmobiliaria, coche de empresa, rayitas, comebolsas... Todo el pack.

Entre los trapicheos aprendidos en sus años de malevaje, su vasta cartera de clientes/aspiradores con dinero para gastar, y jugosas comisiones (3000€) por enseñar una casa y cerrar la venta, pudieron permitirse ese estilo de vida que siempre anhelaron. Salir a cenar y de copas por los bares más pijos de la ciudad, cambiar de coche cada dos por tres, aunque esté fuese de prestado, etc.

El caso es que la burbuja estalló, el dinero fácil ya no existía nunca más, los clientes aspiradores se quedaron en paro... El caso es que tuvieron que despojarse de sus camisas negras y corbatas chillonas, tuvieron que volver las llaves de los coches a sus propietarios, y tuvieron que ponerse a trabajar.

Y en los años más duros algunos ni eso. Con 38-40 añitos, medio de okupas en casa de amigos y familiares, recibiendo bolsas de comida de sus padres.

De los dos individuos que he conocido que atienden a ese perfil, uno está con sueldo Nescafé en el País Vasco y trabaja en negro con lo que tiene un nivel de vida de putísima madre.

Del otro, el más macarra y psicópata, encantador de serpientes que solo sabe utilizar a la gente en su propio beneficio, prefiero no saber. Algún día me lo he encontrado, y por las noches de excesos y amigüitos en común, intercambiado unas cuantas palabras tratando de ser diplomático. El caso es que he medidoo todas mis palabras como si se tratase de un puto juego de rol un libro de Timun mas de los de "Elige tu propia aventura".

Cuanto más lejos, mejor.

Y ahora, minutos para la reflexión.
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Preciosérrima historia de auge y caída. Hay ciertos individuos como el que describe, que solo sobreviven en economías en las que los billetes cambian de manos rápidamente. Esta España no es hoy la de hace diez o quince años.

He conocido varios individuos de ese palo. Salidos de barrios obreros, que compartieron adolescencia y primeros años de la edad adulta con sus colegas de toda la vida, bebiendo botellines en bares cutres, metiéndose rayitas en coches viejos, y vestidos para impresionar. Algo así como el arquetipo de flipado de Nueva Jersey que va a la Gran Ciudad a comérsela.

El caso es que, cuando hay dinero para todos, a veces hay lugar para este tipo de especímenes, y a sabiendas de sus carencias de formación, el don de gentes, la planta, los trajes baratos y el coche prestado alguna mujer a la que normalmente parasitan, se obra el milagro.

Los casos que he conocido, se arrimaron al monocultivo ladrillero. Móvil, mesa en la inmobiliaria, coche de empresa, rayitas, comebolsas... Todo el pack.

Entre los trapicheos aprendidos en sus años de malevaje, su vasta cartera de clientes/aspiradores con dinero para gastar, y jugosas comisiones (3000€) por enseñar una casa y cerrar la venta, pudieron permitirse ese estilo de vida que siempre anhelaron. Salir a cenar y de copas por los bares más pijos de la ciudad, cambiar de coche cada dos por tres, aunque esté fuese de prestado, etc.

El caso es que la burbuja estalló, el dinero fácil ya no existía nunca más, los clientes aspiradores se quedaron en paro... El caso es que tuvieron que despojarse de sus camisas negras y corbatas chillonas, tuvieron que volver las llaves de los coches a sus propietarios, y tuvieron que ponerse a trabajar.

Y en los años más duros algunos ni eso. Con 38-40 añitos, medio de okupas en casa de amigos y familiares, recibiendo bolsas de comida de sus padres.

De los dos individuos que he conocido que atienden a ese perfil, uno está con sueldo Nescafé en el País Vasco y trabaja en negro con lo que tiene un nivel de vida de putísima madre.

Del otro, el más macarra y psicópata, encantador de serpientes que solo sabe utilizar a la gente en su propio beneficio, prefiero no saber. Algún día me lo he encontrado, y por las noches de excesos y amigüitos en común, intercambiado unas cuantas palabras tratando de ser diplomático. El caso es que me Dido todas mis palabras como si se tratase de un puto juego de rol un libro de Timun mas de los de "Elige tu propia aventura".

Cuanto más lejos, mejor.

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A mi también me ha gustado la historia. Me ha recordado a los personajes de " en la orilla" de Rafael chirbes.
 
A mi también me ha gustado la historia. Me ha recordado a los personajes de " en la orilla" de Rafael chirbes.
No lo conozco, pero vamos, que los tipejos estos que le he comentado tampoco es que sean unicornios de nácar de Madagascar. Son fauna extinta ya, pero que en pleno ladrillazo los había a cienes.
Lo único bueno y positivo de la crisis es que se ha llevado mucha morralla y muchos excesos por delante.
 
"Yo tengo las cosas muy claras"

Frase de apariencia inofensiva, disfrazada insidiosamente de lugar común egocentrico, tan sobada, manida, usada, circulada de mano en mano y tan camuflada de muletilla polivalente cual caimán en el barro de la ciénaga.

Y sin embargo su traducción práctica, o mejor dicho, sus múltiples implicaciones de la personalidad que esconde suelen ser terroríficas. Lo que nos quiere decir es:

Primero soy yo, luego yo, después también yo y al final, pues yo de nuevo. Mi sistema de creencias y valores es un magma de estupideces y magufadas crueles y oportunistas que no voy a modificar por mucho que argumentes o que me pongas delante la biblioteca de Alejandría para informarme. Te dejaré plantado como pareja cuando aparezca un arquetipo mejor. Prenderé fuego a tu casa si viene una ola de frío y necesito calentarme. Me olvidaré de tu compañía cuando caigas en desgracia. Te morderé la yugular cuando aparezca algo que nos guste a los dos. Hablaré mal de ti si me sirve para trepar. Te usaré de escalón, paño de lágrimas, bayeta, animal de compañía y prestamista sin correspondencia de ningún tipo. Pisare a cualquier cosa que se interponga en el camino a mis objetivos, y con los remordimientos que no tengo me fabricaré un abanico para echarme fresco en los cojones en mis ratos libres.
 
"Es una oportunidad que solo pasa una vez en la vida, hay que ser tonto para pasar".

Frase dicha en el ambito de la intimidad por un antiguo amigo, para pedirme 20000 napos para ir a medias de socio en un negocio de alquiler de edificios, reforma de los mismos haciendo varias viviendas de una misma, y realquilandolos, cosa que segun el es "alegal" ya que segun me dijo "no existe legislacion al respecto".

la ultima vez que lo vi, se presento en su ducati monster, con todo el mono y los pertrechos de motero, diciendo que venia en moto porque el bmw lo habia tenido que dejar en el taller, para acto seguido contarnos con pelos y señales cada euro que ganaba, la casa que se estaba construyendo y lo bien que le iba con los 65 "micropisos" que tenia en subarriendo.

Tiempo despues, otro colega que tiene una empresa de reforma me conto, que menos mal que ni yo le deje la pasta ni el acepto hacerle las reformas, porque le habian empurado a el y al de las reformas, congelandoles las cuentas, y al no poder pagar, tenia casa(de el y de la piva), moto, su coche, y el de su piva, embargados y que veriamos a ver si no acababa en el chiquero.
 
"Es una oportunidad que solo pasa una vez en la vida, hay que ser tonto para pasar".

Frase dicha en el ambito de la intimidad por un antiguo amigo, para pedirme 20000 napos para ir a medias de socio en un negocio de alquiler de edificios, reforma de los mismos haciendo varias viviendas de una misma, y realquilandolos, cosa que segun el es "alegal" ya que segun me dijo "no existe legislacion al respecto".

la ultima vez que lo vi, se presento en su ducati monster, con todo el mono y los pertrechos de motero, diciendo que venia en moto porque el bmw lo habia tenido que dejar en el taller, para acto seguido contarnos con pelos y señales cada euro que ganaba, la casa que se estaba construyendo y lo bien que le iba con los 65 "micropisos" que tenia en subarriendo.

Tiempo despues, otro colega que tiene una empresa de reforma me conto, que menos mal que ni yo le deje la pasta ni el acepto hacerle las reformas, porque le habian empurado a el y al de las reformas, congelandoles las cuentas, y al no poder pagar, tenia casa(de el y de la piva), moto, su coche, y el de su piva, embargados y que veriamos a ver si no acababa en el chiquero.
Dejar pasta a un amigo es la mejor forma de quedarte sin dinero y sin amigo. Es de primero de universidad de la vida.
 
Dejar pasta a un amigo es la mejor forma de quedarte sin dinero y sin amigo. Es de primero de universidad de la vida.

Dejar pasta a un "amigo" es la mejor manera de descubrir que, realmente, no era su amigo. Yo he dejado dinero a buenos amigos y me la han devuelto sin problemas. O se la he dejado porque estaban jodidos, sabiendo que era a fondo perdido. Por supuesto, también se me ha dado el primer caso que planteaba.
 
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