Preciosérrima historia de auge y caída. Hay ciertos individuos como el que describe, que solo sobreviven en economías en las que los billetes cambian de manos rápidamente. Esta España no es hoy la de hace diez o quince años.
He conocido varios individuos de ese palo. Salidos de barrios obreros, que compartieron adolescencia y primeros años de la edad adulta con sus colegas de toda la vida, bebiendo botellines en bares cutres, metiéndose rayitas en coches viejos, y vestidos para impresionar. Algo así como el arquetipo de flipado de Nueva Jersey que va a la Gran Ciudad a comérsela.
El caso es que, cuando hay dinero para todos, a veces hay lugar para este tipo de especímenes, y a sabiendas de sus carencias de formación, el don de gentes, la planta, los trajes baratos y el coche prestado alguna mujer a la que normalmente parasitan, se obra el milagro.
Los casos que he conocido, se arrimaron al monocultivo ladrillero. Móvil, mesa en la inmobiliaria, coche de empresa, rayitas, comebolsas... Todo el pack.
Entre los trapicheos aprendidos en sus años de malevaje, su vasta cartera de clientes/aspiradores con dinero para gastar, y jugosas comisiones (3000€) por enseñar una casa y cerrar la venta, pudieron permitirse ese estilo de vida que siempre anhelaron. Salir a cenar y de copas por los bares más pijos de la ciudad, cambiar de coche cada dos por tres, aunque esté fuese de prestado, etc.
El caso es que la burbuja estalló, el dinero fácil ya no existía nunca más, los clientes aspiradores se quedaron en paro... El caso es que tuvieron que despojarse de sus camisas negras y corbatas chillonas, tuvieron que volver las llaves de los coches a sus propietarios, y tuvieron que ponerse a trabajar.
Y en los años más duros algunos ni eso. Con 38-40 añitos, medio de okupas en casa de amigos y familiares, recibiendo bolsas de comida de sus padres.
De los dos individuos que he conocido que atienden a ese perfil, uno está con sueldo Nescafé en el País Vasco y trabaja en negro con lo que tiene un nivel de vida de putísima madre.
Del otro, el más macarra y psicópata, encantador de serpientes que solo sabe utilizar a la gente en su propio beneficio, prefiero no saber. Algún día me lo he encontrado, y por las noches de excesos y amigüitos en común, intercambiado unas cuantas palabras tratando de ser diplomático. El caso es que me Dido todas mis palabras como si se tratase de un puto juego de rol un libro de
Timun mas de los de "Elige tu propia aventura".
Cuanto más lejos, mejor.
Y ahora, minutos para la reflexión.