A riesgo de que me llamen gelipollas por no pillar el sentido del hilo, me aventuro con una frase. Ya adelanto que el infierno que esconde detrás no es ningún secreto, pero siempre me ha deleitado el cómo resume tanta miseria y el estar a un micropene de distancia de tocar fondo.
"Tengo un proyecto que voy a hacer ahora que es el Cómico Suicida pero llevado al extremo".
Biosca se ganaba la vida a duras penas con su espectáculo de 'antimagia' cuando, seguramente tras un encuentro en unos lavabos, Segura le hizo hueco en aquel programa de TV que sabe dios quién le encomendó.
De la noche a la mañana el antimago se convirtió en el niño malo de España y todos le reimos la gracia, aunque la gracia tuviera menos recorrido que Cachondo en First Dates; el cómico iba a ciertos sitios pertrechado con un megáfono y un casco de bici y soltaba chistes de mala baba para tocar los huevos al colectivo que fuera. Y con eso tocó el cielo, pero las mieles del éxito no son de buena digestión para todo el mundo, y aunque se tome solo una cucharada si no tienes kilotones de almax cerca puedes lamentarlo.
No es que Biosca fuera un santo antes de aquello, el salir al escenario cada noche requiere una soltura y una tensión que rápidamente se puede asociar al consumo de sustancias, pero si encima te encuentras con una fama y dinero rápidos, es probable que la cosa acabe en lol.
Y así fue. Biosca desapareció de la televisión tan rápidamente como vino, y volvió a la carretera para recorrer el país de bar en bar y hacer su espectáculo de antimagia, con la diferencia de que su paso por la tele le había proporcionado más actuaciones. Eso se traduce en más y más kilómetros, más noches de trabajo, más visitas al baño, más tordas a las que meter el churro... Y toda la maquinaria a base de cocaina.
Es en esta época, justo antes de morder el polvo, que el tipo estaba dando una entrevista. Con ese optimismo de ojos muertos de yonki, que se engaña diciendo que el mañana traerá algo mejor, Biosca dijo eso de "voy a volver con el Cómico Suicida llevado al extremo"; el tipo se agarraba a la puta mierda que le dio el éxito durante unas semanas como un náufrago se aferra a un tablón. Me lo imagino con boceras de habar mucho, la cara blanca y chupada, planteando la idea a algún productor del medio a ver si cuaja.
"Es lo de siempre, pero llevado al extremo". Cuánta mierda detrás.