Aprovechando que cuadra con el tema original del hilo, os cuento un tema reciente.
No obstante hace poco me pasó una cosa sorprendente, y es que me llegó una petición de contacto de una ex-forera. Decía ella que me había estado leyendo con atención en el foro, y que se sentía muy identificada conmigo y con mis problemas, y que fueramos amigos y tal. A mí al principio me parecía un poco absurda la situación (porque yo no sabía nada de ella, y claro, la efusividad por parte de los extraños siempre es sospechosa e intranquilizante, supongo que es así como se sienten mis pobres estalkeadas al recibir mis pocas diatribas).
Tras superar cierta desconfianza por mi parte, le acabé dando la opción de comunicarse conmigo a través de whatsapp siempre que quisiera, aunque dejándole claro que, puesto que era ella la que tenía el interés inicial, era trabajo suyo ganarse mi interés. Esto la sorprendió un poco, me dijo que ella imaginaba que yo me sentiría halagado por su insistencia en contactarme, y que me sentiría tan intrigado que pondría mucho empeño en conocerla, y no al revés. Pero en cualquier caso empezamos a hablar con regularidad. Estas conversaciones iniciales también estuvieron trufadas de charlas sexuales (por mi parte realmente, ya todo lo he contado en el foro), y por su parte hubo claras aunque inconcretas promesas sexuales sobre como, suponiendo que al vernos en persona no sintiesemos un asco insoportable, me iba a permitir hacerle de todo. Usó la bonita expresión "quiero ser tu muñeca"
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No obstante tengo que decir que, desde el principio, yo no me acababa de creer la solidez de estas declaraciones de intenciones, no solo por el hecho de que yo sea quien soy, sino también porque, aunque al principio yo me la había imaginado como una loca de los gatos, a medida que me contaba cosas se veía que había follado bastante, y que actualmente tenía follamigo(s), y que no estaba interesada en las relaciones exclusivas; la sensación que tuve es que realmente quería un amigo y estaba dispuesta a cambiar sexo por amistad. A esto se añadía el verdadero problema principal, que es que no vive en Madrid, sino en Cataluña.
Ya por estas cosas yo simplemente rebajaba mis expectativas mentales, lo cual como se verá fue una buena estrategia. A la semana de hablar yo naturalmente ya pensaba que realmente chateando más allá de un punto se pierde el tiempo, así que propuse un viaje, y mi propuesta fue aceptada. Pero tengo que admitir que todavía me resultaba todo demasiado artificial, y me sentía como un actor al que forzaban a soltar sus frases a base de picarle con un palo desde bambalinas; y como el viaje se me hacía un poco cuesta arriba porque me coincidía con una visita de mi padre, pues un poco después lo cancelé. Ella no se quedó muy contenta, naturalmente, pero después de un par de días continuamos hablando.
Pasaron un par de semanas. Al chatear teníamos ciertos problemas, ya que ella prefiere un chateo asíncrono en medio del cual se pone a hacer otras cosas, mientras que yo soy de los que, cuando me pongo a hablar, puedo tirar del hilo 2-4 horas mínimo. Tengo que admitir que mi situación actual de ociosidad/parálisis mental me da mucho tiempo para chatear de esa manera, y que puede ser algo difícil de llevar para los demás. No obstante también es verdad que la mayoría de las veces iniciaba ella el contacto, así que yo me sentía legitimado a soltar el rollo. El caso es que yo seguía siendo consciente de la inutilidad de chatear, así que volví a proponer el viaje ahora ya en términos concretos, y saqué pasaje y todo. Sin embargo a la mañana siguiente ahora fue ella quien me pidió que lo cancelase, alegando que no se sentía cómoda y varias otras razones que antes aparentemente no existían. Yo en cualquier caso, puesto que no tenía ninguna expectativa, no me sentí muy defraudado y le dije que ok, que sin problema, pero también le dejé claro que, puesto que era ella la que pedía parar, yo dejaba en sus manos el volver a poner en movimiento las cosas.
A partir de aquí yo ya asumía que no podía esperar nada de la situación, probablemente porque habíamos pasado demasiado tiempo chateando antes de conocernos en persona, lo cual ya se sabe que no es muy buena idea. Una pena porque si ella hubiera estado en Madrid, nos hubieramos visto bien pronto. El único resquemor que yo tenía era que ella ya sabía que yo estaba en Madrid cuando se empeñó en contactarme, y que la distancia sería un obstáculo, y me parecía un poco desconsiderado que ella hubiera solicitado mi amistad con tanta insistencia, sin estar mentalmente preparada para los problemas derivados de relacionarse a distancia. Me parecía que ella había actuado de forma un poco caprichosa, sin pensar bien las cosas. Pero en cualquier caso no me sentía herido, ni nada parecido.
Aquí debo comentar que unos días antes, también me había contado que su follamigo principal, del cual está bastante enchochada (más de lo que a ella le gustaría estar, pienso), iba a compartir piso con ella durante un tiempo, y naturalmente a darle rabo a diario. Obviamente yo soy consciente de que, por mucha declaración de intenciones por su parte y por mucho poliamorismo que ella proclamara, esta situación me dejaba a mí en desventaja. También esto causó que yo me retractara de cierta ayuda futura que le había propuesto, porque no me parecía digna la idea de ayudarla yo con ciertas cosas desde la distancia (además cosas en las que según ella su follamigo no la ayudaría porque "el no es así"), mientras el otro estaba al lado polla en mano esperando por lo suyo. Cuando se lo expliqué se quejó un poco de que no lo entendía, etc, pero como yo ya he estado en estas situaciones muchas veces, lo zanjé diciéndole que simplemente no me sentía cómodo con dicha situación, y que tendría que aceptarlo y respetarlo, igual que yo había respetado que ella no se sintiera cómoda ante la idea de mi viaje.
Tras esto, no teniendo como digo ninguna expectativa, y considerando que la pelota estaba en su tejado, dejé de iniciar el contacto, para ver hasta donde llegaba su interés. Pasada una semana me empezó a hablar en tono triste diciendo que quería recuperar "el buen rollo que teníamos", y yo le dije que no sabía que lo hubieramos perdido, que si quería hablar solo tenía que escribirme. Ella se defendía diciendo que también era responsabilidad mía iniciar el contacto, pero yo le hice ver que, cuando ella lo iniciaba, yo nunca dejaba de contestarle en plazo razonable, así que en realidad tenía un refuerzo positivo para hablarme. Tuvimos una pequeña discusión ese día. Al día siguiente, la conversación continuó por el mismo tema, pero yo me mantuve en mi postura, y al final fuí tirando del hilo de la conversación hasta que me admitió lo que yo ya sabía, que era que ella había pérdido su interés inicial, mayormente según ella porque nuestros estilos de comunicación eran diferentes (el mío mucho más intenso y concentrado que el suyo), y no sabía como lidiar con eso ni como decirme que había perdido dicho interés. Yo ya me esperaba algo así y realmente no me sentí ofendido ni engañado así que en general no sentí motivo de enfado; si le explicité que naturalmente ahora yo ya abandonaba toda expectativa futura, aunque ella podía seguir escribiéndome cuando quisiera, y yo le contestaría en la medida en que pudiera o deseara. Ella se tomó esto bastante bien (probablemente esperaba que yo la pusiera de puta para arriba, o algo), y así hasta hoy. Hablamos cuando sale, mayormente sobre cosas del foro, aunque supongo que con el tiempo ambos perderemos el interés completamente. Y poco más.
Me ha quedado bastante rollo. Pero consideré importante no solo describir los hechos, sino el monólogo interior que los acompañó.