El tío de la moto probablemente acabe muerto o en silla de ruedas, por hacer el mongui conduciendo como si estuviese en un videojuego. Tú en cambio, no sabes lo que te espera, pero si te cuidas ahora, es probable que llegues a los sesenta sin cagarte encima, lo cual es alentador si, teniendo dicha edad, se mira hacia atrás y se disfruta recordando todo lo vivido. Nunca sabemos cuándo moriremos, pero ello no debe empujarnos a llevar una vida que nos acerque al borde del abismo.
Yo siempre fui muy tímido y tuve pocos amigos -algunos muy buenos, por lo menos-, así que al cumplir los 18, con los exámenes de Selectividad -más fáciles de lo que esperaba- recién aprobados me dije que debería salir más; por aquella época pensaba: "Los foros son para fracasados antisociales, yo nunca acabaré en uno". Pues bien, conocí a un grupillo de universitarios con los que empecé a acudir a auténticos antros por Argüelles y Alonso Martínez. Los primeros meses, tras haberme lanzado de la soledad al gregarismo, fueron muy estimulantes y divertidos, mas no lo fue tanto el conocer las borracheras, la resaca, las puñaladas traperas -qué envidias surgen en ocasiones-, e incluso algún que otro lío callejero con un moro. Perdí un año a lo tonto, cuando podía haberlo empleado en cosas más útiles, pero al menos aprendí que el mundo de la noche, expone a quienes merodean en el mismo a innumerables riesgos innecesarios.
Al llegar a los 19, me matriculé en el primer curso de mi carrera, y a partir de entonces empecé a comportarme con más formalidad. Cada vez que veía ( y veo) por los pasillos de mi facultad a los porreros y los ebrios tirados por el suelo, no podía comprender cómo eran capaces de malgastar de un modo tan triste unos años que, siendo los más hermosos de la vida, jamás recuperarán.Yo quizá no he salido tanto como otros sujetos de mi edad, pero he empleado mi tiempo en cursos y actividades deportivas que me han ayudado a crecer como persona.
Hoy tienes la sensación de no estar disfrutando de la vida, pero bueno, la existencia es sufrimiento y hastío de todas formas, tanto para los que se desmadran como para los que no; y además, "disfrutar la vida" es un concepto harto relativo, por lo que lo que puede ser muy entretenido para uno -meterse coca-, para otro puede resultar desagradable. ¿Qué es mejor?, ¿qué deberíamos hacer?; si no sabemos ni lo que vamos a hacer mañana, ¿cómo se supone que vamos a conocer cuál es el camino más correcto? Verbigracia, yo estuve a punto de optar por lo fácil y dejar mi carrera colgada una vez -"no sirve para nada, blao, blao..."-, pero no abandoné y decidí esforzarme; decisión acertada.
Lo que pasa es que tienes esa sensación de vacío porque -como todo el mundo- no encuentras sentido a una existencia que carece del mismo; por no decir que, en una sociedad tan hedonista y materialista como la nuestra cada vez recibimos menos afecto. Disponemos de sexo, sea real o virtual, ¿pero es suficiente? No, nos gusta sentirnos queridos: por nuestros padres; amigos; pareja; incluso nos gusta que, completos desconocidos, nos elogien por cosas que hacemos bien, por aquello en lo que destacamos.
Todo este ladrillo es para decir que venirse abajo es lo normal, sobre todo durante la adolescencia. Aprovecha para matarte a pajas hasta las cuatro mientras puedas, luego estar pendiente de la pareja es un coñazo.
Saludos cordiales.