Tools of the trade rebuznó:
Las mujeres somos así y punto, no hay más, solo estando con hombres nos damos cuenta de que tenemos mucha tontería encima y se nos quita, y es por eso por lo que me gustáis tanto.
Totalmente de acuerdo, descendiendo nosotras de la pachamama arrodillémonos ante ellos, Mallku, hijos de Amaru, indiscutiblemente superiores.
Pero qué tontería se nos va a quitar con ellos, si con la tontería de la que hacen gala podríamos nosotras echarnos a dormir y sobraría tontería para llenar cincuenta estadios sudafricanos. Tomando como origen de la muestra, por ejemplo, mi propio gimnasio podríamos englobar esta tontería masculina en varios bloques. A saber:
Tipos que entrenan con MÓVIL. Alegremente imbuidos en la conversación con su guapii, alternan duras repeticiones de poses ante el espejo (inquietantemente largas) con otras en las que se valen de mancuernas de 4 kilos. Se abastecen de pesas de 4 kilos porque no hay paquetes de arroz o tetrabricks de leche en los soportes, en cuyo caso cogerían los paquetes de La fallera, uno en cada mano se tumbarían en el banco y seguidamente los soltarían exhaustos y sobrecogidos por una terrible sensación de ansiedad al ser conscientes de estar perdiéndose las últimas novedades del whatsapp.
Tipos que no entrenan. Almas errantes que se dejan ver como figuras fantasmales, se mueven de un lado a otro, sin hacer nada, perdidos entre este mundo y el otro lado, no siendo conscientes de como alcanzar el más allá. Observan a los humanos entrenando y se aparecen ante ellos cuando menos se espera uno, como una profecía, como un vaticinio de que algo malo te va a pasar, una lesión o una aparatosa caída.
Piara de gimnasio. También conocidos como porteras de gimnasio o correveidiles. Formando a menudo manadas rodean la jaula de sen tadillas ávidos de las últimas novedades, cotorreos y dimes y diretes sin fundamento. Todo esto acompañado de un hermanamiento y falsa complicidad que ríete tú de la amistad de pepe y casillas. La jaula de sen tadillas no parece tener significado alguno para ellos, sino que en lo que a esto atañe forma parte del mobiliario de reposo del gimnasio, encontrando la piara una relación directa entre su fornida estructura y un reposapies.
Cuando uno de ellos abandona el grupo, los otros sueltan risitas y puñaladas, compitiendo entre ellos a ver quien hace gala de una mayor discapacidad psíquica en su forma más virulenta.
A menudo, este tipo de grupos goza de la asombrosa facilidad para ocupar el espacio físico que en ese momento más falta te hace a ti. Es inútil esquivarlos y tomar otro atajo entre los imaginarios pasillos que te deje llegar a tu destino, se desplazan conjuntamente y su radio engloba el 90% del universo conocido.
Mejor es marchase a casa y volver otro día.
Padrinos de gimnasio. Ante este caso debemos dejar una cosa clara. El padrino de gimnasio no va al gimnasio a entrenar:
Va a ligar. Víctima de las hormonas y como resultado de la visión periférica de algunas mujeres en mallas de dudoso gusto, el padrino de gimnasio escudriña y analiza las huestes femeninas en busca de la cachorra perfecta.
Necesita nuevo material, nuevas fantasías. Necesita acercarse a una hembra constantemente y posicionarse como el páter. Tu páter, tu protector.
No te sientas especial, cuando el padrino de gimnasio se dirige a ti ya se vieron inmiscuidas en la misma incómoda situación cientos de mujeres.
Tener paciencia y responder con monosílabos es la clave. Él es malo, es un ser demoníaco que quiere boicotear tu entrenamiento con el único fin de lucrarse mediante un posible contacto sexual.
Te dará charleta absurda e innecesaria. Cuando estés en mitad del último levantamiento, apenas puedas respirar y tengas ganas de vomitar, empezará a hablarte:
- UEEEEEEEE Cuidao levanta levanta, ahí ahí dale.
Es el momento perfecto para lanzarle la barra y dejar que los hercúleos 30 kilos hagan el resto.
Si eso no consigue matarle, hazle un gesto para que se de cuenta de su improcedente actitud, algo sutil, como unas muecas patéticas o unos furibundos insultos velados.
En torno a dos días, el padrino habrá cesado en su batalla y desaparecerá, si es que alguna vez estuvo.
El hombre, innegable maldición. Ejemplo a seguir.