A veintitrés ya, no digo más. No puedo, de verdad, no puedo. Me falta el aire, es como si mi corazón fuese con las mismas revoluciones que el de un colibrí, y el resto de mi cuerpo con los movimientos de un perezoso. Estoy al borde de un ataque de ansiedad. Por qué no me moriré de una puta vez, por qué tanto sufrimiento si yo nunca he hecho mal a nadie. Dios, que se pase ya esta angustia, este sinvivir. Ya me empieza a temblar manos y piernas, me voy a colapsar en breve, la melancolía me está asfixiando, ando más cabizbajo que de costumbre, no me atrevo a mirar a la gente a la cara, me siento más insignificante que nunca. Una cucaracha, una basura andante, me gustaría pedir perdón por mi cenizo.
Estoy fuera de la sociedad, estoy aislado, estoy enfermo. Necesito ayuda.