Las madres castradoras

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Yo tengo que tomar notas para no serlo. Pero es que a estos críos míos hay que atarlos corto porque se pierden. Uno de ellos se mete en todos los líos.

Madre mía, a ti te comía yo to lo negro pero te gusta provocar más que a un valenciano un petardo.
 
Yo veo cómo ha tratado mi suegra a mi mojer y me propongo que jamás, jamás de los jamases, trate ella así a mis hijas. Vaya chusma, bro. Sobre mi cadáver.

Yo he visto la relación tóxica que tiene mi ex con su madre, tóxica por ambas partes, y no lo quiero para mis hijos. Y se van repitiendo los patrones y yo les meto mucha caña para que no se dejen meter en una relación así. Y me lleva bastantes problemas con ellos porque piensan que odio a su abuela, pero lo que no quiero es que se coman toda esa mierda. Aquella además sabe comprar voluntades, y lo mismo la hija.

Con la de 19 se lo he dicho muy clarito, y ahora con el de 16 lo mismo. A mí me da igual que penséis que hablo desde el rencor o lo que sea, que no es así, pero poned sentido común y coged distancia, que luego podéis pasarlo muy mal y acabar siendo unos eternos infelices como su madre y su abuela, que nunca hay nada que sea suficiente para ellas.
 
Yo sí he tenido una madre castradora. Y una suegra chantajista. Así que hablo, evidentemente, desde un punto totalmente subjetivo y conforme a mi experiencia.

Mi madre siempre ha tenido problemas psicológicos que no ha querido tratar, y además con la connivencia de mi padre que dice que "ella es así, está medio loca, qué vamos a a hacer...". Mi padre con estudios superiores, sale y se casa con mi madre, que había sido hija única hiperconsentida que pierde a su padre a los 14 años. Mi abuela la sigue teniendo hiperconsentida y mi madre acaba el bachiller y estudia lo que sería un FP de la época de administrativo. Creo que no ha llegado a trabajar dos meses en su vida. Mi padre ya de joven se ganaba bien la vida y se casan muy jóvenes y mi madre, sin ningún tipo de experiencia en la vida, sin saber realmente lo que es el esfuerzo se encuentra con tres churumbeles en 5 años, aún en la mitad de su veintena. Como no es capaz de gestionar las cosas lo que hace es plantearse una serie de rutinas en las que se mantiene segura y un férreo control de nosotros, porque le da pánico todo lo que salga de esa rutina que se autoimpuesto. Pero lo peor es que no va evolucionando con los años y con nuestro crecimiento, seguimos teniendo imposiciones marcianísimas incluso entrados en la adolescencia, con un control tremendo de todo. Yo no supe lo que era la intimidad hasta que me fui de casa con gran cabreo de mi madre, por supuesto. El problema en mi casa es que mi padre pasaba de todo eso y delegaba en mi madre, que no era una persona medianamente razonable.

Conseguir mínimas parcelas de intimidad y libertad me costó Dios y ayuda, y eso que estudiaba, cumplía con mis obligaciones y me sacaba algunos duros por mi cuenta. Mi hermano mayor optó por la tranquilidad de ser un castrati y a mí me tocó la pelea continua para conseguir esas parcelitas que luego mis hermanos se aprovechaban, el mayor por comodidad, el menor porque ya lo había luchado yo antes. Mi hermano mayor, pese a tener Derecho no había hecho nada en la vida y al final su primer trabajo lo consiguió mi ex, y al cabo de un tiempo lo contraté yo en mi negocio. Pero mi hermano ha empezado a hacer vida por su cuenta y no tutelado con los 50 bien cumplidos, supongo que porque su mujer le ha hecho ponerse las pilas.

Si llego a actuar como mi hermano, si dejo que mi madre tutelase y fiscalizase mi vida me habría perdido gran parte de las cosas que me han llenado en la vida; probablemente habría tenido menos fracasos pero sin duda no habría tenido experiencias que sí considero como éxitos. Y vienen por cortar de raíz cualquier intento fiscalizador por parte de mi madre.

Que entiendo que si mi madre no tuviera trastornos psicológicos la cosa habría sido de otra manera, pues podríamos estar seguros también. ¿Quiere decir que no quiero a mi madre? No, la quiero más de lo que probablemente merezca, porque ha hecho mucho mal, pero intento ser razonable y ver las cosas con distancia para ver que su influencia en mí no era positiva, o no la mejor al menos. Tampoco tiene la culpa, es una persona que no maduró en su momento y las pocas armas que había desarrollado en la vida para que la cosa no se le fuese de madre las usó y ya. Pero no trató de mejorar, no quiso ver que hacía más mal que bien y ahora mismo mis padres tienen una posición privilegiada económicamente pero socialmente están muertos. Yo no les conozco amigos a mis padres en casi 50 años, y los pocos que han tenido han ido separando sus caminos; unos gente tóxica, otros gente muy buena. Con los que alguna vez hablo y me demuestran el cariño que nos tienen, suelen acabar con el latiguillo "...pero ya sabes cómo es tu madre".

¿Eso me hace mal hijo? Pues no. Yo me preocuparé de que no les falte de nada en el futuro, y estoy seguro que de entre los tres hermanos el que más dará el callo me tocará ser a mí. No le tengo inquina a mis padres, ni rencor ni nada parecido. Mi padre actuaba como era un padre en la sociedad en esos tiempos, era un (buen) provider, pero no le pidas que pasara mucho tiempo jugando con nosotros o generando aficiones. Para mis padres las aficiones siempre han sido excentricidades. O sentarte en una terraza a tomarte una bebida, "Mira a todos esos tontos", decían. Quiero decir, que hicieron algunas cosas rematadamente mal, pero teniendo en cuenta cómo eran, no por maldad, sino por desconocimiento, inmadurez, trastornos, etc.

Todo eso ha sido esencial para la relación que yo he mantenido con mis hijos, pero claro, yo soy padre y no madre. Paso al capítulo suegras chantajistas.
De tu post, quitando lo que es particular en tu caso, me quedo con las tres palabras que son claves en toda madre castradora. Hay más, pero desde luego estas tres se dan en todos los casos que yo he visto: tutela, control y fiscalización. Las tres van de la mano.

Tutelar, nos dice el diccionario, es "cuidar de la persona y los bienes de aquel que, por minoría de edad o por otra causa, no tiene completa capacidad civil". Uno, conforme va creciendo y va haciéndose primero adolescente, luego joven y luego adulto, debe ir adquiriendo esa capacidad, esa competencia para ocuparse de sus propias cosas. Las madres castradoras no dejan que el niño adquiera competencia ni capacidades, le mantienen siempre bajo su amparo y su cuidado, tratándoles con desacuerdo a su edad. Para ello utilizan el control, porque no se puede escapar nada a su control, si no corremos el riesgo de que el niño obre y piense y juzgue y tenga criterio propio para sus cosas y, lo que es más terrorífico, que no sea el mismo que el nuestro o incluso -dios no lo quiera- el contrario. Y por supuesto hay que fiscalizar cada cosa que hace, cada paso que se da, porque cada paso que se da que no está visado previamente por momó o autorizado o aceptado o incluso directamente instigado, es una potencial rebelión. Y así tenemos a tíos de cuarenta años que son incapaces de comprarse unos pantalones sin que mamá les dé el visto bueno, aunque mamá no tenga criterio y luego vayan hechos unos adefesios igual, o que si se tienen que comprar un colchón lo primero que piensen es ir a comprarlo con mamá porque es mamá la que controla, porque mamá sabe más siempre. Sí, @Ferris, hablo de ti, que cuando se te dice de irte de viaje y ver mundo tu respuesta es "no porque menudo disgusto se va a llevar mi madre". Con cuarenta años que tienes.

Al final, de tratar al hijo como un incompetente, consiguen que este realmente lo sea. Si lo peor que pasara es que no saben comprarse unos pantalones, no sería un drama. El problema es que de lo demás tampoco, porque nunca jamás se han desarrollado más allá de la infancia. Nunca han adquirido las competencias para enfrentarse a la vida, a lo cotidiano, o a los grandes retos que la vida plantea. Nunca desarrollan capacidades. Nunca un criterio propio. Se consigue un hijo con un mundo reducido que orbita alrededor de momó (fuera de las fronteras de su falda hay leones) y un inválido vital que es incapaz de relacionarse en términos de igualdad con el resto de la gente y con el mundo. Muchos de estos te rebaten que no, porque tienen un trabajo adulto, y eso un niño no lo tiene, sin darse cuenta de que ese trabajo no es muy distinto a cuando un niño va al cole: sale de la falda de mamá, hace sus cositas en el trabajo y luego vuelven con mamá. Suelen ser además trabajos en los que su actividad es pasiva, monótona, controlada, repetitiva, controlada, porque naturalmente un trabajo ejecutivo y de toma de decisiones no les iría bien: no pueden llamar a su mamá a ver qué opina ella.


He visto a madres ir a matricular a los niños a la universidad con ellos de la mano. He visto a tías de veintiocho años volviéndose a casa a las diez de la noche porque si no mamá se preocupa. He visto a hijos creer que su deber es obedecer siempre y en todo caso a sus padres y que no conciben hacer algo que no esté autorizado por ellos, ni siquiera vestir diferente. Madres encontrarse con sus hijos treintañeros en la calle y colocarles la ropa y decirles que mira cómo me llevas el jersey. Madres que no dejaban a su hijo adolescente afeitarse "porque si no te sale más barba", haciéndose la ilusión de poder impedir hasta el crecimiento físico del chaval; qué es eso de que no sigas siendo un niño, ni se te ocurra hacer algo que haga que te pueda salir barba. También vi una vez, y me quedé helado, cómo un tío ya con los huevos negros dejaba que su madre sacara un pañuelo y lo mojara con la punta de la lengua para quitarle una manchita que tenía en la cara.

Es de un egoísmo brutal. Traer a una persona al mundo para moldearla a tu gusto, para domesticarla como si fuera tu perro, cortarle las alas, asegurarse de que no va a volar ni muy lejos ni sin tu permiso, tenerlo bajo la bota y manejarlo como un títere, como una cría que arrastra a su muñeco y le dice cómo ponerse, qué hacer, qué decir y hasta qué pensar y le regaña si se sale de la línea.
 
De tu post, quitando lo que es particular en tu caso, me quedo con las tres palabras que son claves en toda madre castradora. Hay más, pero desde luego estas tres se dan en todos los casos que yo he visto: tutela, control y fiscalización. Las tres van de la mano.

Tutelar, nos dice el diccionario, es "cuidar de la persona y los bienes de aquel que, por minoría de edad o por otra causa, no tiene completa capacidad civil". Uno, conforme va creciendo y va haciéndose primero adolescente, luego joven y luego adulto, debe ir adquiriendo esa capacidad, esa competencia para ocuparse de sus propias cosas. Las madres castradoras no dejan que el niño adquiera competencia ni capacidades, le mantienen siempre bajo su amparo y su cuidado, tratándoles con desacuerdo a su edad. Para ello utilizan el control, porque no se puede escapar nada a su control, si no corremos el riesgo de que el niño obre y piense y juzgue y tenga criterio propio para sus cosas y, lo que es más terrorífico, que no sea el mismo que el nuestro o incluso -dios no lo quiera- el contrario. Y por supuesto hay que fiscalizar cada cosa que hace, cada paso que se da, porque cada paso que se da que no está visado previamente por momó o autorizado o aceptado o incluso directamente instigado, es una potencial rebelión. Y así tenemos a tíos de cuarenta años que son incapaces de comprarse unos pantalones sin que mamá les dé el visto bueno, aunque mamá no tenga criterio y luego vayan hechos unos adefesios igual, o que si se tienen que comprar un colchón lo primero que piensen es ir a comprarlo con mamá porque es mamá la que controla, porque mamá sabe más siempre. Sí, @Ferris, hablo de ti, que cuando se te dice de irte de viaje y ver mundo tu respuesta es "no porque menudo disgusto se va a llevar mi madre". Con cuarenta años que tienes.

Al final, de tratar al hijo como un incompetente, consiguen que este realmente lo sea. Si lo peor que pasara es que no saben comprarse unos pantalones, no sería un drama. El problema es que de lo demás tampoco, porque nunca jamás se han desarrollado más allá de la infancia. Nunca han adquirido las competencias para enfrentarse a la vida, a lo cotidiano, o a los grandes retos que la vida plantea. Nunca desarrollan capacidades. Nunca un criterio propio. Se consigue un hijo con un mundo reducido que orbita alrededor de momó (fuera de las fronteras de su falda hay leones) y un inválido vital que es incapaz de relacionarse en términos de igualdad con el resto de la gente y con el mundo. Muchos de estos te rebaten que no, porque tienen un trabajo adulto, y eso un niño no lo tiene, sin darse cuenta de que ese trabajo no es muy distinto a cuando un niño va al cole: sale de la falda de mamá, hace sus cositas en el trabajo y luego vuelven con mamá. Suelen ser además trabajos en los que su actividad es pasiva, monótona, controlada, repetitiva, controlada, porque naturalmente un trabajo ejecutivo y de toma de decisiones no les iría bien: no pueden llamar a su mamá a ver qué opina ella.


He visto a madres ir a matricular a los niños a la universidad con ellos de la mano. He visto a tías de veintiocho años volviéndose a casa a las diez de la noche porque si no mamá se preocupa. He visto a hijos creer que su deber es obedecer siempre y en todo caso a sus padres y que no conciben hacer algo que no esté autorizado por ellos, ni siquiera vestir diferente. Madres encontrarse con sus hijos treintañeros en la calle y colocarles la ropa y decirles que mira cómo me llevas el jersey. Madres que no dejaban a su hijo adolescente afeitarse "porque si no te sale más barba", haciéndose la ilusión de poder impedir hasta el crecimiento físico del chaval; qué es eso de que no sigas siendo un niño, ni se te ocurra hacer algo que haga que te pueda salir barba. También vi una vez, y me quedé helado, cómo un tío ya con los huevos negros dejaba que su madre sacara un pañuelo y lo mojara con la punta de la lengua para quitarle una manchita que tenía en la cara.

Es de un egoísmo brutal. Traer a una persona al mundo para moldearla a tu gusto, para domesticarla como si fuera tu perro, cortarle las alas, asegurarse de que no va a volar ni muy lejos ni sin tu permiso, tenerlo bajo la bota y manejarlo como un títere, como una cría que arrastra a su muñeco y le dice cómo ponerse, qué hacer, qué decir y hasta qué pensar y le regaña si se sale de la línea.
Vaya chapa el hijoputa.
 
De tu post, quitando lo que es particular en tu caso, me quedo con las tres palabras que son claves en toda madre castradora. Hay más, pero desde luego estas tres se dan en todos los casos que yo he visto: tutela, control y fiscalización. Las tres van de la mano.

Tutelar, nos dice el diccionario, es "cuidar de la persona y los bienes de aquel que, por minoría de edad o por otra causa, no tiene completa capacidad civil". Uno, conforme va creciendo y va haciéndose primero adolescente, luego joven y luego adulto, debe ir adquiriendo esa capacidad, esa competencia para ocuparse de sus propias cosas. Las madres castradoras no dejan que el niño adquiera competencia ni capacidades, le mantienen siempre bajo su amparo y su cuidado, tratándoles con desacuerdo a su edad. Para ello utilizan el control, porque no se puede escapar nada a su control, si no corremos el riesgo de que el niño obre y piense y juzgue y tenga criterio propio para sus cosas y, lo que es más terrorífico, que no sea el mismo que el nuestro o incluso -dios no lo quiera- el contrario. Y por supuesto hay que fiscalizar cada cosa que hace, cada paso que se da, porque cada paso que se da que no está visado previamente por momó o autorizado o aceptado o incluso directamente instigado, es una potencial rebelión. Y así tenemos a tíos de cuarenta años que son incapaces de comprarse unos pantalones sin que mamá les dé el visto bueno, aunque mamá no tenga criterio y luego vayan hechos unos adefesios igual, o que si se tienen que comprar un colchón lo primero que piensen es ir a comprarlo con mamá porque es mamá la que controla, porque mamá sabe más siempre. Sí, @Ferris, hablo de ti, que cuando se te dice de irte de viaje y ver mundo tu respuesta es "no porque menudo disgusto se va a llevar mi madre". Con cuarenta años que tienes.

Al final, de tratar al hijo como un incompetente, consiguen que este realmente lo sea. Si lo peor que pasara es que no saben comprarse unos pantalones, no sería un drama. El problema es que de lo demás tampoco, porque nunca jamás se han desarrollado más allá de la infancia. Nunca han adquirido las competencias para enfrentarse a la vida, a lo cotidiano, o a los grandes retos que la vida plantea. Nunca desarrollan capacidades. Nunca un criterio propio. Se consigue un hijo con un mundo reducido que orbita alrededor de momó (fuera de las fronteras de su falda hay leones) y un inválido vital que es incapaz de relacionarse en términos de igualdad con el resto de la gente y con el mundo. Muchos de estos te rebaten que no, porque tienen un trabajo adulto, y eso un niño no lo tiene, sin darse cuenta de que ese trabajo no es muy distinto a cuando un niño va al cole: sale de la falda de mamá, hace sus cositas en el trabajo y luego vuelven con mamá. Suelen ser además trabajos en los que su actividad es pasiva, monótona, controlada, repetitiva, controlada, porque naturalmente un trabajo ejecutivo y de toma de decisiones no les iría bien: no pueden llamar a su mamá a ver qué opina ella.


He visto a madres ir a matricular a los niños a la universidad con ellos de la mano. He visto a tías de veintiocho años volviéndose a casa a las diez de la noche porque si no mamá se preocupa. He visto a hijos creer que su deber es obedecer siempre y en todo caso a sus padres y que no conciben hacer algo que no esté autorizado por ellos, ni siquiera vestir diferente. Madres encontrarse con sus hijos treintañeros en la calle y colocarles la ropa y decirles que mira cómo me llevas el jersey. Madres que no dejaban a su hijo adolescente afeitarse "porque si no te sale más barba", haciéndose la ilusión de poder impedir hasta el crecimiento físico del chaval; qué es eso de que no sigas siendo un niño, ni se te ocurra hacer algo que haga que te pueda salir barba. También vi una vez, y me quedé helado, cómo un tío ya con los huevos negros dejaba que su madre sacara un pañuelo y lo mojara con la punta de la lengua para quitarle una manchita que tenía en la cara.

Es de un egoísmo brutal. Traer a una persona al mundo para moldearla a tu gusto, para domesticarla como si fuera tu perro, cortarle las alas, asegurarse de que no va a volar ni muy lejos ni sin tu permiso, tenerlo bajo la bota y manejarlo como un títere, como una cría que arrastra a su muñeco y le dice cómo ponerse, qué hacer, qué decir y hasta qué pensar y le regaña si se sale de la línea.

Es algo que llevan programado muchas hembras. Yo a mi madre la tiré por las escaleras, en la adolescencia y veintena la he cogido del cuello, gritado con cara de loco hasta hacerla llorar. Pero nada, no le entra en la cabeza, se empeña en ser tóxica, se empeña en tratarme como si fuera una persona espesiá y quizá lo sea, con poca gestión de mis emociones.

Y luego ves por la calle a niños vestidos de la manera mas ridícula, a cuenta de la madre como si fueran un complemento mientras el padre calzonazos mira para otro lado
 
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Vaya chapa el hijoputa.

ilg turras.png
 
De tu post, quitando lo que es particular en tu caso, me quedo con las tres palabras que son claves en toda madre castradora. Hay más, pero desde luego estas tres se dan en todos los casos que yo he visto: tutela, control y fiscalización. Las tres van de la mano.

Tutelar, nos dice el diccionario, es "cuidar de la persona y los bienes de aquel que, por minoría de edad o por otra causa, no tiene completa capacidad civil". Uno, conforme va creciendo y va haciéndose primero adolescente, luego joven y luego adulto, debe ir adquiriendo esa capacidad, esa competencia para ocuparse de sus propias cosas. Las madres castradoras no dejan que el niño adquiera competencia ni capacidades, le mantienen siempre bajo su amparo y su cuidado, tratándoles con desacuerdo a su edad. Para ello utilizan el control, porque no se puede escapar nada a su control, si no corremos el riesgo de que el niño obre y piense y juzgue y tenga criterio propio para sus cosas y, lo que es más terrorífico, que no sea el mismo que el nuestro o incluso -dios no lo quiera- el contrario. Y por supuesto hay que fiscalizar cada cosa que hace, cada paso que se da, porque cada paso que se da que no está visado previamente por momó o autorizado o aceptado o incluso directamente instigado, es una potencial rebelión. Y así tenemos a tíos de cuarenta años que son incapaces de comprarse unos pantalones sin que mamá les dé el visto bueno, aunque mamá no tenga criterio y luego vayan hechos unos adefesios igual, o que si se tienen que comprar un colchón lo primero que piensen es ir a comprarlo con mamá porque es mamá la que controla, porque mamá sabe más siempre. Sí, @Ferris, hablo de ti, que cuando se te dice de irte de viaje y ver mundo tu respuesta es "no porque menudo disgusto se va a llevar mi madre". Con cuarenta años que tienes.

Al final, de tratar al hijo como un incompetente, consiguen que este realmente lo sea. Si lo peor que pasara es que no saben comprarse unos pantalones, no sería un drama. El problema es que de lo demás tampoco, porque nunca jamás se han desarrollado más allá de la infancia. Nunca han adquirido las competencias para enfrentarse a la vida, a lo cotidiano, o a los grandes retos que la vida plantea. Nunca desarrollan capacidades. Nunca un criterio propio. Se consigue un hijo con un mundo reducido que orbita alrededor de momó (fuera de las fronteras de su falda hay leones) y un inválido vital que es incapaz de relacionarse en términos de igualdad con el resto de la gente y con el mundo. Muchos de estos te rebaten que no, porque tienen un trabajo adulto, y eso un niño no lo tiene, sin darse cuenta de que ese trabajo no es muy distinto a cuando un niño va al cole: sale de la falda de mamá, hace sus cositas en el trabajo y luego vuelven con mamá. Suelen ser además trabajos en los que su actividad es pasiva, monótona, controlada, repetitiva, controlada, porque naturalmente un trabajo ejecutivo y de toma de decisiones no les iría bien: no pueden llamar a su mamá a ver qué opina ella.


He visto a madres ir a matricular a los niños a la universidad con ellos de la mano. He visto a tías de veintiocho años volviéndose a casa a las diez de la noche porque si no mamá se preocupa. He visto a hijos creer que su deber es obedecer siempre y en todo caso a sus padres y que no conciben hacer algo que no esté autorizado por ellos, ni siquiera vestir diferente. Madres encontrarse con sus hijos treintañeros en la calle y colocarles la ropa y decirles que mira cómo me llevas el jersey. Madres que no dejaban a su hijo adolescente afeitarse "porque si no te sale más barba", haciéndose la ilusión de poder impedir hasta el crecimiento físico del chaval; qué es eso de que no sigas siendo un niño, ni se te ocurra hacer algo que haga que te pueda salir barba. También vi una vez, y me quedé helado, cómo un tío ya con los huevos negros dejaba que su madre sacara un pañuelo y lo mojara con la punta de la lengua para quitarle una manchita que tenía en la cara.

Es de un egoísmo brutal. Traer a una persona al mundo para moldearla a tu gusto, para domesticarla como si fuera tu perro, cortarle las alas, asegurarse de que no va a volar ni muy lejos ni sin tu permiso, tenerlo bajo la bota y manejarlo como un títere, como una cría que arrastra a su muñeco y le dice cómo ponerse, qué hacer, qué decir y hasta qué pensar y le regaña si se sale de la línea.
Pues eso.

Una buena madre o un buen padre es el que sabe valorar las virtudes de su hijo y ayuda a maximizarlas; el que toma cierta distancia y ve que se va a ahostiar y deja que lo haga procurando unos mínimos de seguridad, pero que sepa de qué van las cosas.

Mi hijo de 16 años se pilla los billetes de tren y se va a ver a una novieta que tiene (que es de Barcelona) a mitad de la provincia de Tarragona. A mí me lo dijo la tercera vez que lo hacía. Cuando me lo dijo, le di un billete para que fuese con más dinero por si le hacía falta o si la quería invitar a algo especial o pillarse una habitación de hotel y que llevase el móvil en marcha, que si necesitaba algo me pudiese llamar. Soltar la cuerda y ver cómo se apañan.

Entiendo que en Ca Ferris eso sería impensable, como era impensable que mi madre lo hubiese hecho conmigo.
 
Madres que no dejaban a su hijo adolescente afeitarse "porque si no te sale más barba", haciéndose la ilusión de poder impedir hasta el crecimiento físico del chaval; qué es eso de que no sigas siendo un niño, ni se te ocurra hacer algo que haga que te pueda salir barba.

Con esto me has recordado el caso de la madre de un amigo mío de la infancia, no le dejaba sudar. Tenía que andar el chaval dejando de jugar o disimulando malamente.

Una vez fui a su casa y le hablaba a su madre con una vocecilla que yo pensaba que me estaban tomando el pelo. Además me resultó más curioso todavía porque él era un malote en el colegio que nos podía a casi todos.
 
Rara es la madre que no siente celos cuando una mujer se acerca a cualquiera de sus hijos. Todas le parecerán mal, ninguna será lo suficientemente apropiada y es imposible que le de el visto bueno.
Algunas toleran mejor que otras cuando una mujer viene de fuera a separarles de sus hijos, pero las hay que no aceptan desempeñar ese rol secundario, al fin y al cabo ellas son quienes le han criado, y se convierten en una auténtica pesadilla para sus nueras e hijos.
 
Mi hijo de 16 años se pilla los billetes de tren y se va a ver a una novieta que tiene (que es de Barcelona) a mitad de la provincia de Tarragona. A mí me lo dijo la tercera vez que lo hacía. Cuando me lo dijo, le di un billete para que fuese con más dinero por si le hacía falta o si la quería invitar a algo especial o pillarse una habitación de hotel y que llevase el móvil en marcha, que si necesitaba algo me pudiese llamar. Soltar la cuerda y ver cómo se apañan.

Entiendo que en Ca Ferris eso sería impensable, como era impensable que mi madre lo hubiese hecho conmigo.

Eso con las crías no lo haces, eh cabrón.
 
Rara es la madre que no siente celos cuando una mujer se acerca a cualquiera de sus hijos. Todas le parecerán mal, ninguna será lo suficientemente apropiada y es imposible que le de el visto bueno.
Algunas toleran mejor que otras cuando una mujer viene de fuera a separarles de sus hijos, pero las hay que no aceptan desempeñar ese rol secundario, al fin y al cabo ellas son quienes le han criado, y se convierten en una auténtica pesadilla para sus nueras e hijos.
Y con las hijas, no te olvides.

No sabes lo que es tener una suegra que quiere ser el centro de atención de todos, dirigirlo todo y meterse en todo, incluso los matrimonios de los hijos, que acaban fatal por sus injerencias.

Eso con las crías no lo haces, eh cabrón.
La libertad que tiene mi hija con 19 yo no la olí.
Solo le pido que la carrera se la tome en serio y eso hace. Se saca los estudios y se gana un dinerito currando un poco. No me meto más en su vida.
 
Ya, pero billetes de tren y perras para habitación de hotel para echar un culo con 16, no, no jodamos.
Que se fue con 17 a vivir a EEUU.

Lo de la habitación de hotel de mi hijo era una licencia literaria. Lo que sí que sabe es que ni se le ocurra meterla sin condón.

Pero tío, si cuando nosotros vamos ellos vuelven.
 
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