Hablar un inglés fluido es una inmensa ventaja en cualquier campo laboral. No tanto si eres un dirigente de Al Qaeda. Es más, es muy contraproducente porque te conviertes, gracias a Internet, en la amenaza definitiva. Es lo que ocurría con
Anwar Al-Awlaki, criado en EEUU por sus padres de origen yemení y licenciado en ingeniería por la universidad de Colorado.
Su
nacionalidad norteamericana era si acaso un agravante. En la 'guerra contra el terrorismo', la Constitución de EEUU es sólo una serie de directrices
opcionales. El Departamento de Justicia no necesitaba presentar pruebas ante un tribunal y conseguir una condena, si solucionaba previamente el complicado requisito de detenerlo. Obama ordenó su ejecución y ésta parece haberse llevado a cabo en Yemen con el expeditivo método del 'drone' (avión no tripulado). No está contemplada la posibilidad de una apelación.
El juicio ya se había producido en cierto modo ante los medios de comunicación. Al-Awlaki era un peligro por saber inglés y --eso aparece en todos los análisis--
por su capacidad de "inspirar" a otros y animarlos a seguir la senda criminal de Al Qaeda. Hay contextos en que la inspiración pierde su connotación positiva. Cuando te definen como
"Qaida’s YouTube Preacher" (no, no es un chiste) por cada visionado de tus discursos aumenta el riesgo de acabar en pequeños trozos. Sería algo así como la maldición de las páginas vistas llevada al negocio terrorista.
Ciertas consideraciones sí se respetaron. Al-Awlaki era un cadáver andante pero eso no quiere decir que no tuviera algunos derechos. El Departamento de Estado
se negó a entregar la información que tenía de él en sus registros, porque eso supondría "una invasión de su privacidad" al no haber consentimiento por escrito por su parte. Podemos matarlo pero su privacidad es sagrada. No somos unos salvajes.
Siempre preocupada por la defensa del derecho internacional, EEUU se ha arrogado la capacidad de realizar
ejecuciones extrajudiciales en países como Yemen, Somalia o Pakistán mientras continúen las hostilidades contra Al Qaeda. Ésa es una guerra sin horizonte temporal. Siempre existirá Al Qaeda o una organización de ideas similares con
independencia del nombre que tenga.
Un peligro inminente es una de las razones que pueden justificar, con todas las salvedades posibles, una acción de guerra. Es un obstáculo mínimo. Al-Awlaki
"podría" haberse relacionado con los autores del 11-S, podría estar detrás de otros atentados cometidos por Al Qaeda en Yemen, podría ser una fuente de inspiración para miles de personas que han seguido por Internet sus pronunciamientos. Un podría como éstos te puede llevar a la tumba en el tiempo que tarda en despegar un 'drone'.
Otros países 'podrían' adoptar la misma política, dado que no existe ningún principio de derecho internacional que sólo se aplique a EEUU. Rusia podría asesinar a dirigentes de la insurgencia chechena escondidos en el extranjero. Bueno, en realidad, ya lo hizo
en Qatar en 2004. Siria, Libia y otras muchas dictaduras han eliminado así a sus disidentes a lo largo de décadas. También para ellos esos rebeldes suponían un peligro inminente. Al igual que en el caso de la pena de muerte, EEUU se une en esta categoría a lo peor de lo peor.