Hay infinita multitud de negras y negros de todas las partes de Etiopía y Guinea, de los quales nos servimos en Sevilla y son traidos por la vía de Portugal", así nos lo contaba el cronista Luiz de Peraza, en el primer tercio del siglo XVI.
En comparación con otras ciudades del Reino de Castilla, los esclavos constituían un grupo muy numeroso en Sevilla, y ello por la condición de intermediaria entre el Viejo Mundo y el Nuevo. Según un censo realizado por funcionarios eclesiásticos en 1565, había 6.327 , lo que da una proporción aproximada de un esclavo por cada catorce habitantes (el 7% de la población); quizás fueran muchos más si, como es probable, en dicho número no estaban incluidos los islámicos y los negros no bautizados; éstos eran pocos, pero bastantes los turcos y berberiscos que no querían abandonar su religión. Una gran mayoría de ellos eran negros, a los que habría que añadir la cantidad también creciente de negros libres y de mulatos, por lo que no es aventurado afirmar que alrededor del 10% de la población sevillana era negra o mulata.
Sevilla, con Lisboa, fueron las dos ciudades de Occidente dueñas de las mayores colonias de esclavos. A través de las ventas, alquileres, trueques, manumisiones o ahorramientos y pregones de fugas, desfila la actividad esclavista o el mundo de los esclavos de la Sevilla del Quinientos: esclavos africanos (moros y negros), canarios desde el siglo XV, y americanos traídos en las primeras décadas del XVI.