Hola a todos (de nuevo... ), a los que os parezca un tocho, me coméis la polla, hijos de puta, que tenéis que leer de vez en cuando además de empajillaros.
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Esta mañana he tenido una de las experiencias más extrañas de mi vida. Al despertarme noté una extraña humedad y un olor dulzón a mi alrededor. Como yo,hasta que no pasa al menos media hora desde que abro los ojos no soy capaz de pensar, y se suma el hecho de que sin gafas mi escasa agudeza visual no contribuye en nada, seguí revolviénodme un rato entre las sábanas presuponiendo que era sudor (aunque esta noche no hizo calor, creo).
Cuando por fin mis miembros decidieron que ya podían hacer caso a mis impulsos cerebrales, me levanté y fui a echar la meada matutina. La sensación húmeda por la espalda se mantenía, así como ese olor que no terminaba de asociar con algo pero que me resultaba familiar.
Suelo tener la costumbre de, nada más sacudírmela tras mear y rascarme los huevos, olerme los dedos, es una medida de cuánta necesidad tengo de lavarme o no la entrepierna. No me ha parecido especialmente repugnante así que pensaba en ahorrarme la ducha (que me jode de verdad esa puta costumbre de tener que meterte recién levantado, tanto como hacerlo por la noche) cuando con el rabillo del ojo he visto que algo rojo se reflejaba en el espejo. He intentado mirar con más detenimiento, pero como estaba sin gafas, me costaba distinguir algo, aunque sí lo suficiente para darme cuenta de que era algo que había en mi espalda.
He intentado palparme con una mano y he notado que había algo reseco que se me metía entre las uñas y que hacía que los pelos estuvieran pegados. Al mirar mis dedos de cerca me he dado cuenta que era sangre.
Al principio he pensado que sería de algún grano que hubiera estallado (alguna vez los pelos se me quedan metidos y me pasa) pero al ver la cantidad de sangre que había entre mis uñas me he llegado a asustar.
Además he hecho lo mismo que critico tanto en las películas, olerme los dedos, y sí, ese olor dulzón era inequívocamente de la sangre.
Sin saber ya muy bien qué pensar, y ligeramente acelerado, he ido a por las gafas a la mesilla y me he dado cuenta que las sábanas estaban llenas de sangre, joder, con lo mal que sale. La funda del colchón estaba igual.
No conseguía entender nada, y lo primero que he hecho ha sido ir rápidamente a mirarme en el espejo esperando encontrar en mi espalda algo así como la firma de Freddy Kruger. Para mi tranquilidad, lo único que he conseguido atisbar eran los cuajarones secos de sangre uniendo mis pelos y manchando mi espalda, pero ni rastro de heridas.
La verdad es que no sabría explicar de dónde ha salido tanta sangre, porque yo esta noche he dormido solo (para no variar, sí).
Me he duchado al final, maldiciendo tener que hacerlo cuando mi polla no lo necesitaba hoy, y rascando como he podido los pelos de la espalda que seguían pegados.
He quitado las sábanas y la funda y los he puesto en la lavadora, aunque después he pensado que era mejor meterlos en una bolsa del carrefour y bajar a tirarlos.
Bajé a desayunar al bar donde suelo los domingos, con el camarero tartamudo que no entiendo nada de lo que dice pero que con gestos y balbuceos me ha hecho entender que tenía manchado algo en el cuello de la camisa. He supuesto que sería algún resto de sangre y sin siquiera mirarlo le he dicho que si tenía un trapo húmedo, que me habría cortado al afeitarme.
Al pasar el paño y frotar me he dado cuenta de que hoy no me había afeitado, menuda excusa. El paño ha salido igual de limpio que antes de frotar, imagino que además de tartamudo es un poco imbécil. Luego me he dado cuenta que igual se refería a mi lado izquierdo, por eso de decirlo de frente como un espejo. Efectivamente ahora sí ha salido el paño algo marrón. Curioso, creí que esta camisa me la había puesto limpia. Le he devuelto el trapo y he visto como debajo del mostrador ha rascado un poco la mancha con la uña y se ha puesto a secar los platos como si nada.
La tostada estaba hoy un poco requemada y al rascarla con el cuchillo he recordado que me tenía que tomar la pastilla de esertia y el trankimazin. Sé que anoche pensé que tenía que ir a algún sitio sin falta hoy con el coche, lo malo es que no recuerdo dónde aparqué. Tendré que patearme las calles del barrio otra vez. Qué mierda de domingo.
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Esta mañana he tenido una de las experiencias más extrañas de mi vida. Al despertarme noté una extraña humedad y un olor dulzón a mi alrededor. Como yo,hasta que no pasa al menos media hora desde que abro los ojos no soy capaz de pensar, y se suma el hecho de que sin gafas mi escasa agudeza visual no contribuye en nada, seguí revolviénodme un rato entre las sábanas presuponiendo que era sudor (aunque esta noche no hizo calor, creo).
Cuando por fin mis miembros decidieron que ya podían hacer caso a mis impulsos cerebrales, me levanté y fui a echar la meada matutina. La sensación húmeda por la espalda se mantenía, así como ese olor que no terminaba de asociar con algo pero que me resultaba familiar.
Suelo tener la costumbre de, nada más sacudírmela tras mear y rascarme los huevos, olerme los dedos, es una medida de cuánta necesidad tengo de lavarme o no la entrepierna. No me ha parecido especialmente repugnante así que pensaba en ahorrarme la ducha (que me jode de verdad esa puta costumbre de tener que meterte recién levantado, tanto como hacerlo por la noche) cuando con el rabillo del ojo he visto que algo rojo se reflejaba en el espejo. He intentado mirar con más detenimiento, pero como estaba sin gafas, me costaba distinguir algo, aunque sí lo suficiente para darme cuenta de que era algo que había en mi espalda.
He intentado palparme con una mano y he notado que había algo reseco que se me metía entre las uñas y que hacía que los pelos estuvieran pegados. Al mirar mis dedos de cerca me he dado cuenta que era sangre.
Al principio he pensado que sería de algún grano que hubiera estallado (alguna vez los pelos se me quedan metidos y me pasa) pero al ver la cantidad de sangre que había entre mis uñas me he llegado a asustar.
Además he hecho lo mismo que critico tanto en las películas, olerme los dedos, y sí, ese olor dulzón era inequívocamente de la sangre.
Sin saber ya muy bien qué pensar, y ligeramente acelerado, he ido a por las gafas a la mesilla y me he dado cuenta que las sábanas estaban llenas de sangre, joder, con lo mal que sale. La funda del colchón estaba igual.
No conseguía entender nada, y lo primero que he hecho ha sido ir rápidamente a mirarme en el espejo esperando encontrar en mi espalda algo así como la firma de Freddy Kruger. Para mi tranquilidad, lo único que he conseguido atisbar eran los cuajarones secos de sangre uniendo mis pelos y manchando mi espalda, pero ni rastro de heridas.
La verdad es que no sabría explicar de dónde ha salido tanta sangre, porque yo esta noche he dormido solo (para no variar, sí).
Me he duchado al final, maldiciendo tener que hacerlo cuando mi polla no lo necesitaba hoy, y rascando como he podido los pelos de la espalda que seguían pegados.
He quitado las sábanas y la funda y los he puesto en la lavadora, aunque después he pensado que era mejor meterlos en una bolsa del carrefour y bajar a tirarlos.
Bajé a desayunar al bar donde suelo los domingos, con el camarero tartamudo que no entiendo nada de lo que dice pero que con gestos y balbuceos me ha hecho entender que tenía manchado algo en el cuello de la camisa. He supuesto que sería algún resto de sangre y sin siquiera mirarlo le he dicho que si tenía un trapo húmedo, que me habría cortado al afeitarme.
Al pasar el paño y frotar me he dado cuenta de que hoy no me había afeitado, menuda excusa. El paño ha salido igual de limpio que antes de frotar, imagino que además de tartamudo es un poco imbécil. Luego me he dado cuenta que igual se refería a mi lado izquierdo, por eso de decirlo de frente como un espejo. Efectivamente ahora sí ha salido el paño algo marrón. Curioso, creí que esta camisa me la había puesto limpia. Le he devuelto el trapo y he visto como debajo del mostrador ha rascado un poco la mancha con la uña y se ha puesto a secar los platos como si nada.
La tostada estaba hoy un poco requemada y al rascarla con el cuchillo he recordado que me tenía que tomar la pastilla de esertia y el trankimazin. Sé que anoche pensé que tenía que ir a algún sitio sin falta hoy con el coche, lo malo es que no recuerdo dónde aparqué. Tendré que patearme las calles del barrio otra vez. Qué mierda de domingo.