Bueno pues ya de vuelta contaré mi visita a estas ciudades, como ya dije iba solo, y para llegar allí viajé con Wizzair, una compañía de bajo coste a mi parecer seria, no como los mierdas de Ryanair. Si compras en su página el precio es el que es, no te lo acaban doblando por tasas de broma como los otros.
Tienen algunos servicios extras, como el de llevarte del aeropuerto a donde tu les digas de antemano por unos 10 euros.
De camino pasé por la casa danzante, un edificio curioso al que conviene echarle un vistazo por lo menos, tiene bar dentro según me comentó un amigo y tiene buenas vistas.
Casa danzante
La furgo me dejó prácticamente en la puerta de mi hostal, a dos zancadas de la Plaza de Wenceslao, que más que plaza es la calle principal. Sábado noche a la una, el lugar tenía un aspecto un tanto hostil para un muchacho solo y cansado, lleno de borrachos de todas nacionalidades, tías vestidas para el golferio, ruido y vagabundos buscando restos de cubatas.
Al llegar a mi habitación llegó el primer facepalm de mi viaje al encontrarme rodeado enteramente de asiáticos y con el continuo ruido de los tranvías, mal.
Como no podía dormir, me largué de allí a las 5 de la mañana a por mi primer objetivo, el billete a Budapest.
Resulta que la estación de trenes esta muy cerca del museo que encabeza la plaza.
Por el camino, el horror, borrachos, vómitos, currelas, y homeless durmiendo doblados de las formas mas insólitas, uno de ellos vi de lejos que tenia una hostia considerable en la cabeza, tan grande que al pasar al lado no me atreví a mirar. Pero la gente parecía acostumbrada.
Por ahí el museo y la estatua de San Wenceslao.
La estación de trenes tiene tela.
Por fuera está hecha mierda, casi parece abandonada, por dentro no hay casi nadie.
Ahora bien, la cosa tiene truco, por que bajando por unas escaleras mecánicas me dí cuenta de que por debajo había una especie de nueva estación/centro comercial la mar de nuevo y petado de gente.
Por ahí están las ventanillas de billes, algunas destinadas a viajes internacionales y con gente que mas o menos habla ingles. Una señora me explicó como va la cosa, se puede comprar un billete que luego puedes usar cuando quieras dentro de un plazo de mas o menos un mes. por algo menos de 60 euros pillé el mio, que no era tren cama porque si no subía unos 15 euros el precio. Mala idea, ya que el viaje dura mas de 6 horas.
Con el trabajo hecho me dirigí al punto obvio para el turisteo. La plaza de la ciudad vieja, en ese momento, a eso de las seis y media de la mañana no sabia que verla medio vacía no era ni de cerca normal.
Ahí tenemos la iglesia de San Nicolas, la torre del ayuntamiento viejo, con su archifamoso reloj astronómico, y la acojonante iglesia de Tyn, mi edificio favorito de la ciudad. También la estatua de Juan Hus. Ademas de todo esto, restaurantes a saco, carteristas, millones de turistas enlatados, y, durante mi estancia, un gran chiringuito para ver los partidos de la eurocopa.
Ya metido en la piel del turista me fui para la torre del reloj, el precio por subir arriba es de unos 4 euros. En esta ciudad te van a sangrar por todo, muchacho.
En el camino entre la puerta y la parte mas alta hay algunas cosas que ver. Tras un primer tramo de subida, hay un segundo con un ascensor muy moderno.
Arriba hay una chavala vestida como un muñeco de esos de playmovil, y si no me equivoco, cuando el reloj da las horas para las hordas de gente, se asoma por la torre y hace un solo de trompeta.
Las vistas desde arriba muy buenas, por una vez en la vida no pasa nada por apoquinar (esto lo digo yo continuamente).
Tambien se veian el tenderete para los partidos...
Y las gente que se empezaba a apelotonar para ver el reloj dando la hora, momento en que se puede ver un desfile de monigotes y un esqueleto tocando una campanita. Según he leído por ahí es el momento en que los carteristas mas se relamen los bigotes.
Al principio me hizo gracia la marea borreguil, pero como yo no soy precisamente el mas listo, me entró la curiosidad y empecé a bajar al trote, total que para cuando llegué abajo ya se había pasado el momento
![Facepalm :face: :face:](/images/emoticonos/facepalm.gif)
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Prescindiendo del mapa empecé a callejear lo que me llevó irremediablemente a perderme. Decir que es un lujo caminar por las calles de esta ciudad y perder la mirada en cada fachada, en cada balcón y en cada portal, todos ellos cuidados al máximo e impolutos, llenos de detalles y buen gusto. No es lo mismo saliendo de la zona turística "hardcore" claro, pero en cualquier caso la arquitectura de la ciudad es bestial.
Andando por ahí me encontré con la torre de la pólvora.
En estos momentos el cielo que ya estaba negro empezó a descargar.
Decir que en este punto estaba ya mosca con la cantidad de turistas asiáticos que había, muchísimos.
Mi desorientado paseo me llevó a la calle principal de vuelta.
También me encontré esto por ahí.
de aquí y bajo la lluvia me encaminé al por todo el mundo pisoteado puente de Carlos.
Un puente espectacular, tanto por las vistas como por sus torres en ambos extremos, como por las 30 estatuas que lo flanquean (la mayoría no originales, creo).
Pero como pasa en esta ciudad con todo, los turistas lo inundan y matan la experiencia, así que salí volando de allí para llegar a la segunda torre, a la que resulta que también se puede subir ( y también hay playmobils).
Ni con agua se van, esos bastardos.
Buenas vistas, sobre todo de las piernas de las chavalillas, pensé que alguien preguntaría por las tías, así que en mi viaje me dediqué a lanzar cobardemente fotos a las tias, tan cobardemente que no ha salido material salvable.
Cámaras de seguridad vigilando el puente, invisibles desde abajo.
Aquí la misma torre vista desde el puente.
¿Había dicho que hay muchos asiáticos? también hay muchos segways.
Por cierto a estas alturas ya tenia algunas ampollas en los pies por andar mucho y tal vez por un calzado inadecuado, puede no resultar información interesante pero ya se verá que me jodieron el viaje, ahí queda el dato para cualquiera que salga de viaje.
Tambien había hecho un buen colega de viaje, brasileño. Con el me fui de paseo nocturno.
Para salir de fiesta la ciudad a mi no me convenció. Demasiados grupos de solteros excediéndose hasta limites vergonzosos, y los típicos tíos que se te acercan a ofrecerte "pasar un buen rato". Con algunos te puedes echar unas risas, otros son unos completos gilipollas, y todos, ante la negativa, te desafían con un, ¿que pasa, no te gusta lamer coñitos?
Por cierto que por ahí había alguien que se frotaba las manos con la perspectiva de las legiones de checas.
También estaba en Budapest, no sabe ná.
Al día siguiente visita al castillo, para llegar, hay que trabajar los cuartos traseros por que es una camino de cuestas. Al llegar arriba, las mejores vistas de Praga, yo no lo hice pero creo que es buen sitio al que ir de noche.
La vistosa entrada, pequeña para tantos turistas.
El complejo es bastante bestia, con una catedral entre otros edificios que ahora no recuerdo. No hay que pagar para entrar al recinto, pero si para la catedral y tres mas, un robo vaya. En cualquier caso en la catedral te dejan meterte hasta cierto punto, suficiente para abrir la boca con sus proporciones y con sus vidrieras.
Visto el castillo, el brasileño y yo nos dirigimos al palacio de verano, que esta a tiro de piedra, pero con mi orientación de caballo ciego acabamos metiéndonos por caminos de senderistas para llegar a una especie de gran zona verde completamente desierta.
Tras una hora que deberían haber sido 10 minutos, y tras cruzarnos con algunos pelotones de soldados (...), llegamos al palacio de verano.
Jardines bonitos pero aburridos, alguna fuente, sombra para descansar y poco mas, ademas el edificio estaba de reformas. Una visita prescindible.
Al salir de aquí directamente andamos en la dirección no-lógica, con la esperanza de escapar de todo lo que oliese a turista. Y lo conseguimos. La sensación es de salir de Disneylandia para entrar en una ciudad normal y corriente, todo un lujo para mi.
La recompensa es la tranquilidad, la poca gente, la ausencia de tiendas de souvenirs y cambio de moneda, una arquitectura mas humilde y unos precios lógicos.
Comimos en un restaurante cojonudo a precio mas que decente y nos cocimos por los bares de verdad, luego cogimos el metro para volver, muy facilito para los miedosos.
Al día siguiente, y con este despertar:
Un coreano que estaba muy pillado y que se carcajeaba en sueños.
Salí con un solo objetivo, el cementerio judío. Poniendo como punto de salida la plaza de la ciudad vieja marché hacia allí. por el camino están todas las tiendas de lujo de la ciudad, lo que lleva a ver dentro a japoneses fundiendo los yenes, y también los mejores cochazos, algunos tuneados con mas o menos gusto.
¿Tengo tanto dinero que no se en que gastarmelo, ¿no te lo habia dicho?
Total que no vi el cementerio, porque las historias de los narigudos no me interesan, y no se si había que pagar ni pregunté, solo me interesaba el cementerio por su estética tétrica y abandonada. Pero mas adelante en Budapest me quité la espinita, ya se verá.
Como mi colega se había largado precisamente a Budapest, durante todo el resto del día me dediqué a pasear por los barrios que rodean al museo Kampa (arte moderno para el que le guste, a mi me parece una mierda), mucho mas tranquilos, con casas y calles que hacen pensar que estamos en un pequeño pueblo, y pequeños parques y patios ocultos que son un lujo.
También me volví a perder intencionadamente por la zona turística, otro lujo si esquivas a las masas.
Una calle al azar, para que los que no han estado sepan de lo que hablo.
También entré en la iglesia de Tyn, muy bonita por dentro, pero no tan espectacular como por fuera. No se pueden hacer fotos, pero a la gente le sudaba los cojones, lanzando flashes a dolor. ¿ sabéis que esto no es bueno para los cuadros, no?
Una cena de emergencia.
¿No os hace reflexionar que vayas a donde vayas la carne de MacDonalds/Burguer king sabe exactamente igual?
Me fui a dormir pronto por que al día siguiente me tenia que largar a Budapest, pero antes quería hacer una cosa.
Me levanté a las 5 de la mañana para ver el puente de Carlos vacío.
Un gustazo. El aire fresquito y la ausencia casi total de chinos permite visitar este puente tan espectacular como debe ser.
Si señor, como pasearse por un museo.
Hecho esto, tocaba coger el tren a Budapest.