clod20
Forero del todo a cien
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- 25 Jul 2003
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1) Carezco de página personal porque me niego a fomentar el ego-blog. Es decir, esa tendencia a preocuparse por uno mismo, porque le lean, por desvelar cualquier intimidad con el fin de que miles de lectores anónimos sepan más de ti. No quiero llegar a creerme el centro de Internet.
2) Me niego en rotundo porque soy feliz con la vida que llevo y me aterra convertirme en uno de esos bloggers que manipulan su cotidianeidad para y por el blog. O lo que es igual: realizan todo tipo de actividades con la única finalidad de contarlo posteriormente en su página personal y dejar a todos sus lectores pasmados ante la fulgurante e interesante existencia que llevan.
3) Porque no quiero caer en la verborrea escrita, o lo que es igual, contar por contar cosas sin que a priori tengan el más mínimo interés sólo para mantener actualizada mi página. He llegado a leer blogs (porque negarse a publicar uno no impide consultarlos) en los que se detallan las dificultades para abrir una lata de sardinas o el autor suelta una perorata autoinculpatoria por los 100 gramos de más que ha cogido durante las fiestas navideñas.
4) Porque he conocido a muchos bloggers que son terriblemente tediosos en las conversaciones. Sólo hablan de su página, de la su amigo y de la de una chica de Oregón que es “genial” porque cuenta con todo lujo de detalles “cómo se ligó a su compañero de universidad”. Su mundo se ciñe a sus experiencias bloggianas.
5) Ya escucho los gritos de protesta de aquellos que publican un weblog a modo de periódico personal. Sin duda son los que más me atraen a la hora de realizar mis pesquisas por la Red. De hecho, si algún día me decidiera lanzarme a la piscina de los bloggers me decantaría por esta opción. Pero no lo haré. Simplemente porque me domina una pereza ingobernable.
Y es que éste es el principal escollo que encuentro en el momento de plantearme si me abro una página personal: la pereza. Soy vago por naturaleza y me cuesta horrores seguir escribiendo después de concluir mi jornada laboral con el único fin de saciar las ansias de curiosidad de lectores desconocidos.
A pesar de que mi actitud sea políticamente incorrecta entre los internautas, no significa que deje de admirar a las millones de personas que han hecho de Internet no sólo un lugar de diversión, sino sobre todo un canal de información alternativa donde todo puede aprenderse, cotejarse y cotillearse. Mi actitud indolente no implica que abomine de las páginas personales. Supongo que todo se resume en mi firme apoyo a la máxima tan cómoda de “que trabajen los demá”.
2) Me niego en rotundo porque soy feliz con la vida que llevo y me aterra convertirme en uno de esos bloggers que manipulan su cotidianeidad para y por el blog. O lo que es igual: realizan todo tipo de actividades con la única finalidad de contarlo posteriormente en su página personal y dejar a todos sus lectores pasmados ante la fulgurante e interesante existencia que llevan.
3) Porque no quiero caer en la verborrea escrita, o lo que es igual, contar por contar cosas sin que a priori tengan el más mínimo interés sólo para mantener actualizada mi página. He llegado a leer blogs (porque negarse a publicar uno no impide consultarlos) en los que se detallan las dificultades para abrir una lata de sardinas o el autor suelta una perorata autoinculpatoria por los 100 gramos de más que ha cogido durante las fiestas navideñas.
4) Porque he conocido a muchos bloggers que son terriblemente tediosos en las conversaciones. Sólo hablan de su página, de la su amigo y de la de una chica de Oregón que es “genial” porque cuenta con todo lujo de detalles “cómo se ligó a su compañero de universidad”. Su mundo se ciñe a sus experiencias bloggianas.
5) Ya escucho los gritos de protesta de aquellos que publican un weblog a modo de periódico personal. Sin duda son los que más me atraen a la hora de realizar mis pesquisas por la Red. De hecho, si algún día me decidiera lanzarme a la piscina de los bloggers me decantaría por esta opción. Pero no lo haré. Simplemente porque me domina una pereza ingobernable.
Y es que éste es el principal escollo que encuentro en el momento de plantearme si me abro una página personal: la pereza. Soy vago por naturaleza y me cuesta horrores seguir escribiendo después de concluir mi jornada laboral con el único fin de saciar las ansias de curiosidad de lectores desconocidos.
A pesar de que mi actitud sea políticamente incorrecta entre los internautas, no significa que deje de admirar a las millones de personas que han hecho de Internet no sólo un lugar de diversión, sino sobre todo un canal de información alternativa donde todo puede aprenderse, cotejarse y cotillearse. Mi actitud indolente no implica que abomine de las páginas personales. Supongo que todo se resume en mi firme apoyo a la máxima tan cómoda de “que trabajen los demá”.