Cáncer de Colon
Cacarazzi
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Todo empezó una bonita mañana de principios de julio en que me levanté de la cama a lo que serían alrededor de las 7:00 a.m. y noté unos dolores de satanás en toda la región abdominal y parte de la espalda. Esperé, dolorido, a que se levantara mi popó para coméntarselo y que me dijese que qué coño me pasaba (el tipo sabe de esto). Cuando oí que estaba ya levantado y que se preparaba para ir a trabajar bajé hecho una L y le dije que estaba bien jodido y le conté los síntomas que tenía. Me dijo que seguramente había cogido un frío malo durante la noche y que tenía los músculos contraídos y que descansara. Y se fue a trabajar. Yo, agonizante, fuí a beber algo de agua (el desayuno de los borrachos campeones (aparte de la cerveza)). Estaba muerto de sed, pero los cuatro tragos que pegué aguantaron dentro lo justo para llegar a la taza del WC y devolverla junto a una bonita bilis de colores fantásticos entre verdes y amarillos. Allí en el lavabo empecé a sudar como el ruso muerto de la sauna y ya ni me podía levantar del suelo. Temblaba y me moría. Pero no; al cabo de un ratillo me vi con fuerzas suficientes para coger el teléfono y llamar para que me llevasen al hospital de una puta vez. Esperé no sé cuanto tiempo en el sofá en posición fetal y agonizando.
Antes de la historia del hospital volveré atrás en el tiempo a contar un poco el contexto en que vivía y mi propia teoría de mierda de por qué me pilló el chungazo.
Yo estaba viviendo con mi popó para hacer una especie de rehab en familia ya que me había portado muy malamente anteriormente. Fui al villorrio donde mora/n a purificarme durante las vacaciones. El caso es que allí me aburría un montón y dedicaba la mayor parte del tiempo a sacar a pasear a la perra, leer y beber cerveza (los destilados me los autoprohibí). Esa era mi rehab. Cada tarde cogia la perra, las bolsas para recoger sus mierdas, el libro que me estuviera leyendo y me iba. Primero al súper a comprar cervezas (de 6 a 10) y luego me iba a una plazoleta la mar de tranquila que estaba enfrente de una iglesia; dejaba a la perra que pululase por ahí y yo me sentaba en un banco a leer y a beber cerveza barata caliente. Crisis.
Iba cada día, así que la gente de por ahí ya me tenía visto y muchas veces me venían a charlar un poco, a preguntar sobre lo qué leía, y mayores y niños siempre estaban jugeteando con la perra por ahí, tocándome los huevecillos con tanta interrupción, pero de buenri. Lo que quiero decir es que todo era correcto y armonioso y yo gozaba por su parte de cierta amistad, respeto, cosas... que estaba bien considerado vamos, y yo quería que la cosa siguiese así. Más tarde se verá por qué eso fue, según mi criterio, importante.
Antes del amanecer fatídico, hacía unos días que, llevando esta rutina (la de toda la vida, vamos), mi barriga se iba hinchando y me iba pareciendo cada vez más a esos niños niggas muertos de hambre con esas misteriosas y abultadas panzas. "Barriga cervecera" me dije. También sentía tenues dolores acá y acullá en la zona abdominal "Malas posturas durmiendo" me dije. El caso es que cada vez me costaba más beber, era como si mi estómago fuese perdiendo capacidad de almacenamiento y si me forzaba demasiado me daban arcadas. Pero no beber era/es aburrido así que yo seguía con mi rehab .
La tarde antes del Día D, estando en la plazoleta y bebiéndome como buenamente podía la enésima cerveza, me entraron unas irrepimibles ganas de hechar una ultrapota que intuía, y con razón, que si salía todo aquello que albergaba mi estómago surgiría tal chorrón de vomitona que hasta le llegarían tropezones al cura de la iglesia de enfrente. En la plaza estaba toda esa gente con la que había confraternizado y compartido espacio tantas tardes, y de inocentes niños con sus mamis fácilmente escandalizables. No podía dar semejante espectáculo allí, en el sitio de mi recreoooooo... La posiblidad de levantarse del banco para ir a vomitar en algún rincón era nula, al mínimo movimiento que hiciera me convertiría en un gran surtidor de mierda. Así que bajé la cabeza, me puse las manos en la cara e hice un esfuerzo de concentración fisicomental SOBREHUMANO (jajajajjja "ano") para retener todo lo que Natura quería fuera, dentro. Lo conseguí. Toda aquella ponzoña iba a digerirse.
Mi teoría es que aquello fue fatal, el claro detonante de lo que pasó y más añadiendo que cuando llegué a casa me hice una copiosa y grasienta cena antes de espatarrarme a mirar la TV e irme a dormir.
Mañana más: la historia del hospital con sus loles y fotos y dibus.
Si LOL quiere.
Antes de la historia del hospital volveré atrás en el tiempo a contar un poco el contexto en que vivía y mi propia teoría de mierda de por qué me pilló el chungazo.
Yo estaba viviendo con mi popó para hacer una especie de rehab en familia ya que me había portado muy malamente anteriormente. Fui al villorrio donde mora/n a purificarme durante las vacaciones. El caso es que allí me aburría un montón y dedicaba la mayor parte del tiempo a sacar a pasear a la perra, leer y beber cerveza (los destilados me los autoprohibí). Esa era mi rehab. Cada tarde cogia la perra, las bolsas para recoger sus mierdas, el libro que me estuviera leyendo y me iba. Primero al súper a comprar cervezas (de 6 a 10) y luego me iba a una plazoleta la mar de tranquila que estaba enfrente de una iglesia; dejaba a la perra que pululase por ahí y yo me sentaba en un banco a leer y a beber cerveza barata caliente. Crisis.
Iba cada día, así que la gente de por ahí ya me tenía visto y muchas veces me venían a charlar un poco, a preguntar sobre lo qué leía, y mayores y niños siempre estaban jugeteando con la perra por ahí, tocándome los huevecillos con tanta interrupción, pero de buenri. Lo que quiero decir es que todo era correcto y armonioso y yo gozaba por su parte de cierta amistad, respeto, cosas... que estaba bien considerado vamos, y yo quería que la cosa siguiese así. Más tarde se verá por qué eso fue, según mi criterio, importante.
Antes del amanecer fatídico, hacía unos días que, llevando esta rutina (la de toda la vida, vamos), mi barriga se iba hinchando y me iba pareciendo cada vez más a esos niños niggas muertos de hambre con esas misteriosas y abultadas panzas. "Barriga cervecera" me dije. También sentía tenues dolores acá y acullá en la zona abdominal "Malas posturas durmiendo" me dije. El caso es que cada vez me costaba más beber, era como si mi estómago fuese perdiendo capacidad de almacenamiento y si me forzaba demasiado me daban arcadas. Pero no beber era/es aburrido así que yo seguía con mi rehab .
La tarde antes del Día D, estando en la plazoleta y bebiéndome como buenamente podía la enésima cerveza, me entraron unas irrepimibles ganas de hechar una ultrapota que intuía, y con razón, que si salía todo aquello que albergaba mi estómago surgiría tal chorrón de vomitona que hasta le llegarían tropezones al cura de la iglesia de enfrente. En la plaza estaba toda esa gente con la que había confraternizado y compartido espacio tantas tardes, y de inocentes niños con sus mamis fácilmente escandalizables. No podía dar semejante espectáculo allí, en el sitio de mi recreoooooo... La posiblidad de levantarse del banco para ir a vomitar en algún rincón era nula, al mínimo movimiento que hiciera me convertiría en un gran surtidor de mierda. Así que bajé la cabeza, me puse las manos en la cara e hice un esfuerzo de concentración fisicomental SOBREHUMANO (jajajajjja "ano") para retener todo lo que Natura quería fuera, dentro. Lo conseguí. Toda aquella ponzoña iba a digerirse.
Mi teoría es que aquello fue fatal, el claro detonante de lo que pasó y más añadiendo que cuando llegué a casa me hice una copiosa y grasienta cena antes de espatarrarme a mirar la TV e irme a dormir.
Mañana más: la historia del hospital con sus loles y fotos y dibus.
Si LOL quiere.