Conclusión
Como veo que aquí no gustan las historias inconclusas, voy a acabar esta (la leáis o no, porque entiendo que es un ladrillo).
La hijaputa me había utilizado a base de bien. No solía dejarme manejar de esa manera, ni con mujeres mucho más buenas (e inteligentes) que ella, así que no iba a permitir que la tetona me tocase los cojones. “Arrieros somos”, pensé.
La tía, se levanto a la mañana siguiente y yo me hice el perfecto dormido. Se marcho sin hacer ruido y no intento despertarme.
Paso una semana y no había sabido más de ella. Ni un sms ni una llamada. Me llaman los colegas para tomar algo. Estábamos tranquilos, sin buscar nada, con nuestras conversaciones habituales, hasta que uno de mis camaradas que venía del baño me dice, “sabes quien está en el fondo magreándose con dos tíos?”. No, le contesto. Me indica que le siga, y efectivamente, allí estaba la tetona, sentada encima de un pavo restregándole todo el orto mientras este la magreaba y otro tío le metía la lengua hasta la campanilla.
En ese momento me encendí, pero no por verla de lío con dos maromos, si no por la “mojigatería” que me había vendido.
En ese momento, reunión de pastores y “brain storm” a ver de que manera triunfal podría acabar con esa relación con la frase “La cerda es mía!!!”.
Hubo comentarios graciosos, otros muy cabrones, pero al final, saque una idea. Total, pensé, el ponerla en práctica no me costaba, y más bajo que había caído ante ella no podía caer si no salía bien. En cambio si funcionaba, triunfaría.
La llamo al día siguiente, con tal exceso de edulcorante que me dió una subida de diabetes. Le pregunte si había salido algún día con sus colegas, que había hecho esta semana, etc. Ella estaba bastante receptiva, y me contó que ayer había salido, pero que estaba malísima puesto que las copas le sentaron mal, y no se acuerda prácticamente de nada. Menuda hijadeputaembustera.
Empiezo a tirarle la red. El motivo de la llamada, era para quedar a tomar un café y charlar con ella de algo serio. Accedió. En ese encuentro, me dedique a endulzarle la oreja con lo que ella pretendía. Le dije que creía estar enamorado de ella, y me apetecía dar un paso adelante en nuestra relación, etc. Vamos, polladas de telenovela barata. La cara le cambiaba por momentos. No había forma de quitarle la sonrisa. Pero, también le dije, que creía que podría haber un gran handicap en nuestra futura relación, relacionado con el sexo. Yo sabía que ella era muy “clásica”, y creía estar algún paso por delante de ella dada mis anteriores relaciones, y que para mi, el sexo era el 50% de una relación de pareja.
Sin cambiar de rictus, me contesto que estuviese tranquilo, ya que eso no supondría ningún problema, que en ese aspecto y en una relación seria, ella estaría dispuesta a cambiar. (Nos ha jodio!!! Cambiar poco viendo aquella viciosa en el pub)
Me invito a cenar en su casa y accedí. Allí tendría que volver a hacer algo de teatro con su niño para que viera lo interesado que estaba por ella. Así fue, acostó al niño y empezamos en el salón de rollo. La cosa pintaba muy bien ya que estaba bastante excitada (como nunca lo había estado hasta la fecha conmigo, así que supuese sería por el sabor de su “triunfo”), y medio desnudos ya, con dos dedos metidos en su vagina y otro en el culo, los saque, me "limpie" los dedos en la boca y le dije que quería hacer las cosas bien, y que prefería estar con ella a solas en mi casa para que no estuviese pendiente del crío, y así poder disfrutar mejor. A regañadientes accedió, no sin antes de marcharme decirme que como era así y la dejaba con tal calentón allí tirada, que si era una venganza por lo del otro día (como lo sabia la cerda). Le di un beso, y le dije que aquello ya estaba olvidado, y que ese finde en mi casa acabaría ese trabajito y otros muchos.
No podía dejar de pensar en como en una simple cita, después de regalarle la oreja y hacer un poco de teatro, una tía que se suponía clásica en el sexo como gemía cuando le metía el dedo en el ojete.
Durante esos días que estuvimos hablando y enviándonos mensajes, entre cariñosos (rollo baboseo y hablando de futuro) y algunos guarrones. Cuanto más le escribía o hablaba a la tipa de futuro en común, más cachondo y guarro me devolvía el mensaje. Una noche antes de quedar incluso hicimos sexo telefónico (tirando sondas a ver donde podría llegar), rogándome ella que fuera a verla esa noche, pero yo me hice el duro (y un pajote, por que no negarlo).
Llega el día. Quedamos en casa para una cena “romántica”. Le cociné un buen plato de pasta, y de postre unos higos caramelizados con chocolate, para que viera que también sabía moverme entre fogones. La tetona ya empezaba a mojar, y yo seguía regalandole la oreja con lo que quería oír.
Me ayuda a quitar la mesa, y en la cocina me ataca. Empieza a comerme el morro mientras me desabrochaba el pantalón, y rápidamente, sin muchos preámbulos, se amorra al pilón y empieza a comerme el ciruelo pero rollo muy vicioso, cogiéndome fuerte de la cintura para que no me “escapase”. Estaba ya a punto de descargar, y le digo que pare, que no aguanto más, y ella apretaba más fuerte. Pues esta es la mía. Sin decirle nada descargue el veneno en toda su boca. Se lo trago enterito la muy pig.
Le sugiero que nos demos un baño en la hidro, y para allá que nos vamos. Un poco de mimitos y relajación con las burbujas, y empieza otra vez la fiesta. Le digo que se ponga A4, y comienzo a echarle agua con el grifo de la ducha por todo el potorraco. Ella que empieza a moverse, y me dice que se la meta ya. De eso nada monada. Empece a comerla, primero el chochete y luego el culo. Eso no se lo esperaba, y no hacía nada más que contornearse y abrir más las piernas dentro de lo que dejaba la bañera, que no era pequeña pero tampoco de las grandes. Me esmero comiéndole el orto, y cuando ya estaba bien dilatado y sin decirle nada, pongo la punta para entrar allí, y como veo que no dice nada e incluso hace ademán de movimiento, pues para adentro. Empiezo a masajearle mientras el clítoris, y al rato se corre. Como no llevaba condón y no me gusta hacerlo sin él por detrás, cuando estaba a punto de caramelo otra vez salí de allí y la metí por el bujero de la risa hasta que llegué. Yo no paraba de masajearle el clítoris, muy suave eso sí hasta que ella se recuperara otra vez, pero es que sin cambiar de postura A4, una vez salí le pegué una lluvia de puta madre. Yo no se si se enteró o no de lo que estaba haciendo (yo creo que si), pero entre el masajito que le estaba dando, la excitación y las cosas que le susurraba al oido, ella no paraba de mover las caderas mientras lo hacía.
Así estuvimos toda la noche. Dale que te pego. A la mañana siguiente, se despidió muy cariñosa, y lo único que se encontró durante la siguiente semana era mi teléfono apagado o con llamadas restringidas. Me enviaba mensajes, que fueron ganando fuelle conforme pasaban los días, hasta que le envié un mensaje muy parecido al del principio. Le decía que no me gustan las mentirosas ni las caza maridos.
No he vuelto más a saber de ella.
Perdón por el ladrillo pero tenía que contarlo. Las próximas citas locas serán muchísimo más reducidas.