Niandra
Clásico
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- 17 Jul 2008
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M.E: Movido aquí, que cuadra más el tema.
Ya os digo que no tiene nada que ver, pero aquí la teneis.
CITA BIZARRA:
Por eso digo que no tiene nada que ver con lo que yo sienta por el de taza, la cita fue bizarra lo mires por donde lo mires.
Suelta prenda y deja de hacerte de rogar, coño, que queremos saber.
Si necesitas excusa, queremos conocer la razón de tu opinión sobre la cita para juzgar si eres objetiva o si le das una puntuación negativa porque tienes endiosado al de la taza y ya nada te sabe a hombre más que él.
Ya os digo que no tiene nada que ver, pero aquí la teneis.
CITA BIZARRA:
Pfff... para empezar, el polaco, nada más sentarnos en una terraza a tomar una cerveza me soltó que si venía a por sexo que iba lista, que él no era un objeto y que buscaba algo especial. Con lo que primero pensé: bien, mierda gorda para Niandra. Y luego, que la era del lorealismo masculino había empezado.
Pero bueno, me dije a mi misma que estaría bien por una vez esperar a la segunda cita para sexo, y que intentaría ser decente.
Le dije que ok, y bueno, a partir de ese momento evité el contacto físico y el coqueteo muy descarado, ya que no quería calentar el agua e irme sin tomar el té. Además, para cubrirme las espaldas, le dije que me iría pronto porque al día siguiente tenía comida familiar, bla, bla, bla.
Tras charlar un rato, el tío me parecía muy interesante, había viajado mucho, teníamos gustos musicales parecidos, y cuando me propuso subir a una fiesta en su casa con sus compis a tomar la última, tonta de mi, no sospeché encerrona alguna. Pero evidentemente, en su casa no había nadie y él se hizo el sueco, argumentando que se habrían ido con la fiesta a otra parte.
Pero no pasa nada, me dije, él no quiere sexo, una copa de vino y cojo la moto y para casa. Así que charlando en la terraza, me metió mano directamente y a arrimarme la cebolleta. Y no soy de piedra, juro que intenté resistirme (un poco) pero como estaba claro que se había tirado un farol, pues que coño, a la cama que falta gente.
Hasta aquí todo bien. Raro, pero pasable. Ya en la cama, en los preliminares, me soltó que le iba la dominación y tal, y que le gustaría hacerla conmigo. Le contesté que para eso yo necesitaba más confianza, y que no. Pareció entenderlo. Já. En medio del polvo se levantó, abrió el armario y me sacó el jodido arsenal de bondage y BDSM para que, atención, YO lo sometiera.
Le repetí que no, pero me ignoró completamente, el cabrón. El tió sacó la fusta, la bola esa que se pone en la boca y que hace que salives, y se me puso a cuatro patas.
Empecé a vestirme, y el tío sorprendido, que qué haces, si a ti fijo que te va este rollo, qué si con la pinta que tienes a ti te tiene que ir esto y las drogas, me dice el muy cabrito. Me jodió que por llevar unos tatuajes y el pelo rojo sea yo una dómina y una drogadicta, que no me he metido ni coca en toda mi vida. Y eso que me había vestido de punta en blanco y no llevaba camisetas freaks. Me sentí bastante mal, no sé, tuvimos una conversación interesante incluso sobre arquitectura, y la imagen que le di fue la de una dómina yonki. En fin.
Pero bueno, me dije a mi misma que estaría bien por una vez esperar a la segunda cita para sexo, y que intentaría ser decente.

Tras charlar un rato, el tío me parecía muy interesante, había viajado mucho, teníamos gustos musicales parecidos, y cuando me propuso subir a una fiesta en su casa con sus compis a tomar la última, tonta de mi, no sospeché encerrona alguna. Pero evidentemente, en su casa no había nadie y él se hizo el sueco, argumentando que se habrían ido con la fiesta a otra parte.
Pero no pasa nada, me dije, él no quiere sexo, una copa de vino y cojo la moto y para casa. Así que charlando en la terraza, me metió mano directamente y a arrimarme la cebolleta. Y no soy de piedra, juro que intenté resistirme (un poco) pero como estaba claro que se había tirado un farol, pues que coño, a la cama que falta gente.
Hasta aquí todo bien. Raro, pero pasable. Ya en la cama, en los preliminares, me soltó que le iba la dominación y tal, y que le gustaría hacerla conmigo. Le contesté que para eso yo necesitaba más confianza, y que no. Pareció entenderlo. Já. En medio del polvo se levantó, abrió el armario y me sacó el jodido arsenal de bondage y BDSM para que, atención, YO lo sometiera.

Empecé a vestirme, y el tío sorprendido, que qué haces, si a ti fijo que te va este rollo, qué si con la pinta que tienes a ti te tiene que ir esto y las drogas, me dice el muy cabrito. Me jodió que por llevar unos tatuajes y el pelo rojo sea yo una dómina y una drogadicta, que no me he metido ni coca en toda mi vida. Y eso que me había vestido de punta en blanco y no llevaba camisetas freaks. Me sentí bastante mal, no sé, tuvimos una conversación interesante incluso sobre arquitectura, y la imagen que le di fue la de una dómina yonki. En fin.
Por eso digo que no tiene nada que ver con lo que yo sienta por el de taza, la cita fue bizarra lo mires por donde lo mires.
