Esos días de mierda

Yo me he hecho un corte profundo en la cara interna del dedo gordo de la mano, tres puntos me han dado. Ahora el dilema es ir a entrenar, que debería ir sí o sí, pero no quiero que se me salten los puntos y pringar todo de sangre.

Puta vida.

¿ Donde ha sido la herida, en la mano que te haces las pajas o en la otra ?
 
A mi se me ha adelantado la regla un día.
 
Sería un día de mierda si se te hubiera retrasado diez días.
¿Qué tal tu periodo? ¿Tienes días de mierda debido a hemorragias, metrorragias...? ¿Como son tus síndromes premenstruales? ¿Alguna señal de la guadaña perimenopausica?
 
Yo he pillado el primer resfriado de la temporada, uno de esos que va in crescendo a lo largo de las horas. Cada vez se entorpece más la respiración, la garganta raspa y mi cabeza va a explotar al menor esfuerzo que me atreva a hacer. Me han dado escalofríos y náuseas.

Por eso mi deber ha sido salir a la calle y esparcir mi virusito para que se haga más fuerte. He procurado acercarme a la gente para hablarles poniendo como excusa mi afonía y echarles un estornudo en el morro, para que mis microorganismos no se encuentren con barreras de defensa infranqueables.


Mañana me quedo en casa, yo ya he cumplido mi labor.
 
Los días de mierda son aquellos en los que más allá de las cosas que te pasen, que siempre se pueden tomar con filosofía, es la sensación interior lo que atosiga el alma y el cuerpo. Esos días que piensas para qué mierda estamos en este mundo y para qué mierda vivimos, e incluso piensas que es mejor suicidarse un día de estos plácidamente y ya está.

Eso puede desencadenarlo una serie de acontecimientos o de circunstancias vitales, pero lo que sí es seguro es que el estado anímico y la fortaleza mental de cada persona son cruciales a la hora de superar esos días de mierda.

En estos últimos dos años me han pasado más cosas malas que en los últimos cuatro, y también bastantes cosas buenas, me tomo con filosofía las malas e intento aprovechar al máximo las buenas. Todo ello planificando el resto de los pocos días que me queden para, dentro de lo posible, intentar no estar jodido (con eso me vale) e incluso tener cierta felicidad vital.


Pero lo dicho, hay días que te pasan mil cosas desastrosas y acabas el día riéndote de tu mala suerte y tirando adelante, y hay días que un acontecimiento nímio puede sumirte en un estado depresivo el resto del día.










A un colega en un mismo año de dejo la novia de toda la vida, le palmo el padre (tampoco es que se llevarán bien pero su padre era), y su perro se volvió loco y le mordió en la cara.

La última vez que le vi se había echado al alcohol.

Joder, las tres primeras cosas no serían culpa suya, pero la última podía haberla evitado con una sencilla reflexión: si estoy jodido y me doy a la bebida, más jodido aun voy a estar, así que mejor capeo el temporal y ya vendrán tiempos mejores.

De todas formas también es cierto que en estos temas es fácil pontificar e incluso criticar, pero hay que estar en la piel de la persona antes que atreverse a juzgar.



:lol::lol::lol:

Dices tú de día de mierda...
Yo me he levantado después de dormir fatal toda la noche, al afeitarme me he cortado en cuatro o cinco sitios, luego no me quedaban galletas mordisqueadas de ratas para desayunar... Me he tenido que tomar un coño por compromiso que había sido lefado por un moro no hacía media hora.
Y después sin saber cómo me he encontrado con una polla metida en el culo. Me la he sacado como he podido, y un poco esperrancada he ido hasta el coche, tenía pinchadas las cuatro ruedas, así que me he tenido que ir en metro, en el metro olía fatal a humanidad y he tenido que ir oliendo el sobaco de un tío alto todo el camino, menos mal que sólo eran doce paradas, con cuatro trasbordos y en todos había un tío alto oliendo a sobaco.
Luego he perdido un billete de quinientos euros que guardaba como oro en paño, pero me he encontrado los cinco euros que perdió Lechuck, algo es algo, he pisado un perro sin querer, sin saber cómo y por compromiso y el dueño me ha querido morder, pero no un mordisco de los buenos, no uno de los malos.
Cuando he llegado al curro mi jefa me ha dicho que está preñada y me ha vomitado encima y el ordenador no iba, la copia de seguridad no se había guardado bien, se me ha olvidado el bocadillo y el botellón de agua está vacío y no encuentro a quien colocarle el cambio...


Iba a decir algo así como "esto es demasiado bonito para ser cierto", pero joder, de pasar realmente todas esas cosas, la verdad es que tiene que ser jodido. Aun me quedan algunas neuronas espero. Esperemos que no todos los días sean como ese, que vaya plan.
 
Al menos podeis forear. Yo bajando una cuesta a todo trapo con esto




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Me he pegado una hostia king size en el codo, concretamente en el famoso "hueso de la risa", que me hizo perder la sensibilidad en dos dedos de la mano izquierda (por fortuna soy diestro), y aunque ya la he recuperado en uno de ellos, todavia me queda la falange distal del meñique tocada.

Hacer replicas de mas de 4 frases es un completo reto para mi.

Ahora ya se lo que es ser un Bela Lugosi.

Patinas y no haces hockey... poco te pasa :face:
 
A la vejez viruela.

Por cierto esta mierda no me mejora nada. Me estoy mentalizando ya de que voy a terminar como Frodo Bolson.
 
Florecillas del campo y otras mierdas.

Imaginad a un Carradine de 14 años. Llevando los calzones deportivos de la inmortal selección que le metió los doce goles a Malta. Con una camiseta de los cazafantasmas. Añadidle como 25 kilos. ¿Lo tenéis ya? Pues ahí, contaminando gráficamente vuestra mente, estoy yo. Mi yo pasado. Confiado e imbécil como él solo. Mantened esa imagen.


Era verano. Finalizado el curso escolar. Sin yo pedirlo. Mis padres, supongo que con la buena fe de tenerme lejos una temporada, me apuntaron a uno de esos campamentos veraniegos. Dos semanas en la sierra de Cazorla. Pasando frío por las noches y durmiendo poco, bañándose en agua gélida, transitando por dónde las cabras se parten las patas, comiendo y bebiendo asquerosidades preparadas por un equipo de cocina aún mas asqueroso que sus ranchos, Intentando practicar fútbol y béisbol (había un yanki entre los monitores) en un terreno inclinado que nosotros mismos habíamos despejado de piedras y matojos. Pero no de árboles. Ese era el plan diario. Nunca he sido de espíritu aventurero así que lo que se suponía eran unas vacaciones, para mi, significaba una tortura.


Cualquiera de aquellos días valdría para este hilo.


Pero hay uno especial.


En el campamento había dos zonas residenciales. Una para chicos y otra para chicas. Es una sabia distribución. Pero no cumplió su función. El paso nocturno de una zona a otra era común desde el segundo día. En mi tienda nos enteramos al quinto. Resultando que uno de mis compañeros -no diré nombres pues lo mismo es forero- había concertado cita con el contenido de una tienda de la otra zona. La ilusión se desató. En aquél pozo de sufrimiento en el que hasta el sueño era horrendo; pues se llenaban de pesadillas y animales gritando sus cosas. En medio de la desesperación y el agotamiento; aparecía una ilusión. Algo que lejos de causar dolor y deseos de morir; se antojaba placentero y motivador. Alegremente. Con nervios contenidos y emulando a los comandos cinematográficos en misión tras las líneas enemigas nos desplazamos sigilosamente buscando la tienda de las chicas. Tras pasar tres veces por el mismo sitio y cruzarnos con 4 grupos de niños con los mismos objetivos comprendimos que nos habíamos perdido. Pasó un quinto grupo y preguntamos.


-Quillo. ¿Sabeís donde está la tienda 9?-


-Si, Vamos a la 11, está al lado. venid con nosotros.


Seguimos a estos compañeros en el deber y encontramos la tienda. Se pidió permiso a traves de la tela. Una voz suave y melosa concedió el paso desde dentro. Entramos.


El espectáculo dentro de la tienda era aterrador. Eran gordas. Al ser yo mismo un pancetas como he confesado anteriormente no debería tener muchos remilgos. Y no los tengo. Pero es que no hablamos de unas gordas comunes, entraditas en carnes, de esas que tienen buenas tetorras y que son medio guapas. De las que piensas -pues coño, a falta de pan...- No. A estas tortas no las tocas ni aún sufriendo semanas de hambre. Eran muy gordas. Obesidad adolescente desatada. Enormes masas de carne embutidas como los morcones en pijamitas rosas, morados, celestes y crema. Con miles de corazoncitos, mariposillas, pececitos, florecitas,,. Ni buenas noches se dijo. Sin darnos tiempo a reaccionar se abalanzaron sobre nosotros como depredador sobre su presa. A mi me capturó la de las mariposillas.


Inicialmente pude esquivar sus besos; pero no sus abrazos ni sus manipulaciones. Traté de escapar pero estaba dotada de fuerza sobrehumana y me manejaba como a una de las muñecas barriguitas que debió tener no hacía mucho. Un pelele en sus manos acabé siendo. Me río yo en la puta cara del chaval de Amarcord. Me carcajeo delante de Fellini. A los pocos segundos de estar sumergido entre lo que, espero, fueran sus tetas se descubre como sobrevivir. Orientando la nariz hacía el canal, canalillo es nombre inaceptable en este caso, te llega suficiente aire como para respirar. Lo malo es que el olor a sudor es abundante por esas zonas llenas de pliegues. Estaba yo perdiendo el conocimiento por el hedor. Alegrándome de perder sensibilidades. Pero descubrió mi churra. No es grande y estaba fláccida pues no soy yo de empalmar en la agonía. Aún así se alegró y la agarró con firmeza.


Ignoro si era por ser novata en dar placer al varón o experta en torturarlo pero la cuestión es que aquello fué el infierno. En el sentido ascendente tiraba con fuerza y velocidad. Como si tratara de arrancar uno de esos motores que llevan cuerda para ponerlos en funcionamiento. Con cada tirón, además, arrancaba algunos de los pocos pelos que, con ilusión, crecían en mi entrepierna. En el descendente me hundía el puño en la entrepierna con tal brutalidad que a veces notaba sus uñas en una almorrana que me estaba brotando por aquel entonces. Asi una vez tras otra. Repetición tras repetición. Estoy seguro que muchas de las victimas de la inquisición se compadecían de mi desde el mas allá.


Perdí la noción del tiempo. No se cuanto duró aquello. Pero llegó el momento en que no pude reprimir por mas tiempo el grito. Aún sabiendo que aquello significaba desvelar las actividades nocturnas. Traición a mis compañeros y el odio de todo el campamento no lo evité. No conseguí evitarlo. Y grité. No recuerdo si articulé palabra o fué sólo el sonido de la agonía. Los primeros fueron alaridos solitarios. Pero luego, con cada chillido, brotaban de las tiendas decenas de chiquillos corriendo y en pánico como ratas abandonado un barco. Cuando los monitores acudieron sólo yo permanecía en la zona femenina. Ya en silencio pues ni fuerzas para gritar me quedaban.


Nos llevaron al centro del campamento. Donde una fogata de grandes dimensiones permanecía encendida siempre. Todo el campamento podía ver lo que allí ocurría. Tras un buen rato de explicaciones el dolor en el bajo vientre no disminuía y el sanitario del campamento entró en escena. Un tipo simpático que me descubrió la zona sin tener en cuenta lo público de la situación y el lugar. Todos contemplaron. Todos callaron inicialmente. Horror, el horror que diría Brando. Estaba toda la zona en un color morado tirando a negro. Aquella salvaje casi me amputa lo que me hace hombre. La alarma se apoderó de los monitores que me llevaron a un hospital. Simplemente me recomendaron reposo insistiendo en evitar las pajas. Me recogieron mis padres en la tarde del día siguiente.


Desde entonces evito el campo como al reggetón. A las gordas no. Pese a que algunas noches veo en sueños aquél demonio sádico en forma de quiceañera de gran tamaño. Aún así. El vicio me puede y si se pone alguna tiro, yo que no soy escrupuloso, cumplo como el macho ibérico que soy: Un polvo de 5 minutos y a otra cosa. Y si. Mi tema recuperó color y funcionamiento normales. En eso si he tenido suerte.
 
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Imaginad a un Carradine de 14 años. Llevando los calzones deportivos de la inmortal selección que le metió los doce goles a Malta. Con una camiseta de los cazafantasmas. Añadidle como 25 kilos. ¿Lo tenéis ya? Pues ahí, contaminando gráficamente vuestra mente, estoy yo. Mi yo pasado. Confiado e imbécil como él solo. Mantened esa imagen.


Era verano. Finalizado el curso escolar. Sin yo pedirlo. Mis padres, supongo que con la buena fe de tenerme lejos una temporada, me apuntaron a uno de esos campamentos veraniegos. Dos semanas en la sierra de Cazorla. Pasando frío por las noches y durmiendo poco, bañándose en agua gélida, transitando por dónde las cabras se parten las patas, comiendo y bebiendo asquerosidades preparadas por un equipo de cocina aún mas asqueroso que sus ranchos, Intentando practicar fútbol y béisbol (había un yanki entre los monitores) en un terreno inclinado que nosotros mismos habíamos despejado de piedras y matojos. Pero no de árboles. Ese era el plan diario. Nunca he sido de espíritu aventurero así que lo que se suponía eran unas vacaciones, para mi, significaba una tortura.


Cualquiera de aquellos días valdría para este hilo.


Pero hay uno especial.


En el campamento había dos zonas residenciales. Una para chicos y otra para chicas. Es una sabia distribución. Pero no cumplió su función. El paso nocturno de una zona a otra era común desde el segundo día. En mi tienda nos enteramos al quinto. Resultando que uno de mis compañeros -no diré nombres pues lo mismo es forero- había concertado cita con el contenido de una tienda de la otra zona. La ilusión se desató. En aquél pozo de sufrimiento en el que hasta el sueño era horrendo; pues se llenaban de pesadillas y animales gritando sus cosas. En medio de la desesperación y el agotamiento; aparecía una ilusión. Algo que lejos de causar dolor y deseos de morir; se antojaba placentero y motivador. Alegremente. Con nervios contenidos y emulando a los comandos cinematográficos en misión tras las líneas enemigas nos desplazamos sigilosamente buscando la tienda de las chicas. Tras pasar tres veces por el mismo sitio y cruzarnos con 4 grupos de niños con los mismos objetivos comprendimos que nos habíamos perdido. Pasó un quinto grupo y preguntamos.


-Quillo. ¿Sabeís donde está la tienda 9?-


-Si, Vamos a la 11, está al lado. venid con nosotros.


Seguimos a estos compañeros en el deber y encontramos la tienda. Se pidió permiso a traves de la tela. Una voz suave y melosa concedió el paso desde dentro. Entramos.


El espectáculo dentro de la tienda era aterrador. Eran gordas. Al ser yo mismo un pancetas como he confesado anteriormente no debería tener muchos remilgos. Y no los tengo. Pero es que no hablamos de unas gordas comunes, entraditas en carnes, de esas que tienen buenas tetorras y que son medio guapas. De las que piensas -pues coño, a falta de pan...- No. A estas tortas no las tocas ni aún sufriendo semanas de hambre. Eran muy gordas. Obesidad adolescente desatada. Enormes masas de carne embutidas como los morcones en pijamitas rosas, morados, celestes y crema. Con miles de corazoncitos, mariposillas, pececitos, florecitas,,. Ni buenas noches se dijo. Sin darnos tiempo a reaccionar se abalanzaron sobre nosotros como depredador sobre su presa. A mi me capturó la de las mariposillas.


Inicialmente pude esquivar sus besos; pero no sus abrazos ni sus manipulaciones. Traté de escapar pero estaba dotada de fuerza sobrehumana y me manejaba como a una de las muñecas barriguitas que debió tener no hacía mucho. Un pelele en sus manos acabé siendo. Me río yo en la puta cara del chaval de Amarcord. Me carcajeo delante de Fellini. A los pocos segundos de estar sumergido entre lo que, espero, fueran sus tetas se descubre como sobrevivir. Orientando la nariz hacía el canal, canalillo es nombre inaceptable en este caso, te llega suficiente aire como para respirar. Lo malo es que el olor a sudor es abundante por esas zonas llenas de pliegues. Estaba yo perdiendo el conocimiento por el hedor. Alegrándome de perder sensibilidades. Pero descubrió mi churra. No es grande y estaba fláccida pues no soy yo de empalmar en la agonía. Aún así se alegró y la agarró con firmeza.


Ignoro si era por ser novata en dar placer al varón o experta en torturarlo pero la cuestión es que aquello fué el infierno. En el sentido ascendente tiraba con fuerza y velocidad. Como si tratara de arrancar uno de esos motores que llevan cuerda para ponerlos en funcionamiento. Con cada tirón, además, arrancaba algunos de los pocos pelos que, con ilusión, crecían en mi entrepierna. En el descendente me hundía el puño en la entrepierna con tal brutalidad que a veces notaba sus uñas en una almorrana que me estaba brotando por aquel entonces. Asi una vez tras otra. Repetición tras repetición. Estoy seguro que muchas de las victimas de la inquisición se compadecían de mi desde el mas allá.


Perdí la noción del tiempo. No se cuanto duró aquello. Pero llegó el momento en que no pude reprimir por mas tiempo el grito. Aún sabiendo que aquello significaba desvelar las actividades nocturnas. Traición a mis compañeros y el odio de todo el campamento no lo evité. No conseguí evitarlo. Y grité. No recuerdo si articulé palabra o fué sólo el sonido de la agonía. Los primeros fueron alaridos solitarios. Pero luego, con cada chillido, brotaban de las tiendas decenas de chiquillos corriendo y en pánico como ratas abandonado un barco. Cuando los monitores acudieron sólo yo permanecía en la zona femenina. Ya en silencio pues ni fuerzas para gritar me quedaban.


Nos llevaron al centro del campamento. Donde una fogata de grandes dimensiones permanecía encendida siempre. Todo el campamento podía ver lo que allí ocurría. Tras un buen rato de explicaciones el dolor en el bajo vientre no disminuía y el sanitario del campamento entró en escena. Un tipo simpático que me descubrió la zona sin tener en cuenta lo público de la situación y el lugar. Todos contemplaron. Todos callaron inicialmente. Horror, el horror que diría Brando. Estaba toda la zona en un color morado tirando a negro. Aquella salvaje casi me amputa lo que me hace hombre. La alarma se apoderó de los monitores que me llevaron a un hospital. Simplemente me recomendaron reposo insistiendo en evitar las pajas. Me recogieron mis padres en la tarde del día siguiente.


Desde entonces evito el campo como al reggetón. A las gordas no. Pese a que algunas noches veo en sueños aquél demonio sádico en forma de quiceañera de gran tamaño. Aún así. El vicio me puede y si se pone alguna tiro, yo que no soy escrupuloso, cumplo como el macho ibérico que soy: Un polvo de 5 minutos y a otra cosa. Y si. Mi tema recuperó color y funcionamiento normales. En eso si he tenido suerte.

Madre de dios. :121:121:121:121
Tenía hace unos años un amigo imaginario al que le ocurrió algo parecido, pero en una noche de fiesta y ya en la época universitaria . Igual algún día lo cuento.
 
Hace 2 años, iba yo ufano a mi trabajo cojonudo (llevaba 8 años y me seguía convenciendo que tenía que haber sido muy bueno en otra vida para tener ese curro). Cuando llegué, note una mueca nerviosa de la recepcionista, mientras el de mantenimiento me daba palmaditas en la espalda. Soy bastante lerdo, pero cuando salió mi compañero-amigo, que tenía el turno de mañana y yo no había entrado, entendí lo que ocurría. ESTABA EN LA PUTA CALLE. Como era festivo, 6 de Enero (menudo regalo de Reyes), no había ningún superior al que preguntar ¿pur que, pur que?.

Barajé la posibilidad de volver a casa con las orejas gachas y amargarle los Reyes a toda la familia o la, sin duda más inteligente, ir a casa de mi dealer, pillar medio kilo de veneno (speed, anfeta ...), y ponerme como las abutardas. Como buen forero, opté por lo segundo. Por suerte o por DESGRACIA, mi camello de confianza no andaba por casa (estaba esquiando con su novia), y yo, fiel a mis principios (y al veneno de Bilbao, que es la polla con cebolla :lol:), desistí de pillar dronga mala.

Sin anfeta y con mucha hambre, me fui a un bar cercano, de esos con abuelos vinateros y trato cordial, pedí una hamburguesa CON TODO y un cachi de cerveza. Tres hamburguesas y cinco "pozales" después, pensé en volver a casa, pero aun era pronto (20:00), por lo que, en un alarde de inteligencia etílica, cogí mi flamante Audi y me fui a la capital al cine.

Después de dos películas (1:00) pensé que era hora de volver a casa y enfrentarme a la cruda realidad. Cogí el coche y, mientras buscaba Radio Marca en el dial ...
¡¡¡ CRASH !!!. Ostión terrible. Salgo del coche, me había dado contra un todoterreno aparcado en batería. Mi audi con el morro deshecho y el otro el culo petao. Aparco y me dispongo a dar parte. Mierda, tengo el móvil en el curro. Me voy a un bar cercano que estaba cerrando, llamo por teléfono a casa mientras pido una jarra de cerveza :face:.
Contesta mi madre, me tranquiliza diciendome que ahora mismo vienen a por mi. Interrumpe el ogro de mi viejo y, categóricamente dice ...
" No vamos a ir a por tí. Búscate la vida ..." (Como odio a ese maltratador).
Volví al lugar de accidente y, cuando llegué al sitio, la mundial; policia, guardia civil, atestados, la grua ...
Me requieren para que vaya al lugar y me someten a la prueba de alcoholemia (0,52%). Como tenía una cosilla pendiente y no soy rico, al TALEGO.

En fin, que en menos de 24h había pasado de ser un honrado trabajador a un alcohólico convicto. MORALEJA: "Si bebes, no conduzcas. Si lo haces, chifla veneno de Bilbado para no ser castigado."

Lo curioso es que mi viejo, tras la preceptiva bronca de mi madre, vino a por mi. ¡ LA VIDA PUEDE SER MARAVILLOSA, AMIGOS!

P.D. Mentira, la vida está sobrevalorada y, lo único justo que hay en ella, es LA MUERTE, que nos iguala a todos . AMÉN.
 
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El primer minuto, de obligado visionado. El resto, opcional.
Y sí. El espiz con Euskolabel.
 
@spizo
https://youtu.be/z-NM-emwkHg
El primer minuto, de obligado visionado. El resto, opcional.
Y sí. El espiz con Euskolabel.


Cimerio si algún día quieres probar la heroína avísame.

A día de hoy, es la única droga que te da la verdadera paz. El antidepresivo definitivo que pone instantáneamente fin a un día de mierda.




Nota: Las autoridades sanitarias advierten que meterse heroína podría ser adictivo, consúmala con responsabilidad.
 
Yo llevo unos meses de mierda.

Estoy en peor forma, mi vida amorosa es nula y me noto depre en general.
En estos casos salir de casa y emborracharte suele ser la solución a tus problemas, pero la verdad es que ya eso no me funciona y la sensación de hastío me invade siempre.
 
En estos casos salir de casa y emborracharte suele ser la solución a tus problemas, pero la verdad es que ya eso no me funciona y la sensación de hastío me invade siempre.

El vacío no se llena con cogorzas. "Salir, beber, el rollo de siempre" es sólo una huida. Sonreír, hacer gracietas, pretender que todo va bien, aparentar...
Deje de perseguir paticortas bocacenicero y de engullir kebaps antes de regresar a casa todo derrotado y sin saber por dónde tirar.
Haga análisis de su situación y decida paso a paso por dónde empezar a podar el bonsái de su felicidad.
:20
 
Yo llevo unos meses de mierda.

Estoy en peor forma, mi vida amorosa es nula y me noto depre en general.
En estos casos salir de casa y emborracharte suele ser la solución a tus problemas, pero la verdad es que ya eso no me funciona y la sensación de hastío me invade siempre.
Apuntate a clases de baile. A mi es lo único que me funciona ante la amenaza de ese vacío existencial que Sartre llamaba «la náusea» (que me corrija algún filósofo si eso).
 
Suicídate, es la única manera de salir del callejón donde te has metido. Si lo que estás viviendo ahora te parece mal, espera a ver lo que sigue, es mucho peor. Suicídate, hazme caso. No tiene sentido que sigas prolongando la agonía, amigo Payonner.
 
Pero que se suicide con un chaleco de longanizas explosivas dentro de una mezquita. Y a poder ser cuando todos se pongan mirando a Cuenca con el culo en pompa.
 
Pero que se suicide con un chaleco de longanizas explosivas dentro de una mezquita. Y a poder ser cuando todos se pongan mirando a Cuenca con el culo en pompa.

Eso esta bien, y mientras tanto que se emborrache en casa solo.

Emborracharse solo se ve mal socialmente, pero es un gustazo. Y no se entera nadie menos nosotros.

¿Qué te pasa?
 
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