Si quieren follar como lo hacía mi abuela, que cocinen como ella.
Hahaha, esta frase me la apunto. A alguna se la tengo que soltar
Vereis, con esto pasa como con los elefantes. ¿Qué? Sí, como con los elefantes. ¿Nunca habeis visto en la televisión esos circos antiguos en los que tenían al elefante al lado de la carpa atado a una estaca hincada en el suelo? No nos preguntamos porqué no se escapan. Un elefante puede derribar con facilidad un árbol, haría falta una estaca que tocara el centro de la tierra para contener a un elefante. Sin embargo, nunca dan un paso de más, no tratan de escapar de esa atadura.
El hecho es que, aún cubiertos del cálido y asqueroso líquido amniótico, cuando aún tienen los pulmones encharcados y les cuesta respirar, aún con los ojos no acostumbrados al ajeno mundo al que han sido expulsados, un señor los coje, clava una de esas estacas al suelo y una cuerda a su patita de ser indefenso. Las primeras horas, los primeros días, el elefante trata con todas sus fuerzas de escapar de ahí. Con todas sus fuerzas. No lo sabe, pero algo le dice que no es así como debería ser. Lo intenta tanto que la cuerda le hace heridas en su aún delicada piel. Un día, de tanto intentarlo, empieza a ver como algo natural el tener la pata atada. Un día, se cansa de intentar desasirse, descubre que es imposible.
Un elefante adulto, jamás intentará tirar para intentar sacar la estaca del suelo. Se le antoja una tarea titánica, algo dentro de él le dice que no se puede, que es imposible. La estaca es para él algo inamovible, una fuerza superior, imposible escapar de ahí. Un día, llega alguien nuevo al circo. Se le ocurre que esa estaca es algo como de broma, que un hombre es capaz de arrancarla de la tierra con un solo brazo, de qué no sería capaz un elefante. Se lleva las manos a la cabeza, desata la cuerda, busca el árbol más robusto del lugar y ata la cuerda alrededor de su tronco. El elefante, que se ve liberado de la estaca, confuso primero, decidido después, comienza a caminar. Pone sus cuatro rodillas en movimiento y arranca de cuajo las profundas raíces del enorme árbol que lo mantenía pegado a la tierra.
Algo así ocurre, quiero pensar. Uno acaba por acostumbrarse a los desplantes, a los desprecios. En el colegio primero, el instituto después. Vas viendo como la chica que te gusta pierde la cabeza por el chico de la moto, por el que pasa costo, por el de las peleas, por todos esos. Tu cara llena de granos, tu voz, que más que voz es un graznido, tu peinado hecho por tu madre la tarde de un sábado. Todo eso no les dice nada. Y pierdes las ganas, incluso la esperanza. Son tu estaca, porque te ha tocado vivir con ellas. Una estaca de noble madera de roble. Si fueras de otro sitio tal vez estaría hecha de haya, de bambú, qué se yo. Luego te llega una chica de otro sitio y no le tienes miedo, aunque no lo sepas ella no te ve temblar, no ve tu piel brillando de helado sudor, no ve tus ojos apagados y sin vida, ve a otro yo. Otro tú.
Además, qué cojones, es muy pretencioso sacar conclusiones generales porque te hayas follado a una holandesa si no has vivido allí. Y no me vale con que te han hablado qué... o que uno que ha vivido allí cuenta que tal... Bobadas.