Luis Figo, Toure Yaya o Sergio Agüero no han mentido a nadie. Quienes se han mentido y a sí mismos han sido esos aficionados que querían pensar que estos tipos amaban a los equipos en los que jugaban del mismo modo que ellos, lo cual es un disparate.
El aficionado del Barça o Aleti o cualquier otro el amor hacia su club le cuesta dinero, supone unos gastos. Ya no es que no cobren por ser aficionados sino que se gastan el dinero. Los futbolistas que militan en un club de fútbol cobran dinero, mucho dinero, y están ahí porque cobran, no porque quieren.
Esto es como el que se va de putas esperando que esa prostituta se enamore de él por haberle pagado 60 euros a cambio de una felación. El putero capaz de pensar eso posee un grave problema de inmadurez, el problema es suyo, no es de la puta. Pues esto es lo mismo.
Los aficionados al fútbol jamás podremos ver las cosas del modo en que la ven los profesionales del fútbol que visten las camisetas de nuestros equipos. Son gente para la que el futbol es un modo de vivir, es el lugar de donde comen y de donde visten a sus hijos y de donde sacarán los ahorros cuando a los 35 años se retiren. Para nosotros es una diversión, para ellos es una vida.