Fue con motivo de la final de la Copa de Europa que disputó y ganó el Porto ante el Bayern en la temporada 1986-87 en el viejo Prater Stadion, el partido del famoso taconazo de Rabah Madjer que batió al mítico portero belga Jean-Marie Pfaff.
La cita fue en una popular cervecería del centro de Viena, tras la finalización de partido. Alli, en un discreto altillo, se sentaron alrededor de una pequeña mesa, el presidente del Barça, Josep Lluís Núñez y el del Porto, Jorge Nuno Pinto da Costa. Estaban presentes el gerente azulgrana Antón Parera y el extinto secretario general de la Real Federación Española de Fútbol, Agustín Domínguez.
El caso es que Josep Lluís Núñez llegó a un acuerdo de palabra con Jorge Nuno Pinto da Costa pero no estaba seguro de que el avispado dirigente portugués hiciera caso de alguna de las muchas ofertas que le habían llegado por el entonces joven Paulo Futre. De ahí que se le ocurriera improvisar un contrato en una…¡servilleta de papel!
Y para que la cosa fuera legal y seria, Agustín Domínguez firmó junto a los presidentes de Barça y Porto para dar fe del contenido del documento que, posteriormente, debería ser redactado por los abogados del club blaugrana. El acuerdo se selló estrechando ambos dirigentes las manos y dándose un abrazo. El presidente del Barça guardó amorosamente el 'documento' del fichaje de Futre en uno de los bolsillos de su americana.
Núñez estaba eufórico porque se había hecho con los servicios de un grandísimo jugador a un precio caro, pero inferior a lo que acabaría pagando Jesús Gil y Gil para hacerse con la presidencia del Atlético de Madrid tras la muerte de Vicente Calderón. La cifra final abonada por el club colchonero fue de 500 millones de pesetas para el Porto y 120 para el jugador.
El caso es que cuando Josep Lluís Núñez le comunicó a Terry Venables el ‘fichaje’, el técnico inglés que dirigía al Barça, dijo que no. Se cubrió de gloria, la verdad, e incrementó sus negativas históricas a grandes jugadores porque el amigo Terry rechazó, además de a Paulo Futre, a Marco van Basten y Hugo Sánchez. El primero recomendado por Johan Cruyff vía Cor Coster (su suegro ya fallecido) que era su representante, ya que quedaba libre del Ajax. Su escogido para el Barça, átense los machos, fue el escocés Steve Archibald (entonces en el Tottenham).