Hábitat.

Yo cuando veo a uno que va así agachando la cabeza, alquien a quien se vé inseguro, alguien que anda esquivo entre las sombras, alguien, ya sabéis, de esos que meten el cuello tanto que las orejas casi le nacen de los hombros... de los que rehuyen la mirada.

Pues me acerco y le pregunto por alguna dirección ficticia, o le pido tabaco (no fumo) o le inquiero sobre la última gesta balompédica del Zaragoza... lo que se me ocurra. Me gusta ver a la gente incomodarse.
 
¿Pero quién demonios te va a querer encular, @Cenobita? :lol:

Yo tengo todo un plano mental de mi ciudad lleno de líneas rojas, en esta calle a esta hora puede estar mi abuela saliendo de catequesis, aquí vive mi tía, en esas terrazas ojo que te puedes encontrar a compañeros de la uni de cerveceo, esas canchas de basket ni loco que están los negratas con lo que jugaba de pequeño, ese parque ni a 500 metros que siempre hay algún niño del instituto, etc.

También hay líneas verdes o neutrales, como la zona del tritón, donde te puedes encontrar tanto a @Boniato como a señores mayores con ganas de comerte el rabo. Ahora que lo pienso, ¿por qué estará @Boniato tanto en esa zona? :pensativo:

Igualmente grito amo emo lol cheese cada vez que paso, por si recibo respuesta.
 

Y si es un taxista de esos hieráticos y serios lo frío a preguntas chorras sobre la ciudad. Aunque sea en Zaragoza. Y le cuento historias inventadas acerca del petrolero en el que trabajo y de las ganas que tengo en ese momento, recién llegado del puerto, de comerme un venoso rabo.
 
Durante años estuve yendo diariamente a comprar una barra de pan a un chino, al más cercano que tengo. Un día, fui a pagar el alquiler al casero y me cogía de paso otro chino, compré allí el pan. Y justo al ir llegando a mi casa me cruzo con el chino, que vive en el bloque de al lado, y nos saludamos, y el chino miraba la barra de pan como si de una grandísima traición se tratase. Lo pude ver en su rostro, en su mirada rajada. Además todo coincidió con una dieta que hice y me quité el pan porque me alimentaba a base de pan y sardinas, con lo que me hinché como un globo, sin llegar a estar gordo se me puso la cara y el cuerpo lustroso.
m
Todo esta concatenación de desafortunadas coincidencias desembocó en una atención más distante y fría por parte del chino y su mujer, que debió de decírselo. Entonces yo una vez que fui a comprar un pan traté de justificar mi ausencia diaria tratando de explicarles que es que estaba a dieta y me había quitado el pan, como dando a entender que no me había ido a otro chino y les había traicionado.

Ahora cada vez que necesito algo y tengo que ir a otro chino más grande que también tengo cerca y donde están las niñas estas de las que ya os he hablado alguna vez, pues ahora tengo que dar un mini rodeo o al menos no pasar por delante de la tienda de mi chino de confianza para que no se ofenda y vea que voy a comprar la fregona y un ladrón a la competencia.
 
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No sé por qué, pero creo que de Talavera nasti.

Con el jailo de los puros y tal, cai en la cuenta de que en Talavera no se siembra tabaco, q eso es mas de Caceres norte, y lo mas cercano es Campo Arañuelo, Talayuela and company, y asi y todo muy lejos para ir a diario desde Talavera.

Es que @Verruga es de por ahí, así que a lo mejor tiene que ir a hacerle algo a alguna hermana o similar.
 
Durante años estuve yendo diariamente a comprar una barra de pan a un chino, al más cercano que tengo. Un día, fui a pagar el alquiler al casero y me cogía de paso otro chino, compré allí el pan. Y justo al ir llegando a mi casa me cruzo con el chino, que vive en el bloque de al lado, y nos saludamos, y el chino miraba la barra de pan como si de una grandísima traición se tratase. Lo pude ver en su rostro, en su mirada rajada. Además todo coincidió con una dieta que hice y me quité el pan porque me alimentaba a base de pan y sardinas, con lo que me hinché como un globo, sin llegar a estar gordo se me puso la cara y el cuerpo lustroso.
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Todo esta concatenación de desafortunadas coincidencias desembocó en una atención más distante y fría por parte del chino y su mujer, que debió de decírselo. Entonces yo una vez que fui a comprar un pan traté de justificar mi ausencia diaria tratando de explicarles que es que estaba a dieta y me había quitado el pan, como dando a entender que no me había ido a otro chino y les había traicionado.

Ahora cada vez que necesito algo y tengo que ir a otro chino más grande que también tengo cerca y donde están las niñas estas de las que ya os he hablado alguna vez, pues ahora tengo que dar un mini rodeo o al menos no pasar por delante de la tienda de mi chino de confianza para que no se ofenda y vea que voy a comprar la fregona y un ladrón a la competencia.

Quién iba a pensar que un chino se lo tomaría todo de forma tan personal. Yo no voy a los chinos porque me jode no entenderles, me da verguenza la situación. No soporto pasar verguenza en público.
 
Silencio, tranquilidad, y el calor del foro en el teléfono móvil. Si esto no es la felicidad absoluta, no se que puede serlo.

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¿Pero y lo rica que están las niñas, eh? Porque ahí trabaja todo Dios. Y que una chinita de apenas 9 añitos te dé el cambio y aproveches para rozarle la palma de su manita con la yemas de tus dedos al soltar el dinero, eh, eso no tiene precio.
 
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"Mi chino de confianza"
Es un chino que casi somos familia, he ido muchas veces a la tienda y estaba allí toda la familia comiendo tranquilamente. Que pedía el pan y me daba cosa porque le hacía al hombre levantarse de la silla plegable, limpiarse los hocicos con el reverso de la mano y darme a mí el pan mientras terminaba de masticar y engullir. Y ese olor a coles cocidas, y ese hacer allí, en la tienda, sus croquetas o lo que sea que coman. No sé, para mí son entrañables.
 
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Es un chino que casi somos familia, he ido muchas veces a la tienda y estaba allí toda la familia comiendo tranquilamente. Que pedía el pan y me daba cosa porque le hacía al hombre levantarse de la silla plegable, limpiarse los hocicos con el reverso de la mano y darme a mí el pan mientras terminaba de masticar y engullir. Y ese olor a coles cocidas, y ese hacer allí, en la tienda, sus croquetas o lo que sea que comen. No sé, para mí son entrañables.

Hay que ver los chinos, donde van triunfan. No como los moros o los negros.
 
Por razones de trabajo durante mucho tiempo pasé por las mismas calles donde siempre veía a la misma gente.

Iba a lo mío durante el trayecto y como es habitual (en mi Nirvana que también tiene un huerto para cavar en las obsesiones y en las pasiones, una gran biblioteca de libros en blanco y la Mansión Playboy), pero jamás me costó saludar a nadie con alegría ni a diario. No soy un tarambana efusivo, solo un humanista que no se avergüenza de sí mismo en un mundo de brutos, pese a que para darme de verdad deba haber verdad, y si no... nanay.

El problema vino cuando en esas repeticiones empecé a notar miradas huidizas y planeos para no verme ni cruzarse con mi generoso saludo, breve pero amistoso y contundente. Me dolió porque yo podría haber hecho lo mismo, y me negaba a sucumbir ante la abulia de esta sociedad atontada en su necedad.

Comenzó a incomodarme mi itinerario, pero no lo cambié, tan solo saludaba a quien lo merecía negándome descarado a aquellos que me pusieron reparos en su momento. Y también empezó a irritarme el hecho de que, todos los días y a la misma hora, la misma gente estuviese en el mismo lugar. Esto sí suponía un problema, este mecanismo rutinario en el bicho que me daba rabia, hasta que, un día, me vino la revelación a la cabeza, similar a lo que, tal vez, descabalgara a San Pablo.

Joder... Me di cuenta de que ellos no importaban, y que aquel que estaba todos los días en el mismo sitio y a la misma hora, ¡era yo!

Entonces, tras la revelación, al poco dejé el trabajo y cambié de vida, apostando como siempre por mí, ya que solo se vive una vez y no se debe tener desprecio por uno mismo, y ni por el prójimo tampoco.

Y como solo se vive una vez, ¿cómo no vas a creer en ti mismo?

Aun perdiendo, se gana, palabra de honor.
 
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Ya en la soledad de mi casa, mientras batía los huevos, he pensado que ha sido una victoria pírrica, que no tiene sentido, que pa qué.

Es normal pensar así al principio. Tranquilo. El cerebro se adaptará, y pronto será otra persona completamente diferente.

Consejos doy, que para mí no tengo. Sadpepe.
 
Vaya lo primero qué bien escribe Herr Verruga, que cuenta cosas y no esparce teorías ni dilemas.
Pero joder, que casa de orates, menudo akelarre de zumbaos; y lo bien que me encuentro aquí.
 
No es un problema de acojonamiento (que sería una cosa que está solo en mi cabeza). Es que, de darse una agresión, no podría ni evitarla ni salir al menos con una victoria pírrica. Esto son hechos objetivos. Saldría hostiado, robado, e incluso tal vez enculado. Así que mejor prevenir.
Follar sin pagar. Tu sueño.
 
Escribí un buen ladrillo detallando como odio encontrarme incluso con familiares que me invitan a comer dos o tres veces al mes. Como soy capaz de meterme en un locutorio de asquerosos moros si estoy a medio segundo de que algún primo mío que viene de frente a diez metros levante la vista del móvil y me vea. A saber en qué hilo andaba.

Puta vida. Me volví un puto tarado social. Hace diez años cuando salía de fiesta mis colegas se enfadaban porque no me podía quitar a la gente de encima y no avanzábamos por la zona de fiesta. Ahora hago el disparate que haga falta para evitar encontrarme con ninguna de aquellas personas, salvo que sean tías buenas.
 
Uno de mis superpoderes es que me importa una puta mierda dar mil vueltas con tal de no cruzarme al cubano del bar

El truco es que te importe una mierda cruzarte con el cubano del bar. Ya ves tú.

Yo debo desprender un aura que indica, sugiere que conmigo palabras las justas y si alguien me saluda le saludo y adiós. Si aún así insiste monosílabos y I have to return some videotapes. Y una mierda pateo más por un pintismonkis.

Soy un tío duro.
 
Vivo en un barrio rural de un pueblo pequeño. Todos nos conocemos por el nombre, ocupación, casa que vivimos, familia que tenemos...
Bajar al pueblo andando es una tarea no apta para tímidos o gente apresurada. Cada vecino que topas te saluda y se para a hablar contigo (o te hace parar si pasas por delante de su casa), transmitiendo las noticias reseñables del barrio, inquiriendo información sobre tal o cual asunto...vida vecinal, en suma.

No sé lo que es pasar desapercibido en mi entorno diario. Los saludos son un acto cotidiano y recurrente, todo el mundo me conoce y yo a ellos.

Hasta los montañeros, mountainbikers y seteros que pasan por el barrio hacia el monte me saludan sin conocerme (seria de mala educación no hacerlo, aquí cuando se sale al monte se saluda a quien te encuentres, claro)

A veces envidio vuestro anonimato......:sadpepe:
 
A mí lo que más me gusta es tener al vecino en ascuas con entradas y salidas en horas anormales, salir con bolsas y llegar vacío, o a la inversa. O entrar por delante y volver por atrás, o lo mejor salir con bici y volver a pie. Esas miradas entre visillos, esas sombras que cantan, sólo aquel que ha tenido un chismoso de tal calibre puede imaginar de que hablo.

Y los gazapos dichos a adrede para que pique, y que después te enteras por otro que ya lo ha cascado. Es un amor odio, un frenesí para ver cómo ponerlo en tensión, un juego en silencio.
 
Me da asco casi todo el mundo. Y en esta ciudad tan pequeña te cruzas conocidos cada media hora que pasas desplazándote por las calles.

No es raro que vea venir de frente a familiares muy cercanos o amigos y pegue un giro brusco para meterme por otra calle y no tener que saludarlos. Hablo de familiares que me invitan a comer a sus casas un par de veces al mes, familiares que me cuidaron muchísimas veces cuando era niño, y a los que debería de donar un riñón si fuese necesario, para compensar lo que han hecho por mí en la vida. Y sin embargo he llegado a hacer la maniobra Immelman teniendo a estas personas a menos de 10 metros de frente. He llegado a cruzarme con mi padre casi rozando hombro y pasar de saludarle.

A veces estas mismas personas que esquivo un día, otro me las encuentro de bruces y paso a saludarlas efusivamente y a fingir gran interés por sus vidas. Mi mecanismo de defensa ante el acorralamiento, para sobreponerme a la tremenda incomodidad de algunos casos, es erigirme como protagonista incuestionable de la conversación, llevando la batuta, haciendo aspavientos y siendo la alegría de la huerta, cuando de haberlos visto venir los habría esquivado.

En general me importa mil putas mierdas la vida de nadie, y si soy natural conversando con alguien, mi diálogo será un monólogo lleno de "mi, mío, y a mi". Tengo que hacer un gran esfuerzo por forzar falso interés por la vida de alguien cuando conversamos. Y ese gran esfuerzo además da para un espacio de tiempo muy corto.
 

Respecto al último párrafo, soy el opuesto. No me gusta nada hablar de mí, cuando se me pide opinión o preguntan por cosas de forma directa, digo generalidades e intento darle la vuelta, por suerte, normalmente la gente está encantada de poder hablar y recogen el guante ipsofacto.

Y ya como haya un tercero en la conversación es que le paso la pelota con unos reveses que ni Federer. Recreación

Paco: "oye Lebrom, cuenta, qué tal el verano?"
- "bien bien, tranquilito, el que se ha pegado un verano padre es este cabron, eh, Acoidán? Cuenta cuenta, dile lo de tu viaje a Filipinas".
Acoidán:" blablabla"

Jugada maestra.
 
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