Sí. Reflexionemos do while esperamos la segunda venida de mechaJesus, nuestro tech-señor.
Tanto el “poseer una función en la vida” como “el haber sido creados” trae, como sea, implicaciones religiosas o filosóficas: alguien nos creó para algo. La opción atea –por lo menos para mí- es menos aceptable: el ser productos de nada, criaturas accidentalmente evolutivas sin algún plan o proyecto.
Creo que detrás del fenómeno vida hay un plan. De no ser así, la evolución no habría llegado a perfeccionarse como lo está. El conocer a fondo los cromosomas y el ADN como hoy se está haciendo, nos hace ver que estamos siendo dirigidos como especie y como vida hacia un perfeccionamiento permanente, una mejora continua absoluta.
Ya Darwin –considerado descubridor de la ley de evolución de las especies- había anunciado que la lucha por la supervivencia eliminaba a los genes más débiles, y acercaba a los ganadores a una mejor adaptación al hábitat.
Estos dos conceptos hoy totalmente reconocidos por la ciencia –triunfar como individuo en la lucha por la supervivencia y adaptarse cada vez mejor al medio ambiente- no pueden ser considerados objetivos finales del plan o proyecto.
¿Gana algo quien esté detrás del proyecto llamado “vida” por el hecho de que un ser elimine o desplace genéticamente a otro de su misma especie? ¿Gana algo ese “creador” cuando sus criaturas se acercan a la adaptación perfecta a cierto hábitat?
No, definitivamente estos son pasos para lograr algo, pero no pueden ser en sí fines u objetivos del “creador”. El juego de éste es más oculto, más complejo. Aparece recientemente un tercer concepto evolutivo que sumar a los otros dos: la diversidad de las especies.
¿Por qué y para qué existen las mutaciones, esos saltos evolutivos (menores o mayores) que de repente acaban generando nuevas especies? ¿Qué busca el creador con los más de 20 mil millones de seres diferentes (nada más en nuestro planeta)?
El misterio de nuestra misión existencial está en nosotros, en nuestro comportamiento genético inconsciente. No somos más que portadores de genes, corredores de relevos portando una estafeta que recibe la siguiente generación para, a su vez, entregársela a la siguiente. En cada entrega de estafeta metemos pequeñas variaciones (mutaciones), pero transferimos características constantes, permanentes.
No se puede saber si el plan o proyecto del creador sea la estafeta genética, pero tiene más lógica pensar en que la vida se perfecciona por sí sola, buscando además una diversidad que garantice su existencia ante cualquier cambio menor o mayor del hábitat.
Nuestra misión es la de recibir la estafeta para entregarla, un poco después, a nuestro relevo. Todas nuestras acciones (crecer, alimentarnos, trabajar, mantenernos, aparearnos, reproducirnos, etc.) no son –por más que las idealicemos- otra cosa que cargar cromosomas.
Yo creo que somos simples portadores de estafeta. Somos simplemente tubos genéticos. Para eso fuimos creados.