Unamonguer
Novato de mierda
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- 19 Ene 2019
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Hoy quedé con unos viejos amigos, de esos de la post-adolescencia a los que luego el tiempo y la distancia lleva lejos. Era para darme una invitación a su boda.
Ambos llegaron en sus respectivas motos, con sus respectivos tatuajes cubriendo sus brazos. Todos estábamos algo más gordos y un poco más calvos, pero mientras eso es lo único en lo que yo he cambiado, uno se va a casar, el otro ya tiene un hijo, y es encargado en su empresa. Los dos viven fuera del pueblo en el que yo aún sigo y del que apenas salgo. Los dos se han independizado y tienen pareja y yo ya me masturbo por costumbre en la buhardilla de mis padres.
He vuelto a casa con una sensación extraña. Creo que no los envidio, pero me gustaría haber tenido algo más que ofrecer que el "joer, tío, sigues siendo el mismo, eh?"
A veces tengo la sensación de haber acabado como uno de esos personajes de sitcom, que se tiran diez años y apenas evolucionan. Joder, si hasta Sheldon se casa. Y yo sigo dejándome llevar, currando en lo que sale, y cambiando cuando me echan o cierran. Nunca escojo, sólo me agarro al primer tronco que la corriente me acerque. Soy un personaje anónimo, como un pedo cuya influencia en el mundo sólo dura un instante y se diluye. Ni siquiera tengo una doble vida, o soy un forero conocido, o un alter ego en algún mmorpg.
No hay de mí ahora nada más que lo que hubo entonces, como los elfos, que no valoran el paso del tiempo porque para ellos no es nada. Yo me sentía un elfo, o mejor una de esas aberraciones de Melkor, ajeno a todo hasta que hoy me han recordado que el tiempo pasa. Salí de mi isla por un instante y me di cuenta de que fuera el mundo seguía girando.
Y vuelvo a mi isla. Viernes es un perro, y mi cueva una buhardilla con fibra óptica. Me llevará dos o tres días olvidarles y volver a sentirme cómodo en mi indolencia, y quizás para la próxima vez aprenda a esquivar esas convenciones sociales que me recuerden lo que me estoy perdiendo.
Ambos llegaron en sus respectivas motos, con sus respectivos tatuajes cubriendo sus brazos. Todos estábamos algo más gordos y un poco más calvos, pero mientras eso es lo único en lo que yo he cambiado, uno se va a casar, el otro ya tiene un hijo, y es encargado en su empresa. Los dos viven fuera del pueblo en el que yo aún sigo y del que apenas salgo. Los dos se han independizado y tienen pareja y yo ya me masturbo por costumbre en la buhardilla de mis padres.
He vuelto a casa con una sensación extraña. Creo que no los envidio, pero me gustaría haber tenido algo más que ofrecer que el "joer, tío, sigues siendo el mismo, eh?"
A veces tengo la sensación de haber acabado como uno de esos personajes de sitcom, que se tiran diez años y apenas evolucionan. Joder, si hasta Sheldon se casa. Y yo sigo dejándome llevar, currando en lo que sale, y cambiando cuando me echan o cierran. Nunca escojo, sólo me agarro al primer tronco que la corriente me acerque. Soy un personaje anónimo, como un pedo cuya influencia en el mundo sólo dura un instante y se diluye. Ni siquiera tengo una doble vida, o soy un forero conocido, o un alter ego en algún mmorpg.
No hay de mí ahora nada más que lo que hubo entonces, como los elfos, que no valoran el paso del tiempo porque para ellos no es nada. Yo me sentía un elfo, o mejor una de esas aberraciones de Melkor, ajeno a todo hasta que hoy me han recordado que el tiempo pasa. Salí de mi isla por un instante y me di cuenta de que fuera el mundo seguía girando.
Y vuelvo a mi isla. Viernes es un perro, y mi cueva una buhardilla con fibra óptica. Me llevará dos o tres días olvidarles y volver a sentirme cómodo en mi indolencia, y quizás para la próxima vez aprenda a esquivar esas convenciones sociales que me recuerden lo que me estoy perdiendo.