FlorianSotoPeña
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- 16 Ago 2009
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Yo he ido hoy a ver el fútbol a un bar de al lado de mi casa, y de paso para observar a la gente y ver si había alguna que otra buena jamelga. Me he fijado en una mesa donde cuatro chicas bien parecidas, menos una, se disponían a cenar, por lo que he podido escuchar eran unas auténticas retrasadas, poco más de 20 años, y totalmente ridículas, valían para lefarlas que es lo que cuenta. He lanzado unas cuantas miradas lascivas a su mesa, ellas, por supuesto, no se han dado por aludidas o han preferido no hacerlo.
Luego he visto a uno de mis archienemigos sentado con su novia en la mesa contigua, un grandullón descerebrado y subnormal con el que tuve una trifulca en el autobús hace bastantes años, y que por las razones que sean nos tenemos mutua inquina. He visto que me miraba con hostilidad, yo le he mirado y me he sonreído un par de veces, como con superioridad, pretendiendo hacerle ver que era un gilipollas que lamía mis gónadas a cuatro patas, su novia un engendro negruzco con un jeto bastante difícil.
En la última mesa había un grupo de amigos reunidos, de ambos sexos, riendo de forma estruendosa y llamando la atención del resto de gente. Una de las chicas llevaba uno de esas prendas modelnas como enseñando uno de los hombros, por el cual gustosamente le hubiese pasado la lengua y la polla. A esa también le he lanzado miradas lascivas, y durante el descanso del partido he fantaseado follándomela encima de la barra del bar, enculándola y eyaculando sobre su cara, con la boca muy abierta, la lengua fuera y mirándome fijamente a los ojos, no sé como no me he corrido en los calzoncillos.
Además de todo eso, el propietario del bar, buen hamijo mio, me ha regalado un par de tapas que he degustado con un ojo en el partido de furgol, y otro en las jamelgas que por allí pululaban. Soy feliz.
Luego he visto a uno de mis archienemigos sentado con su novia en la mesa contigua, un grandullón descerebrado y subnormal con el que tuve una trifulca en el autobús hace bastantes años, y que por las razones que sean nos tenemos mutua inquina. He visto que me miraba con hostilidad, yo le he mirado y me he sonreído un par de veces, como con superioridad, pretendiendo hacerle ver que era un gilipollas que lamía mis gónadas a cuatro patas, su novia un engendro negruzco con un jeto bastante difícil.
En la última mesa había un grupo de amigos reunidos, de ambos sexos, riendo de forma estruendosa y llamando la atención del resto de gente. Una de las chicas llevaba uno de esas prendas modelnas como enseñando uno de los hombros, por el cual gustosamente le hubiese pasado la lengua y la polla. A esa también le he lanzado miradas lascivas, y durante el descanso del partido he fantaseado follándomela encima de la barra del bar, enculándola y eyaculando sobre su cara, con la boca muy abierta, la lengua fuera y mirándome fijamente a los ojos, no sé como no me he corrido en los calzoncillos.
Además de todo eso, el propietario del bar, buen hamijo mio, me ha regalado un par de tapas que he degustado con un ojo en el partido de furgol, y otro en las jamelgas que por allí pululaban. Soy feliz.