Hola, tyrael
Sobre el tema de los lobos solitarios podría contar muchísimo. Muchísimo a la enésima, dado que casi cada fin de semana viajo por trabajo y al no conocer a nadie voy a clubes de striptease, puticlubs, de intercambios, o discotecas.
Meramente lo que me ocurrió este último fin de semana no lo podría contar en menos de diez páginas. Conocí y hablé íntimamente con más de 50 tías de portada de revista, entre las cuales se incluían stripers, chicas Interviú, putas de todos lugares, camareras, lorealistas, y chavalas normales. Estuve de copas con la dueña de un local mientras se celebraban siete despedidas de solteras a pocos metros. El día anterior de colegueo con las stripers de ese local, en dos clubes de putas, en dos discotecas, en casa de una amiga, en la playa con una puta y segunda noche además de la sala de despedidas a otro puticlub y otra vez al puticlub del día anterior.
Me gusta esa vida pero tiene una gran ventaja y un gran inconveniente.
La ventaja es que ocurre todo lo inimaginable: striper megalorealista entrándole con una sonrisa a un hombre (sin obligación ni beneficio material alguno de por medio), ir a la playa con putas de escándalo, ir invitado al piso de una puta, putas que invitan a copas (varias veces), a rayas (infinidad), putas que te tratan de lujo y luego como mierda, lo contrario, mujeres con apariencia dulce y cabronísimas, mujeres con apariencia de diablas y maravillosas, mujeres de cuerpos perfectos sinceramente acomplejadas, chicas Interviú casadas con inútiles en todo; putas con vergüenza a hacer topless en una playa. Todo lo que se pueda imaginar; lo mejor y lo peor.
La desventaja…
Estuve tres horas del viernes al llegar al hotel, y tres horas del sábado pensando en ello. Todavía no sé traducir lo que sentí.
Sensación continua y exacerbada de que nadie te quiere. Por mucho que sonrían, miren con ojos endulzados, pregunten, inviten, piropeen, o queden con uno. La raya entre la admiración, amor, interés, amistad o formalismo es enormemente difusa, inestable e incierta.
Sensación de que deberían querer.
De que quizá tampoco quieren a nadie.
Y de que si alguien me quisiera, tampoco importaría.